veintiuno

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Algo que Christopher a querido hacer desde que conoció a su corderito, aparte de comérsela y marcarla, era comérsela y marcarla en público. En donde todos lo puedan ver. O por lo menos las personas que asistían a su club con la ilusión que el alfa miraría en su dirección y se decidiría a ir por ellos. Esto no solo es él reclamando a Haise como su omega, sino también Haise reclamándolo a él como su alfa ante todas ellas.

—¿Qué estás pensando? —la omega preguntó desde la cocina donde estaba poniendo el desayuno de ambos en dos platos.

—¿Huh? —Christopher la volvió a ver, un poco aturdido.

—¿Qué estás pensando? Mi omega se acaba de volver loca y se que es algo que tiene que ver contigo ya que conmigo todo está bien. —explicó, poniendo los platos en la mesa.

—Solo estaba pensando...—acomodó dos tazas de café y dos de jugo de naranja junto a los platos del desayuno. —quiero hacerte mía y marcarte... —

—Ya has echó eso. —dijo con una sonrisa en sus labios, estirando el cuello para mostrarle su marca recién abierta otra vez.

Sin decir nada mas Christopher se acercó a ella, abrazándola por detrás, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo y atrayéndola hacia donde él. Olisqueó su cuello antes de colectar saliva en su lengua y pasar esta por la marca recién hecha. La mordida se puede curar por si sola, pero la saliva de los alfas también tienen elementos que le ayuda a curarse mas rápido. Es un proceso mas íntimo.

—En el club. —susurró contra su piel. —frente a todos. —

Haise fue rápida en darse vuelta para quedar cara a cara con él.

—Solo si tu estás de acuerdo con eso. —agregó al ver un poco de confusión, miedo y emoción en su mirada, y sentirlo también a través de su lazo.

—Hm... —Haise sonrió nerviosamente.

—No tienes que...—

—Si quiero, pero... —se mordió su labio inferior nerviosamente.

—¿Pero? —Christopher preguntó curioso.

—Es tonto. —Haise negó con la cabeza repetitivamente.

Corderito. —Christopher dijo en su voz alfa, haciendo que el cuerpo entero de la pelinegra se estremeciera.

—Me da vergüenza. —susurró tan suave que estaba sorprendida que el alfa la haya escuchado. —me da vergüenza mi cuerpo, —cerró los ojos para no ver la expresión en el rostro del alfa.

—Haise. —Christopher susurró, no queriendo usar su voz alfa en ella. —abre los ojos y mírame... —subió sus pulgares a sus labios, acariciándolos con las yemas de estos. —mon cœur, mírame por favor. —el apodo cariñoso en francés fue lo que hizo que abriera los ojos y lo mirara directamente a sus ojos pardos, llenos de lujuria.

Mon cœur, tu cuerpo es lo mas hermoso que he visto en mi vida, el mas suave, el mas cálido, y no importa que tu cuerpo no sea tan curvilíneo como el de cientos de modelos allá afuera, yo amo este cuerpo, te amo a ti. —puso sus frentes juntas, rozando su nariz contra la suya repetitivamente. —¿quieres que te lo demuestre? —la besó rápidamente. —¿que te demuestre lo mucho que amo y deseo este cuerpecito tuyo, corderito? —gruñó contra su boca, moviendo sus caderas contra su palpitante coño.

—Christopher... el desa...—

—Ya no quiero eso como desayuno. —de un movimiento rápido apartó los platos y vasos hacia un lado, dejando un buen espacio para acostar a la omega y devorársela como él quería. —acomódate en la mesa corderito y abre lo mas que puedas esas deliciosas piernas. —la tomó de las nalgas, alzándola, ayudándola a subirse a la mesa. —Oh dios... —Christopher gruñó al ver como el camisón de Haise subió por sus muslos en cuanto los separó. —Dios, cuanto amo esto. —se agachó hasta estar entre sus piernas.

Mordiéndose sus labios para callar sus gemidos y jadeos Haise agarró una puñada del cabello del alfa, acercándolo mas a su palpitante y mojado coño. Su cuerpo se estremeció al sentir la caliente lengua del castaño lamiendo lo largo de su coño de arriba hacia abajo. Se detuvo por un momento para abrir sus labios vaginales y poner la punta de su lengua contra su clítoris. La espalda de la pelinegra se arqueó contra la madera al sentir la deliciosa sensación corriendo por todo su cuerpo.

Christopher sopló una bocanada de aire caliente contra este, y lo vio palpitar ante la acción, eso formó una sonrisa arrogante en sus carnosos labios. Alzó la mirada para ver como la pelinegra se estaba deshaciendo por sus caricias. Mojó sus labios con su propia saliva antes de zambullirse otra vez. Esta vez agregó dos dedos, rodeando su entrada con las yemas de estos. Escuchó como los dedos de los pies de la omega tronaron al enroscarse por el placer, decidió poner esos dedos en acción. Subió los dedos hasta su boca, poniéndolos contra sus labios, Haise fue rápida en separarlos y dejarlos entrar, mojándolos muy bien porque ya sabía como los utilizaría.

—Déjalos ir, corderito. —Christopher dijo al intentar sacar sus dedos, pero encontrándose con resistencia. —vamos, ya quiero darte placer con ellos. —

Al escuchar esas palabras Haise dejó ir sus dedos, preparándose para lo que el magnate le prometió, y no tuvo que esperar tanto tiempo. En cuestión de segundos Christopher regresó a lamer, chupar y morder su clítoris a la misma vez que sus dedos entraban en ella.

—¡Putain! —el cuerpo de la omega se despegó de la mesa a la misma vez que ese ronco gemido salió de su garganta, ahora no cabría la menor duda que sus vecinos supieran con exactitud el inmenso placer que estaba recibiendo en estos momentos.

Christopher enganchó sus dedos, haciendo que con cada movimiento la punta de estos golpeara su punto g. Podía sentir como el cuerpo de la pelinegra estaba llegando a su orgasmo, la agilidad para entrar y sacar sus dedos de su coño ya no era tan fácil. Solo tomo un par de golpes, y lamidas mas para tener los dulces fluidos de la omega en su boca.

—Joder. —Christopher maldijo tragándose cada gota del dulce y delicioso líquido en su boca. —amo comerte... —sube por su cuerpo hasta llegar a sus labios. —saborearte. —unió sus bocas en un ferviente beso, un beso tan intenso y apasionado que te dejaba con la cabeza dando vueltas y la vista borrosa. Uno de esos besos que Christopher siempre le ha dado desde que la conoció.

—Lo quiero hacer. —susurró contra sus labios cuando ambos se separaron un poco para anivelar y recuperar la respiración.

—¿Estás segura? —

—Si. —asentó con la cabeza.

—Cien por ciento segura. —

Cent pour cent sûr. —le contestó en francés, sabiendo lo que eso le hacia al alfa.

Sin decir nada mas, Christopher la volvió a besar, sabiendo que esa misma noche todos sabrían que ella era de él, y él era de ella.

MAGNATE ◈ HAISETOPHER +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora