VII
Salgo del escenario guiada por la misma mujer que estuvo exhibiéndome.
—Quédate aquí, tu comprador vendrá a buscarte, o en su defecto enviará alguien por ti —Habla la que hasta este momento fue mi acompañante, segundos después se retira.
Pasan los minutos y el lugar va siendo despejado poco a poco, los compradores van retirando sus compras, muchas se resisten y terminan siendo llevadas a la fuerza y mal heridas.
—Celeste Díaz —Mi nombre es pronunciado por un hombre que mira en todas direcciones intentado dar conmigo, no respondo, por lo que él vuelve a llamar.
Una de las chicas que aún no ha sido retirada por su dueño señala en mi dirección provocando que la vista del sujeto dé sobre mí. Este camina a paso decidido hacia mí lo que provoca que mi cuerpo reaccione dando pasos hacia atrás.
—Menuda joyita se sacó el jefe contigo —Sus oscuros ojos me escrutan haciéndome sentir diminuta bajo su mirada. Su mano hace un amago indicándome que camine frente y él.
Lo hago, mis piernas avanzan una delante de la otra con pasos inseguros y temblorosos demostrando lo atemorizada que me encuentro. Salimos afuera y continúo caminando frente a él hasta que siento su mano tocar mi hombro lo que me hace detener mi paso, giro sobre mi eje para mirarle, esperando que me indique la razón por la cual nos hemos detenido.
Su mano se adueña de la mía, haciendo que me tense, el desconocido camina guiándome hasta llegar a la acera del lugar, donde una limusina negra espera de puertas abiertas.
Dentro de esta se encuentra un hombre cuyos rasgos faciales lo hacen ver joven, su cabello es chino suave de un color castaño claro, cejas pobladas, labios definidos y voluptuosos.
—Entra —.Habla el hombre que me acompañó desde camerino hasta aquí, obedezco. Guío mi cuerpo dentro del vehículo, la puerta es cerrada por el mismo sujeto, que luego se coloca en el asiento del conductor.
Me coloco junto a la puerta del vehículo dirigiendo mi vista hacia el exterior, siento las manos del sujeto a mi lado tocar mi pelo, por lo que mi cuerpo se inquieta instintivamente.
—No me toques —pronuncio con temblor en la voz y un bajo tono, mi rostro es volteado bruscamente, su mano aprieta mi barbilla obligándome a mirarle.
—Tú, no puedes decirme que hacer o no contigo, eres mi compra, mi pertenencia y créeme que disfrutaré mucho de eso —.Al tiempo que sus palabras van saliendo de sus labios, mis lágrimas salen de mis lagrimales. Odio verme tan débil frente a ese pedazo de patán que se creé mi dueño sólo por haber pagado por mí, pero no puedo controlarlas pues la humillación que siento es más grande que mi orgullo pisoteado.
Su mano me suelta y sonríe, para negar divertido con su cabeza. Vuelvo a dirigir mi vista a la ventana, mis pupilas se mueven discretamente hacia el manubrio de la puerta para cerciorarme si el cerrojo está puesto o no.
Mis esperanzas de escapar afloran y siento una inmensa alegría embarcar mi ser al notar que la puerta está libre de cerrojo, sé que será difícil pero si lo logro, si consigo escapar sería un milagro para mí.
Continúo observando el camino, calculando como sería mi caída a la hora de saltar, el sonido de un móvil me espanta haciendo que dirija mi vista hacia el hombre a mi lado, lo veo tomar su teléfono para contestar la llamada, empieza a hablar con alguien al otro lado de la línea.
Aprovecho que está distraído para llevar a cabo mi acción, mi ritmo cardíaco está a mil, mis nervios a flor de piel pero la esperanza crece cada vez más en mí, dirijo mi mano al manubrio de forma lenta para no llamar la atención con ningún movimiento, cuento mentalmente, 3, 2, 1...
Abro la puerta lo más rápido que puedo e inmediatamente salto del vehículo, mi cuerpo cae sobre el asfalto, el vehículo frena de golpe, no me detengo a pesar del dolor que invade mi cuerpo, tomo fuerzas para levantarme y ponerme en marcha.
De la limusina salen los dos hombres y seguidamente corren tras de mi, son bastante rápidos, por la forma en la que corren puedo jurar que estos están en buena forma física.
Un pie delante de otro sin detenerme a mirar a ningún lado, con el corazón a mil, siento los sudores bajar por mi cuello.
Veo de reojo como el desconocido que manejaba el vehículo se detiene, pero el hombre de pelo chino sigue corriendo tras de mi, trato de acelerar mi paso pero es en vano, algo es clavado en mi nuca y caigo al piso viendo todo negro a mi al rededor, logro ver unos finos y ilustrados zapatos frente a mi, y es lo último que mis ojos observan antes de quedar profundamente dormida.
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Los rayos del sol junto a ruidos en el entorno hacen que me despierte, abro mis párpados analizando el lugar donde me encuentro.
Esto parece ser algo así como un sótano, sólo que cuenta con un tragaluz de pared en la parte superior, lo que permite que la claridad entre. Una cama en una esquina con suaves sábanas, donde estoy acostada, un tocador, continuo a este un armario y frente a el una puerta, la cual supongo guía a un baño. El lugar es grande, hay muchos objetos que no alcanzo a ver bien debido a que la luz no recorre todos los rincones.
La puerta frente al closet es abierta, provocando que me espante y abrace las sábanas a mi cuerpo con fuerza. Efectivamente tenía razón, lo que alcanzo a ver es un baño, de este sale una chica vestida de mucama, se percata de que estoy despierta y automáticamente una sonrisa se dibuja en su rostro.
—Me alegro que hayas despertado —su voz es suave pero efusiva y tiene un toque confortable que te hace sentir bien, su pelo castaño oscuro está amarrado en un moño alto, es de estatura media y el uniforme marca su figura de cintura encogida y anchas caderas. —Me tomé la molestia de cambiarte de ropa, estoy segura que eso que tenías puesto no era muy cómodo —Hasta ese momento me percato de la batola que llevo puesta, es muy suave.
—Gracias —musito suavemente al tiempo que continúo examinando mi cuerpo. —¿Dónde Estoy? —pregunto volviendo a dirigir mi vista hacia ella.
—Estás en la casa del señor Daniel Cot, mi nombre es Amanda Basilev, es un placer —Su mano queda tendida frente a mí esperando por ser tomada, le doy la mano y observo su cálida sonrisa. —¿Y tú eres?
—Soy celeste —Mi voz sale un poco rasposa, hago un amago de sonrisa, pero ahí queda, en un amago.
—Es un lindo nombre, ¿Sabes lo que significa? —pregunta viéndome curiosa.
Niego con mi cabeza, no es algo que haya investigado realmente.
—Representa claridad, pureza, es asociado al cielo o al mar. Así que portas un hermoso nombre —.Me sonríe y se dirige al closet.
—El señor Daniel ha estado bastante enojado desde anoche, te recomendaría que no lo provoques mucho, a veces no mide sus límites —La observo parlotear a la vez que acomoda cosas en el closet. Al terminar se gira hacia mí —.Bueno, Celeste, ha sido un placer conocerte, yo ya debo retirarme. Dentro de poco vendré a traerte el desayuno, debes tener hambre.
La veo caminar hasta perderse en la oscuridad del lugar, donde no llega la luz del sol, seguidamente escucho una puerta abrirse y cerrarse.
Me siento tonta al darme cuenta de la situación en la que me encuentro. Mi intento de escapar no pasó de ahí, un simple intento, sólo ruego que eso no cause estragos aquí, me aterran las consecuencias que pueda tener esa acción.[....]
¿Qué sucederá ahora luego del fallido intento de escape? ¿Traerá represalias?
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Venganza Celeste 《SIN EDITAR》
RandomCeleste de 18 años, luego de vivir una infancia traumática, es vendida por su padrastro al mercado negro, donde es subastada y sometida a torturas extremas. ¿Estará dispuesta a buscar su libertad incluso luego de perder la esperanza en todo? ¿Cuáles...