Capítulo 9

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Salgo de la bañera en el momento que Amanda entra a buscarme. La piel de mis manos y pies está arrugada como si de una pasa se tratase.
Amanda envuelve mi cuerpo en una toalla que ha sacado del mueble al que está unido el lavabo. Camino tras ella hasta el cuarto, observo sobre la cama una muda de ropa compuesta por unas bragas blancas de encaje, un sostén de tela sin varillas de encaje blanco, short blanco, un t-shirt con estampado de osito y sandalias blancas.

—¿Te gusta? Lo he elegido yo —Amanda habla un poco avergonzada.

—Es muy lindo, me gusta, gracias —Respondo brindándole un amago de sonrisa.

—Necesito que te vistas para llevarte al comedor a almorzar —En ese momento me percato del vacío en mi estómago, no he desayunado, ni almorzado.
Me coloco la ropa con ayuda de Amanda, quien amarra mi pelo en una coleta.

Caminamos hacia la puerta del cuarto, observo lo que no me había detenido a curiosear antes por la falta de luz, en la parte oscura del cuarto puedo distinguir una mesa de metal, que parece más una camilla como tal; pegado a una pared un estante de metal con dos puertas en la parte superior y varias gavetas en la parte inferior; del techo cuelga una lámpara, que se ha mantenido apagada hasta ahora, junto al estante puedo distinguir una mesa y sobre esta algunos objetos médicos.
No tengo tiempo de ver más, pues Amanda abre la puerta del cuarto y me indica que salga, al salir unas escaleras llevan a un segundo piso, donde también hay una puerta, la cual Amanda abre.

Una cocina digna de cocinar para un Dios es el recibimiento al abrir la puerta donde terminan las escaleras, no me equivocaba al pensar que estaba yo en un sótano.

Una meseta de granito negro rodea gran parte de la cocina, siendo interrumpida sólo por la estufa de mesa, recubierta de cristal con fondo negro, la nevera de dos puertas y otros artefactos de cocina, estantes, gabinetes blancos en la parte superior, etc...

No llego a observar todo pues le sigo el paso a Amanda. Caminamos por el pasillo formado de delicadas paredes color beige adornadas con cuadros a cada lado, un comedor se hace presente frente a nosotras, la mesa de cristal tan grande como para preparar un bufete en la cual hay gran variedad de platillos. El olor de la comida inunda mis fosas nasales provocando que mi boca salive más de lo habitual.

Encabezando la mesa se encuentra Daniel, quien me observa detenidamente, a su lado un chico joven pelo corto, rubio, una cicatriz surca su mentón, hay un tanto parecido en ellos, no le doy importancia, Amanda me hace señal de que tome asiento.

—Taylor, observa mi nueva adquisición —Daniel rompe el silencio dirigiendo la palabra hacia su acompañante. —Es un poco ruidosa, pero ya la entrenaré —Sus palabras me molestan en magnitud, intento conservar la calma y centrarme en el plato que tengo frente a mí.

—Sigo sin entender el punto de esto, y sabes muy bien que no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo, ¿Te has vuelto loco? —Taylor habla por primera vez, el tono es alto y su gruesa voz resuena por todo el comedor.

—A ver hermanito, sé que no le encuentras sentido y por eso te he invitado esta noche. Escucha luego que papá murió nos hemos distanciado bastante y quiero que volvamos a ser unidos. —Cabizbaja escucho la conversación mientras lleno mi boca del caldo que ocupa mi plato. Esto está delicioso, nunca había provado algo con tanto sabor.

—¡Y esta es tu forma de unir nuevamente nuestra relación! Estás loco Daniel, y no me prestare para acompañarte —Su tono de voz es el doble de elevado que antes y está notablemente molesto. Lo veo levantarse de la mesa y salir del comedor.

Daniel rueda sus ojos fastidiado.

—¡¿Tú qué me ves escuincla?! Mejor come, que esta noche me divertiré el doble contigo ya que mi querido hermano me da su puesto —Mi cuerpo tiembla ante sus palabras y mis manos nerviosas dirigen el cubierto hacia mi boca, pero mis temblorosas manos fallan provocando que la cuchara caiga en el plato provocando desastre.

—Maldita niña inútil, ¡Lárgate! —Estrella sus manos contra el cristal de la mesa provocando un salto imprevisto de mi parte. —¡Amanda!, ven a limpiar este desastre y saca a la inútil de mi vista.

Me levanto de la mesa temblorosa, observo a Amanda llegar al comedor a recoger el desastre provocado por mí, Daniel se levanta de la mesa enfurecido —Lo que te espera esta noche.

Las palabras de Daniel no abandonan mi mente lo que ha hecho que me mantenga pendiente a la puerta, sobresaltándome con el más mínimo ruido. Han de haber pasado unas 3 horas desde lo ocurrido, Amanda sólo me dejó aquí y se fue diciendo que tenía trabajo y regresaría en unas horas con la cena.

Mi mente no deja de darle vueltas a todo, de preguntarse tantas cosas a las que sencillamente no les encuentro respuestas, me siento totalmente desubicada y ahora que lo pienso toda mi vida me he sentido así. Siempre me he preguntado ¿Cuál es mi propósito en esta vida, a que he venido al mundo? y, si de verdad tengo un propósito, entonces ¿Qué debo hacer? Sinceramente no le encuentro la mínima lógica a mi existencia, nacer sufrir y ver a los de mi al rededor hacerlo también. Antes pensaba que quizás algún día mi madre y yo lograríamos salir de ahí, y yo tal vez podría conseguir un trabajo siendo mayor, así sea de mucama pero ahora mi madre no está y ya no le veo el sentido a nada.

Con este pensamiento me echo en la cama dejándome llevar a un sueño profundo.

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Mamá, ¿Hasta cuándo será? ¿Viviremos toda la vida así? Siendo presas de un monstruo, dejándonos atormentar del miedo y el terror... Ma, debemos salir de aquí para sobrevivir.

Celeste, hemos tenido esta conversación suficientes veces para volver a tenerla, sabes que esto no es lo que yo y tu padre queríamos, pero ahora él no está y yo sólo quiero sobrevivir y que tú lo hagas junto a mí

Con lágrimas en mis ojos e impotencia en mi corazón observo a mi madre ¡Te va a matar un día de estos! Sólo mira como te ha dejado, mamá Su rostro inflamado por la reciente paliza y los moratones en sus brazos y piernas la hacen ver deteriorada.

Hija, si algún día eso sucede entonces no dudes en huir, luchar, sobrevivir y largarte de este lugar, haz lo que yo no tengo el valor de hacer, pero no seas una cobarde que se da por vencida dicho eso y sin dejarme responder mi madre besa mi frente y se va dejándome sola.

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Despierto de golpe al escuchar el crujir de la metálica puerta abrirse, inconscientemente me coloco en posición fetal rogando porque no sea Daniel quien haya entrado.

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Hasta aquí el capítulo de hoy. Dentro de 2 días vuelvo a actualizar. 🥰

Quiero ver sus comentarios sobre lo que creen que puede ocurrir en el próximo capítulo. 

Besos!! 🥰❤️

Venganza Celeste 《SIN EDITAR》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora