Capítulo 12

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Mi cuerpo es halado con brutalidad hacia el pie de la camilla, donde se encuentra Daniel, quien no ha dejado de penetrarme con brutalidad.

Me siento desfallecer sobre aquella camilla, el dolor abraza mi cuerpo y nubla mi mente. Sólo siento como con cada estocada de parte de Daniel el dolor se vigoriza, mis intentos de gritar cesan por fin y todo se vuelve más y más borroso a mi alrededor.

Un alarido me hace pegar un brinco de mi tibia cama. Observo el espacio de mi pequeño aposento, todo está oscuro, los rayos del sol ya no se calan por la pequeña ventana en mi cuarto lo que me indica que la noche ha caído sobre nosotros.

Escucho fuera del cuarto la voz insoportable voz de Héctor. Al parecer está de nuevo en casa. Y como siempre, su presencia solo trae calamidad y dolor a la pequeña estancia.

Los gritos se detienen luego un corto periodo de tiempo, en el que me he quedado observando fijamente la pared. Escucho un portazo, y de nuevo... el silencio se expande por toda la casa.

Despierto abruptamente al escuchar el portazo. La luz me da de frente lastimando mi vista, observo una borrosa figura acercarse a mí e instintivamente intento hacerme un ovillo en la cama pero el dolor que invade mi cuerpo me cohíbe de moverme con facilidad.

Poco a poco la figura que vi entrar va tomando forma hasta darme cuenta que se trata de Amanda, mis nervios se controlan un poco e inmediatamente me echo a llorar sobre cuando se encuentra sentada a mi lado en la cama.

— Otra vez lo ha hecho y no he podido hacer nada —hablo entre sollozos.

— Shh... Tranquila, saldrás de aquí— su mano suave acaricia mi pelo mientras con su apacible voz intenta tranquilizarme —.Anda vamos a darte un baño, seguro te sentirás mejor.

Con su ayuda me levanto forzosamente de la cama, dirigiendo mis pesados pasos por la estancia en dirección al cuarto de baño.

Cada paso, cada rose de la piel de mi intimidad con mis muslos es una tortura absoluta pues la ardiente sensación de ser clavada por millares de mini agujas no cesa provocando que aquel agobiante dolor unido a los recuerdos de lo que ocurrió hace horas atrás inviten algunas lágrimas a rodar por mis mejillas.

Amanda prepara delicadamente la bañera con agua tibia y algunos olores, mientras mis intentos de orinar provocan dolor y ardor en mí.

Decido levantarme y sumergirme en la bañera. El agua relaja mi cuerpo. Reclino mi cabeza sobre el borde de la tina cerrando los ojos y respirando profundamente.

Siento las manos de Amanda lavar suavemente mi cuerpo, mis lágrimas se vuelven a deslizar por mis mejillas pensando en cómo saldré de este maldito lugar y en mi mente no encuentro ninguna opción. No sé dónde estoy, no tengo dinero y como si fuese poco, no tengo ningún lugar a donde ir en caso de salir.
Respiro pausadamente dejando que el aire entre y salga de mí ser intentando calmarme.

Amanda extiende hacia mí una toalla blanca, huele a limpio y a suavizante de ropa. Salgo de la bañera y enrollo mi cuerpo en la toalla, caminando tras Amanda hacia la cama.

—Tengo que ponerte una pomada para las quemaduras y la irritación —me informa la chica mientras camina hacia el estante de metal de dónde saca una bata de tela fina.

Me siento sobre la cama y con la toalla procedo a quitar la humedad de mis piernas y brazos. —Necesito que te acuestes para colocarte la pomada.

Sin mucha vuelta me acuesto en la cama abriendo las piernas para facilitarle el trabajo a la chica, ¿Con cuántas más habrá tenido que hacer estas cosas?

Venganza Celeste 《SIN EDITAR》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora