VI
Camino por la pequeña habitación de lado a lado. Barbie acaba de salir diciendo que en unos minutos alguien vendrá por mí.
Estoy nerviosa, los pedazos de tela que cubren mi cuerpo parecen sacados de una historia taína, pues no cubren más que mis partes íntimas y quizás un poco más de piel.
Mis pechos están cubiertos por un crop top sin tirantes, de piel, color negro. Y mis caderas portan un mini short del mismo material que el crop. En mis pies calzo unas zapatillas de tacón no muy fino y de una altura aproximada a los 10 cm, me hace sentir más tranquila el grosor del tacón pues de esta manera puedo mantener el equilibrio más fácil, sin tantas probabilidades de sufrir una caída, nunca aprendí a usar este tipo de calzado, tampoco es como que me llamase la atención.
Escucho el cerrojo de la puerta ser retirado, me giro sobre el tacón de la zapatilla para esperar que esta sea abierta.
Un hombre, viste un traje azul marino liso, zapatos negros lustrosos, su calvicie provocada reluce a la luz del foco de la habitación y una poblada y bien cuidada barba adorna su rostro.
Sus ojos marrones decorados con una cicatriz que surca su ojo izquierdo escrutan mi cuerpo, estudiando mi vestimenta. Hace un pequeño asentimiento con su cabeza danto a entender que está conforme con lo que observa antes de hablar para indicarme que lo siga.
Caminamos por los pasillos del lugar. Pareciera un laberinto gigante pues doblamos una esquina cada 10 segundos y sigo viendo todos los pasillos igual, hasta juraría que vamos en círculo. Mi vestimenta y zapatos no hacen la tarea nada cómoda.
De momento el sujeto para en seco, provocando que yo también frene de golpe, súbitamente mi vista es tapada por una especie de funda de tela, siento como esta es ajustada a mi cuello dificultando mi respiración. Unas manos gruesas y grandes apresan las mías mientras otra mano empuja mi hombro incitándome a seguir con el paso.
Lágrimas resbalan por mi rostro, mis pasos se vuelven torpes e inseguros a medida que avanzamos, mi cuerpo tiembla debido a los sollozos y pequeños espasmos.
Las manos a mis espaldas guían mis pasos empujándome a las direcciones a las que he de dirigirme. Luego de unos minutos caminando siento la brisa fría acariciar mi piel, el suelo pasa de ser cerámica a ser pasto, seguimos avanzando hasta pisar carretera.
¿Cómo lo sé? El piso es duro, se escucha el motor de un auto acercarse hasta aparcar frente a nosotros, puedo detectar su sombra a través de los pequeños orificios que tiene la tela que cubre mi rostro, una de las puertas es abierta.
—Entra —Habla uno de los sujetos que me acompañaba a la vez que sus manos empujan mi cuerpo hacia el interior del vehículo, intento levantar uno de mis pies para entrar al vehículo, pues no sé donde está exactamente ubicado, aquellas manos vuelven a empujarme esta vez con más fuerza, provocando que me vaya de bruces dentro del automóvil. Pero en vez de caer en seco contra el asiento mi cuerpo cae sobre otro cuerpo.
Escucho la puerta cerrarse, intento acomodarme en el asiento, las manos de mi acompañante tocan mi cuello y con calma deshacen el nudo de la funda de tela, para continuamente retirarla de mi cabeza.
Mi respiración es acelerada y pesada, frente a mí el mismo hombre mayor que acompañaba al doctor esta tarde, a quien considero el líder de todo esto. Instintivamente me alejo de él, pegándome a la puerta, me siento como un animal enjaulado.
—Eres muy hermosa, no entiendo como el imbécil de tu padrastro pudo enviarte a este infierno —Sus palabras me sorprenden, pero eso no provoca que despegue mi vista de la ventana, no me interesa nada de lo que ese hombre pueda decir.
Observo el paisaje que se aprecia a través de los polarizados vidrios del automóvil, quizás sea la última vez que logre ver los relieves formados por las montañas que suben y bajan formando una ola y el cielo cubierto de brillantes estrellas decorando el negro firmamento.
—Pronto estaremos juntas, mami —Mi pensamiento va dirigido directamente al cielo mientras lo observo fijamente.
—Celeste, pronto llegaremos, te volveré a tapar porque es el protocolo —Habla el hombre a mi lado por lo que decido mirarle.
—¿Cómo te llamas? —Pregunto inmediatamente mi vista cae sobre él.
—Puedes decirme Derek —Asiento ante su respuesta. Sin necesidad de que vuelva a insistir tomo la funda de tela en mis manos, poniéndola sobre mi cabeza hasta mi cuello. Siento sus manos hacer el nudo para que esta no se salga.
Pasados unos minutos el coche aparca, Derek abre la puerta de su lado y luego de salir me toma de las manos guiándome para que salga sin sufrir daño físico. Una vez fuera del vehículo me guía hasta entrar a un lugar lleno de personas, se escucha el bullicio de los demás, pasos acelerados por todas partes, tacones resonando en el piso y uno que otro sollozo.
La tela es retirada de mi rostro, dejando a la vista el lugar en el que nos encontramos; Estamos en un pequeño camerino podría decirse, o detrás del telón, pues literalmente estamos tras un gran telón negro que cae hasta el suelo.
—Debes quedarte aquí, cuando escuches tu nombre sales. Eres la última de la lista —Derek habla a mi oído, antes de poder siquiera preguntarle que es todo esto lo veo alejarse a paso apresurado fuera del camerino.
Diez minutos más tarde la subasta da inicio, si en algo me fijé es que todas las chicas que seremos subastadas vestimos iguales, pensé en escapar pero sólo intentar acercarme a la puerta dos gorilas gigantes me enviaron de vuelta atrás, es imposible escapar de aquí, no tengo esperanzas.
Cada una de las chicas es anunciada resaltando sus características físicas o razones por la cual debería ser comprada, esto se siente como estar en una venta ganadera, las chicas salen a escenario y son mostradas como producto, cada una entra desanimada o asustada a ese escenario y salen todas igual... destrozadas completamente, con el semblante de un muerto.
—Y para cerrar con broche de oro, esta noche, tenemos un diamante entre tanto carbón usado, ¡Celeste Díaz! —Una de las mujeres que ha estado organizando a las chicas me empuja hacia el escenario, donde termino siendo acaparada por los brazos de otra mujer que toma mi mano comenzando a recorrer el escenario, obligándome a ir tras ella.
—18 años de edad, esta pequeña criatura cuenta con un prominente y pequeño cuerpo, pero lo más importante ¡es Virgen! —inmediatamente eso fue dicho se escuchan las voces ofreciendo cantidades con tantos ceros que nunca creí escuchar.
Las lágrimas resbalan mi rostro mientras la mujer que tomaba mi mano me gira frente al público mostrando mi cuerpo.
Aún no había frenado en seco la realidad que estaba viviendo, pensé que en algún momento despertaría, que sería otro sueño tonto y mi madre me esperaría para comer... mi madre, no acepto que no esté conmigo, no es cierto...
—¡Dos millones de dólares! ¿Quién da dos millones? —las personas gritan, de entre esos se escucha un "dos punto cinco millones" hay silencio, nadie ofrece más.
—¡Dos punto cinco millones! A la una a las dos!..
—Cinco millones —Una gruesa voz interrumpe la voz de quien presenta el evento, por un momento todo queda en absoluto silencio.
—¡Vendido a los cinco millones! —Exclama la representante, y con esas palabras siento que mi historia, ha sido sellada con el logo del mismo infierno. Ya no hay escapatoria.
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Venganza Celeste 《SIN EDITAR》
RastgeleCeleste de 18 años, luego de vivir una infancia traumática, es vendida por su padrastro al mercado negro, donde es subastada y sometida a torturas extremas. ¿Estará dispuesta a buscar su libertad incluso luego de perder la esperanza en todo? ¿Cuáles...