Venganza Celeste 《SIN EDITAR》

Capítulo 1.

Despierto cuando escucho un fuerte estruendo que me hace rebotar de mi gastada cama, o lo que queda de ella. Hace mucho tiempo duermo en la misma cama, por no decir que desde que tengo uso de razón. Por lo tanto se entiende que esté desgastada, pero igual me gusta, podría decirse que sigue siendo cómoda.
Escucho gritos que provienen del recibidor, lo que indica que Héctor ha llegado borracho a casa y desea abusar de mi madre, como ya es costumbre.

Héctor es el marido de mi madre, fue quien estuvo con ella cuando llegó a este país. Mis padres emigraron de México cuando mamá aún estaba embarazada de mí. Lamentablemente mi padre falleció durante el viaje, puesto que enfermó gravemente y no habló a tiempo sobre sus malestares como para ser atendido. Cuando mi madre sospechó que algo andaba mal fue demasiado tarde.

Pero eso no la desanimó a seguir hacia adelante, Elizabeth, mi madre, es una guerrera, que ha luchado para poder darme una vida y para que no me faltase un plato de comida en la mesa, ni un techo bajo el cual guarecerme. Lucha aún sin importarle sacrificar su propia felicidad por mí, aunque eso implicase vivir un infierno.

Cuando mi madre llegó a Colombia no sabía a donde dirigirse, según me ha contado vagó varios días por la ciudad de Cali, donde cambió el poco dinero que traía por algo de comida, hasta que un día conoció a Héctor, quien fue muy atento con ella, le brindó un techo, comida y ropa, la ayudó con su embarazo y mi madre, pues era de esperarse decidió contar con él como apoyo para vivir aquí, no sabiendo que eso era solo una fachada. Al poco tiempo de mi madre haber aceptado estar con él como "marido" (cabe resaltar que no llegaron a casarse formalmente) se dio cuenta que este era un patán, al inicio fueron gritos y enojos muy seguidos, luego llegaron las bofetadas y así fue abusando cada vez más hasta que se convirtió en una relación abusiva.

Mi madre no conocía a nadie en este país a pesar de ya tener un tiempo viviendo aquí, pues inmediatamente se mudó con Héctor se vio en un encierro del cual no se sabe si era más peligroso estar dentro o fuera, debido a la peligrosa zona en la que residimos. De igual manera se atenía a su filosofía de "no puedo dejarlo, es el único que me apoya, me da alimento para mí y mi hija, si lo dejo estaré perdida, no tendré donde dormir ni que comer, debo aguantar, por mi hija", por lo que prefirió no arriesgarnos.

Con el paso de los años, todo iba de mal en peor. Desde pequeña tenía que escuchar los gritos de mi madre mientras Héctor la golpeaba luego de llegar borracho a la casa, o escuchar las plegarias de mi madre para que él no la tomase a la fuerza, de todas formas nunca faltó un plato en la mesa, aunque fuese lo peor, siempre había que echarse al estómago.

Cuando cumplí 18 años ya estaba segura que algún día Héctor intentaría abusar de mí, era algo que veía casi a diario en casa y sabiendo el animal con el que vivía no me iba a sorprender que un día lo intentase, pero hasta la fecha gracias al cielo no había ocurrido nada de eso y esperaba que nunca llegase el momento.

Mi tez es blanca igual a la de mi madre, mi pelo es negro azabache a diferencia del de mi madre, que es castaño claro, mis ojos verdes y el tamaño no es mi mejor dote.

—¡Eres una perra, Ven aquí y compláceme, es tu deber como mujer! —Escucho la voz de Héctor.

Me acerco un poco al marco de la puerta para poder observar sin ser descubierta.

En el piso está mi madre en posición fetal, tratando de cubrirse la cara, noto los moratones en sus piernas y brazos, está muy mal, pero me da un miedo inmenso salir, no acostumbro a interponerme en esos conflictos puesto que mamá me lo tiene prohibido y constantemente acato sus órdenes. Según ella puedo ser yo la que salga lastimada y tiene razón. Mamá levanta un poco su cabeza para alcanzar a mirar a Héctor quien la observa desde arriba, noto como un hilo de sangre desciende desde su labio inferior.