Historias MinaKushi || Naruto Shippuden

1. Play Date

Sumario: Minato y Kushina tienen una relación extraña, donde mantienen relaciones, pero ambos están enamorados del otro y no se atreven a decirlo.
Tipo: One-Shot
Clasificación: 15+
• Este capítulo contiene un lemon no tan explícito, sin embargo, si no te gusta este tipo de contenido, solo salta la siguiente parte. •

Un celular sonó en su habitación.

Suspiró pesadamente al suponer quién era.

—Hola.— dijo al contestar, tratando de hacer las cosas amenas, aunque nunca podía conseguirlo.

—¿Estás libre hoy?—se escuchó la voz del hombre.

Me llamas por teléfono, y te sientes tan lejano.

—S-Sí.— respondió titubeando, ya no le gustaba esa situación.

—¿Puedes venir?— insistió la voz a través de la línea.

—En un momento estoy saliendo hacia allá.— instintivamente colgó, pues sabía que él no diría nada más.

No sabía cómo había empezado todo, solo sabía que a cada paso que daba con ese chico, no podía retroceder o lamentarse.

Me dices que venga, que hay unos juegos que quieres jugar.

Trató de arreglarse lo mejor que pudo, a pesar de que no se sentía bien con lo que sucedía.

¿Qué eran ellos dos?

Era una pregunta que ella no podía responder por sí misma. No eran amigos, habían llegado a demasiado para llamarse así. Y el rubio no era demasiado expresivo con ella como para decirse así.

¿Eran amantes?

No le gustaba esa denominación. Nunca hubiera deseado ser un pasatiempo para él. Pero al inicio de todo, a ella no le había importado mucho, no estaba interesada románticamente en él.

Pero al final había caído.

Aunque ella sabia que era casi imposible que eso no sucediera, pues tenían una "cercanía" extraña.

Trató de sentirse atractiva para él, y menos patética para ella, tomó su teléfono y escribió un mensaje rápido antes de salir de la casa.

—Sé que te prometí que no volvería a hacerlo, lo siento, Mikoto.

Caminó hacia la casa del chico con cierta incertidumbre dentro de ella.

Estoy caminando a tu casa, nadie está en casa.

Cerró los ojos. Se sentía asqueada por estar siendo usada. Sabía que lo estaba siendo, pero era él, y ya nada importaba.

Solo yo y tú, tú y yo solos.

Llegó a su destino, tocó el timbre a duras penas, con la miseria carcomiéndola por dentro más que antes.

Lo encontró cuando le abrió la puerta, Minato la observaba de pies a cabeza, tan guapo, con sus ojos preciosos y azules, frente a ella.

Entró con confianza a esa casa que ya conocía por tantas visitas a ella.

Escuchó la puerta cerrándose, y los pasos que él daba acercándose a ella se hacían tan sonoros que reventaban en su oído.