Historias MinaKushi || Naruto Shippuden

8. Lost On You

Sumario: Kushina y Minato tuvieron una relación fallida, luego de un tiempo de la ruptura, se encuentran en una fiesta. Inspirada en una de las canciones más conocidas de LP –Laura Pergolizzi–
Tipo: One-Shot
Clasificación: Apta para todos

Kushina no podía evitar centrar su vista en él. Estaba muy guapo, más de lo que solía estar siempre. Sentía la necesidad de acercarse a él, pero no quería volver a arruinarlo todo nuevamente. Se acercó a la barra y pidió un vaso con alcohol. No solía beber, pero sus nervios estaban consiguiendo alterarla en esos momentos.

Tomó una copa y sorbió con prisa el líquido dulce en ella.

—No deberías tomar tan rápido.— escuchó de su amiga.— No eres una buena bebedora, te marearás.

La pelirroja asintió con la cabeza, pero miraba hacia el suelo. ¿Qué estaba haciendo? Quería regresar a su casa, quitarse ese vestido que al principio le había parecido bonito, pero en esos momentos no hacían más que hacerla sentir extraña.

—¿Estás bien?— preguntó Mikoto, mientras pensaba qué podía estar sucediendo. Observó a su alrededor, y encontró a un rubio conversando animadamente con una chica.

Volvió a fijar su vista donde la Uzumaki, y acarició su espalda buscando que calmar cualquiera que fuera su sentir ahora.

—¿Es por él? Si te incomoda estar aquí por Minato, podemos irnos. Prefiero estar contigo en tu casa mientras conversamos tranquilas, a verte así.— la Uchiha sonreía, transmitiéndole su cariño a la otra chica.

La chica de ojos violetas no quería arruinarle la fiesta a su mejor amiga, había estado emocionada, sabía la actitud extrovertida que tenía y normalmente disfrutaban ambas de un ambiente relajado mientras bailaban juntas. Esta vez era diferente, él estaba a escasos metros suyos, conversando con una mujer que no era ella, sonriendo. Él estaba feliz, mientras ella a duras penas podía seguir con su vida.

—No hace falta, ya se me pasará, 'ttebane.— respondió sonriendo lo más sinceramente posible.

La pelinegra no se había tragado el cuento, pero esperaba poder ayudarla haciéndola olvidar de la presencia del Namikaze ahí.

En un descuido, ella volvió a tomar otra copa, no sentía nada, ni un mareo, ni más calma y menos conciencia como se decía. Bufó enojada. Con la copa aún en sus manos, sus ojos de manera inevitable se dirigieron hacia él. ¿De qué estaría hablando? ¿Por qué estaba tan animado? ¿Le gustaba esa chica, o por qué estaba sosteniendo su cintura como hacía algún tiempo hizo con ella?

Necesitaba respirar aire limpio del tabaco de algunos cigarrillos prendidos ahí dentro, limpio del aroma de las bebidas, limpio de sus celos crecientes.

Sin saber que había una mirada azul que tampoco podía despegarse de ella.

Kushina salió de aquella casa en donde estaban, llegó a un pequeño jardín y comenzó a suspirar varias veces, sin seguir comprendiendo qué le pasaba. Se suponía que hace mucho tiempo ella ya debía haber superado todo entre ellos, pero no podía. ¿Cómo lo había hecho él? ¿Y si quien se había enamorado solo había sido ella? No supo cuándo comenzó a derramar algunas lágrimas silenciosas. Y trató se limpiarlas antes de correr el suave maquillaje con el que Mikoto le había ayudado.

—¿Por qué estás llorando?— dijo una voz a su lado, sobresaltándola.

Ella se fijó en quién era. ¿Por qué la estaba acompañando?