Historias MinaKushi || Naruto Shippuden

36. Promesa

Sumario: Durante su embarazo, y al tener mucho tiempo libre, empieza a fantasear con cómo será su hijo.
Tipo: One-shot.
Clasificación: Apta para todos.

Ya su pancita lucía más grande que antes, tenía siete meses que habían durado bastante tiempo, pero su esposo no había sentido que hubiese pasado tanto tiempo. Minato se esforzaba muchísimo para cumplir sus funciones como Hokage y como padre, pero regresaba a casa exhausto y ella lo comprendía, definitivamente era complicado dividir su trabajo, aunque él siempre la sorprendiese para pasar más tiempo junto a ella y su hijo. Amaba a ese hombre, y sabía el esfuerzo que le causaba, así que lo mínimo que debía hacer era no causarle problemas.

Y, aunque él no lo sospechara, sabía que le había encargado a su alumno, Kakashi, que la protegiera desde las sombras. Ella era una kunoichi, y después de todo, sería muy torpe si no lo notara, así que le quedaba lo suficientemente claro que él siempre velaría por ella.

Suspiró y sonrió, acariciando su vientre abultado. Parecía que el bebé estaba dormido, ya llevaba un tiempo sin sentir algún movimiento dentro de ella, y debía admitir que su niño era muy activo y despierto. Se levantó del sofá en donde había estado reposando y caminó con pesar hasta la habitación que compartía con Minato. Necesitaba mucho reposo, según los médicos, pero sentía que su rutina la consumía, y era complicado que ella se quedara quieta por mucho rato.

Recostada nuevamente, miraba hacia el techo. Cerró los ojos un par de segundos, recordando el encuentro que había tenido el día anterior con una vieja amiga, la única mujer entre los Legendarios Sannin, Tsunade Senju.

—Oh, ¡un bebé!— exclamó la rubia, al ver la panza crecida de la Uzumaki.

—¡Sí, dattebane! ¿No es genial? ¡Al fin Minato y yo formaremos una familia!— chilló emocionada, posando su mano sobre él.

—Me alegra por ambos, Kushina. ¿Cómo crees que sea? Espero que no tenga tu temperamento, sería complicado manejar a dos Uzumakis revoltosos.— bromeó Tsunade. A pesar de ser la mayoría de veces una mujer fría, tenía una pequeña debilidad hacia los embarazos, especialmente cuando ella y la pelirroja se llevaban bien.

—Tal vez sea cierto. Preferiría que fuese más tranquilo, como Minato. Tampoco sabría qué hacer teniendo a un mini-yo rondando por ahí.— contestó riendo y feliz.

No mintió. Sabía que cuando había sido pequeña, luego de que Minato la hubiese rescatado de aquellos ninjas de Kumogakure, su actitud había cambiado, y se había vuelto una chiquilla que sacaba de quicio a todos con sus travesuras. A todos, excepto a él. Volvió a chillar, emocionada. A pesar de tener tantos años junto a él, jamás dejaría de portarse como una niña enamorada al pensar en su esposo.

—Naruto.— llamó, esperando obtener una respuesta de su bebé, sintiendo una leve patadita en su vientre.— ¿Sabías que mamá ama mucho a papá?

Rio ante eso. Estaba confesándole a su hijo sobre sus sentimientos, y tenía las mejillas teñidas. Otro movimiento del niño se hizo presente.

—Naruto, ¿sabías que papá también ama mucho a mamá?— dijo alguien atrás de ella. Kushina volteó rápidamente a verlo.

—¡Minato!— se incorporó un poco para saludarlo, pero él se acercó antes para evitar que ella se levantase.— ¿Qué hacías espiándonos, tonto?

Ahora sí estaba avergonzada, Minato acababa de escucharla hablar deliberadamente sobre él. Su cara parecía hacer una competencia con su cabello.

—Yo llegué y los escuché sin querer, ¿verdad, Naruto?— el Namikaze posó una mano sobre el bulto formándose en el cuerpo de su esposa, y dándole un beso en la mejilla a ella.

—Sí, claro.— respondió de forma desconfiada, lanzándole una mirada acusadora.— ¿Tienes hambre? Puedo ir a preparar algo.

El rubio negó con la cabeza, sentándose a su lado.

—Solo quiero estar con ustedes.

La Uzumaki le sonrió, y rodeó el cuello de su esposo con los brazos, abrazándolo.

—¿Has estado bien hoy? Lamento llegar tan tarde.— volvió a preguntar.

—Todo bien, no debes preocuparte, nosotros comprendemos.— aseguró ella.

Minato se enterneció. A veces creía que no merecía tener a esa mujer a su lado, apoyándolo incondicionalmente, a pesar de todos los problemas que pudiesen tener.

—¿A quién crees que se parezca?— inquirió su mujer de la nada, tomándolo por sorpresa.

—¿Eh?— logró pronunciar.

—El temperamento de Naruto, ¿cómo crees que sea? ¿Como el tuyo o como el mío?

Lo pensó un poco, repasando el significado de "temperamento".

"Temperamento: Consiste en la herencia biológica recibida de los padres, de esta manera, el bebé adquiere el comportamiento de los padres, o en algunos casos, suele haber una más predominante que la otra. Al estar presente en los genes, es complicado de cambiar o modificar."

Estaba seguro de que su hijo sería idéntico a su madre. Era ella, después de todo, Kushina solía ser alegre, algo mandona, decidida, fuerte, lista y traviesa. Deseaba con todo su corazón que Naruto fuese tal y como ella. Aunque quería que tuviese algo que indicara la presencia de sus genes, a pesar de que no tenía problemas con un hijo pelirrojo y de ojos grises-violetas.

—Aunque es un hecho que sea muy fácil hacerte explotar, posees muchas cualidades que quiero que nuestro hijo herede.— contestó.— No puedo evitar verlo como una miniatura tuya.

—¿Y si es torpe, como yo? Es un hecho de que tú eres mucho más inteligente que yo.— objetó la Uzumaki.

—No me importará si tiene miles de defectos. Naruto es nuestro hijo, y, aunque no ha nacido aún, te prometo que cuidaré de él con mi vida.— susurró con los labios pegados a la cabeza de la pelirroja.

Kushina sintió un cosquilleo en su corazón al oír esas palabras. No solo Minato debía protegerlos, ella también tenía deberes como madre.

—Lo cuidaremos. Él es hijo mío también, y solo por eso, también daré mi vida por mantenerlo a salvo. Es una promesa, Naruto.

Holaa, lo siento por haber estado tan inactiva, me enfermé horrible y lo último que quería hacer era escribir:(. Aquí una historia que se me ocurrió mientras dormía)? Espero que les haya gustado, hasta la próximaaaa.