Historias MinaKushi || Naruto Shippuden

38. Hilo Rojo

Sumario: Kushina oye la leyenda del hilo rojo, haciéndola desear estar atada a alguien.
Tipo: One-Shot
Clasificación: Apta para todos.

Kushina bufó. Otra historia tonta, seguro. Durante los recesos en la academia, solía estar golpeando a los que se atrevían a fastidiarle, o simplemente se quedaba sentada en su asiento, esperando que reanudasen las clases.

En esta ocasión, hacía lo segundo, tranquila e ignorando los insultos sobre su estúpido cabello, ¿qué culpa tenía ella de ser una Uzumaki?

Estaba aburrida, pero no tenía ánimos de pelear, así que tendría que aguantar a sus compañeras hablar sobre una historia que, de seguro, sería una idiotez.

—¿El hilo rojo?— Kushina dio un respingo. Rojo, rojo, rojo. Estaba a un paso de odiar todo lo que tuviese que ver con ese color, no solo su cabello. Aún así, tomó unos mechones que enmarcaban su rostro, acariciándolos.

"Tu cabello es tan rojo y fuerte como un hilo, ¡cabellos como este son feos!"

Gruñó al recordar lo que le había dicho aquel genin, y, a pesar de que igual le dio su merecido, jamás se podría olvidar de sus palabras. No quería admitirlo, pero le había dolido, porque era la verdad.

—Sí, ¿quieren que les cuente de qué trata?— dijo una niña, obteniendo la aprobación de todas, al igual que la atención de la pelirroja. En esos momentos, todo era mejor que pensar en su cabello.

"Según este mito, todas las personas que están predestinadas a ser almas gemelas, se encuentran conectadas por un hilo rojo invisible atado en sus meñiques. Si el destino tiene preparado que estés con una persona, no importa lo que suceda, así será. No importa cuánto tiempo pase, o las circunstancias a las que estén expuestos. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse, pero nunca romperse. De esta manera, dos personas que están unidas por este hilo, son aquellas almas afortunadas que se amarán hasta el fin de los tiempos."

Kushina no se consideraba una chiquilla enamoradiza, pero le gustó aquel relato. ¿Sería cierto eso? Miró su dedo meñique, realmente no se veía nada ahí. Cuidando de que no la vieran, pasó un dedo sobre el más pequeño, para comprobar que no podía sentir algo parecido al hilo. Suspiró pesadamente, se sentía tonta por pensar en esas cosas. Era probable que nadie estuviera destinado a estar con ella. En primer lugar, todos en aquella aldea la odiaban, y eso que se había tratado de ocultar la información sobre el monstruo encerrado dentro de ella, en segundo lugar, estaba el hecho de que nadie la encontraba interesante o bonita, así que tendría que resignarse a estar sola el resto de su vida. Cruzó los brazos y escondió su rostro en ellos.

Pero alguien más había escuchado esa historia.

Minato atendió cada una de las palabras que habían dicho sus escandalosas compañeras de clase. ¿Él estaría destinado a alguien? Miró de reojo a la Uzumaki, quien se hallaba analizando su dedo más pequeño, y sonrió.

Él solo quería estar atado a ella. Si Fugaku lo oyera, diría que era un cursi que debía dejar de babear por aquella pelirroja. ¿Ella quisiera estar atada a él? Era seguro de que no. Pareciera que lo odiara, y tal vez tenía sus razones. La última vez que hablaron, ella le gritó.

"¿No me ayudaste porque soy una extraña? ¡Apuesto a que estás de acuerdo con ellos!"

No le dejó explicar lo que sucedía. ¿Cómo decirle todo lo que sentía cuando la veía en peligro? ¿Cómo podía describir la ira que lo invadía cuando la golpeaban? ¿Y cómo podía describir la inundación de paz que lo llenaba cuando ella ganaba sus peleas? Era muy difícil explicárselo a sí mismo, así que sabía que decírselo a ella iba a ser muchísimo más complicado, contando con el carácter que ella manejaba.