Historias MinaKushi || Naruto Shippuden

37. Perdóname, Kushina

Sumario: En su lecho de muerte, Minato recuerda su vida al lado de su amor.
Tipo: One-Shot
Clasificación: Apta para todos.

Su cuerpo cayó sin reparo alguno cuando desapareció la bestia que los había atravesado al ellos intentar proteger a su pequeño hijo recién nacido. Intentó estirar su brazo para amortiguar la caída de su esposa, pero su esfuerzo fue en vano.

Un golpe seco se oyó, ambos se encontraban en el suelo en esos momentos. Su amada miraba hacia el pedestal en el cual se encontraba el bebé, dándole la espalda, dejándole ver solo la cabellera roja que tanto había adorado, y lo seguiría haciendo siempre.

Uno de sus más grandes sueños se había cumplido cuando la rescató de aquellos ninjas de Kumogakure. Ella estaba entre sus brazos, observando los rastros de cabello que había dejado como pistas y que ahora estaban atrapados entre sus manos.

—Tu cabello es hermoso, así que me di cuenta de inmediato.

Aquellas palabras, que, aunque no supiera, comenzarían a escribir la historia de amor entre ellos.

Su cuerpo ya le pesaba, sus ojos se tornaban cada vez más borrosos. Su muerte estaba muy cerca. Aún así, se esforzó por lograr que sus dedos rozaran los hilos rojos de su esposa.

"Perdóname, Kushina. No te podré dar la vida larga que te prometí."

Sus ojos violetas se abrieron con pesar. Ya no tenía mucho tiempo, lo sabía. Sintió algo tocar su cabello, y supo que él todavía estaba consciente. El cuerpo le fallaba, ya no tenía el control absoluto de él, pero no se iba a dejar vencer ni siquiera en esas circunstancias.

Kushina había puesto los brazos en jarra, volteándose y evitando su mirada. Minato la abrazó, impidiéndole hacer otro movimiento.

—No seas quisquillosa.— le regañó, pero ella bufó.

En el fondo, muy en el fondo, amaba que él la complaciese siempre, pero jamás se lo diría, sería como hacerle saber que él era su más grande debilidad, y era cierto, mas no quería darle ventajas.

—Solo si me compras ramen.— chantajeó, mientras veía una sonrisa surcar en el rostro de su, recién, novio.

—¿Cuándo será el día en que te niege algo?— le preguntó él, tomando su mano y guiándola hasta un puesto de la comida que ella quería.

—Espero que no exista, o me irá muy mal.— bromeó, abrazando y pegándose al brazo del rubio.

—Ya he dicho que jamás podré ganarte, así que me tienes a tu completa disposición para siempre.

Sonrió amargamente, dejando caer un par de lágrimas más, que inundaron su rostro poco a poco.

"Me mentiste, tonto. Has ganado esta vez, me siento débil."

Apretó los puños, sacando fuerza desde donde no había. Su respiración comenzó a acelerarse, y, como pudo, se dio la vuelta, soltando varios quejidos en el proceso.

Minato estaba mirándola. Sus ojos azules seguían admirándola incluso en esos momentos. Ella no podía dejar de ser la mujer que él amaba ni cuando hubiese sangrado tanto como aquella noche, y no podía dejar de parecerle tan hermosa incluso con las ojeras que habían aparecido luego de que le extrajeron al Kyubi, o tal vez a causa del llanto.