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Adams

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Adams

Era un nuevo día, Emma seguía recostada sobre mi cuerpo cosa que me dificultaba para levantarme. No necesariamente porque no puedo, sino que eso implicaría despertarla. Eso sería una muy mala idea, ¿Miller con mal humor? No, gracias.
Luego de un par de minutos ella se removió a mi lado, tallándose sus ojos levemente, señal de que estaba despertando.
Cuando me miró me sonrió y abandonó lentamente la cama para ir hacia el baño, cosa que me dejó una gran vista a todo su cuerpo. Un cuerpo de infarto, hasta Afrodita le tendría envidia si la viera.

    —¡John pásame una toalla! — Exclamó desde el baño.

    —Ya te llevo una. — Contesté mientras iba a uno de los gabinetes del placar y tomaba una toalla de color negro. — Toma. — Se la entregué.

Mientras esperaba que Emma saliera del baño fui a prepararme un café, para ya tener un poco más de energía, hoy sería un gran día. El clima era frío, estaba nublado, como absolutamente todos los días del año o casi todos. Ese era el placer de vivir en Liddams, siempre lluvia, días de frío y únicamente dos semanas de verano. Para los amantes del invierno y todo lo que este conlleve es el mejor lugar para vivir.
Luego de haber tomado mi desayuno no tan desayuno dejé la taza vacía para ir a tomarme un baño, Emma ya lo había desocupado así que era mi turno de hacer uso de él.

             .       .       .       .       .

    —Bien Emma, mientras yo cuento y hago un listado de los medicamentos y demás suministros ¿tú puedes preparar y ordenar los instrumentos que usaremos en unos días? — Le pregunté mientras ambos nos poníamos nuestras batas, ya que era una costumbre cuando bajábamos al laboratorio.

    —Claro que si. ¿Ordeno los mismos materiales que utilizamos con el ciervo?

    —Si, cualquier cosa que necesitemos otro instrumento lo tomamos en el momento.

    —Bien. — Respondió para irse a preparar lo antes mencionado.

Mientras hacía el inventario de cada uno de los medicamentos y lo observaba con determinación, una idea vino a mi mente como si de un rayo se tratase.
Únicamente tenemos un virus con el cuál trabajamos, ¿por qué no tener otros? Así poder experimentar con otro tipo de cosas y no estar a la espera que encontremos únicamente una cura para ese, sino tener más variedades para que en el caso dado de hallar una cura, sea verdaderamente eficaz.
Excelente, mi inteligencia no tiene límites.

    —Tú, deja eso y ven aquí un segundo. — Llamé la atención de Emma, esta rápidamente dejó lo que estaba haciendo y viene a mi encuentro.

    —¿Qué quieres?

    —Háblame bien a mi. Ser inferior.

    —Claro que si, doc. — Rió, haciéndome sonreír a mi también. Lo tonta nunca se le iría.

Salvando al culpable (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora