⚡Un placer coincidir en esta vida

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El cac-cac de los tacos imponentes contra la fría valdoza confirmaban los seguros pasos de una mujer y aunque se sintiera ajena a ese sentimiento enfiló decidida hasta el departamento del ministerio en donde se llevaría a cabo su divorcio. Era contraproducente pensar que el mismo día que iniciaba su carrera como sanadora finalizaba su papel como esposa, era un tanto complicado y cruel el pensamiento en su cabeza, pero no se podía permitir derrumbarse por dos razones bastantes justificables: Sus hijos y su dignidad. Ginevra Potter llegó hasta donde estaba el oficial esperando y justo al lado estaba su esposo... esposo por unos minutos más.

El oficial la saludó de manera cordial y juntos entraron en la oficina evitando por completo a Harry, no necesitaba ver el alivio reflejado en sus ojos en ese momento. Ella vestía una blusa blanca de gasa con vuelos a los costados de los botones. La falda azul ajustada hasta las rodillas estilizaba su figura y los tacones que llevaba iban a tono con la falda. El fragante cabello estaba atado en una cola de caballo que hacía resaltar su impecable rostro surcado en pequitas amorosas a ojos de Harry, su mujer estaba hermosa. Ella en el último día de su matrimonio estaba tan hermosa como en el primer día que iniciaron su vida matrimonial así como el segundo, el tercero... Harry sonrió, ni un bendito día de su matrimonio él sería capaz de olvidar y comprendió que lo único que necesitaba para vivir en paz era olvidar, borrar esos episodios de su vida y quemarlos para no revivirlos jamás.

― Buenas tardes señores Potter ― Comenzó el oficial acomodando algunos papeles sobre su escritorio ― Mi nombre es Gerard Franco y soy la persona encargada de oficializar la desvinculación ― Decía el señor Franco resultando ser bastante monótono ― ¿Ambos están aquí por mutuo acuerdo? ― Harry miró a Ginny y vio horrorizado como ella asentía inmediatamente cuando su corazón y sus ansias solo daban una negativa como respuesta.

― Sí, claro que sí ― Sin embargo su boca lo traicionó diciendo aquello tajante.

― Muy bien, es mucho más fácil que ambas partes estén de acuerdo ― Argumentó el señor Franco ― Ahora necesito sus alianzas, por favor ― Harry se quitó su anillo del dedo anular y se la dio al oficial inmediatamente. Ginny en cambio dudó observando con tanto cariño su alianza, mientras que con la otra mano acariciaba aquella alianza que no quitara de su delgado dedo en doce años.

― ¿Es necesario? ― Preguntó ella. Harry la miró, sólo necesitaba un indicio, alguna señal y si ella tan solo decía que no entregaría su alianza él no se opondría y lo más probable era que comenzara a reír como idiota y la besara hasta cansarse, hasta recuperar el tiempo perdido. Cerró sus ojos, estaba destrozado y confundido, pero convencido de estar haciendo lo correcto y él mejor que nadie sabía que en algunas ocasiones hacer lo correcto no significaba felicidad... él definitivamente no se sentía feliz de hacer lo correcto en ese momento.

― Me temo que sí, señora. Cuando dos personas contraen nupcias el nexo mágico de la unión recae en las alianzas, por tanto si usted permanece con la alianza la desunión no se llevará a cabo y ambos seguirán estando casados ― Explicó el oficial brevemente.

― Claro, entiendo ― Musitó Ginny entregando su alianza al señor Franco. Se sintió desnuda sin su anillo cubriendo su dedo, una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla y ella miró hacia el lado opuesto en que estaba Harry para poder enjugarla.

― ¿Tienen dos hijos? ― Harry asintió y Ginny giró la cabeza para mirar al oficial ― James Sirius Potter y Albus Severus Potter. Trece y once años respectivamente, ambos estudian en Hogwarts lógicamente ¿Acordaron una suma para la mensualidad de los niños?

Comenzar de Nuevo (HxG)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora