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Estábamos en el auto de Harry

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Estábamos en el auto de Harry.

Un Maserati precioso, que casi me causa un infarto al verlo. Prefería los Tesla, claro, pero aún así era increíblemente sensacional.

El sol estaba cayendo. Lograba verlo desaparecer entre los edificios a la distancia, y le daba un toque amarillento al momento. Manhattan estaba bañado en amarillo y se veía preciosísimo.

A mi lado estaba Harry. Sus manos firmes sostenían el volante con simpleza. Sus dedos apenas rozaban la superficie y se deslizaban con delicadeza sobre este cuando lo giraba. Me gustaban mucho sus manos, de hecho, podía asegurar que ellas, y sus ojos, eran lo que más me gustaba de él.

Estaba serio. Parecía concentrado e inerte de todo, pero sabía que estaba escuchando con atención a Louis porque daba leves asentimiento de vez en cuando que el ojiazul soltaba preguntas retóricas.

Por otro lado, Louis no dejaba de hablar del infierno que era entrenar particularmente con su entrenador de americano. Lo sentía por el, parecía no tolerarlo ni un poco, y podría notar que lucía levemente cansado. Había un atisbo de ojeras debajo de sus ojos y en cada movimiento se tomada un tiempo de un largo segundo.

Era apuesto.

En realidad, los cuatro amigos eran muy atractivos.

-¿Cuanto falta? -. Pregunte cuando note que Louis hizo silencio de unos segundos.

La cabeza de Harry entonces giró y me observó varios microsegundos para volver su atención al frente. Lo que agradeci.

Ninguno había hablado sobre el incidente del otro día y eso estaba bien para mí porque no quería recordar el ataque de ansiedad que casi me da de no ser por Harry. Lo había abrazado sin importancia de los demás cuando llegue, porque en realidad estaba agradecida de su pequeña distracción momentánea.

-Unos dos minutos.

Señalo con la cabeza al frente.

El centro Rockefeller no estaba tan lleno como pensé. Todavía no habían colocado el árbol de navidad porque aún faltaba un mes exacto para eso, pero podía sentir la vibra alegre que ya había al rededor. Siempre me había gustado patinar allí.

Alessandro me llevaba cuando estaba triste, o simplemente malhumorada. Así como así, mi humor cambiaba y pasábamos horas riendo y patinando. Como dos buenos hermanos.

Sonreí sin evitarlo. Lo extrañaba.

Escuche la bocina del auto de atrás, y baje la ventana unos segundos para sacar la mano y hacer un gesto obsceno en su dirección. Escuche la risotada de Louis, y gire la cabeza para ver por el vidrio trasero a G devolverme el gesto.

Habíamos venido en autos diferentes porque no todos cambiamos en el auto de Liam.

Harry me pidió que lo acompañara y Louis se coló, mencionando que yo era más divertida que presenciar las escénicas de amor por parte de Liam y G. En cambio, Niall y Jeff no se salvaron de aquel suplicio.

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