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Los toques insistentes en mi puerta me levantaron con sobresalto

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Los toques insistentes en mi puerta me levantaron con sobresalto. Eche un vistazo rápido a mi reloj, sorprendiendome porque era más de las doce del medio día.

Me quejé unos segundos con pereza. Deberían hacer un aparato que abriera la puerta a distancia.

Bueno, probablemente ya existía.

Me deshice de la sábana sobre mi cuerpo y di pasos largos hasta la puerta de mi habitación. No hacia frío por la calefacción, pero aún así note a través de los ventanales el tiempo nublado.

Era un día bonito, a pesar de lucir lluvioso frío.

De pronto, una corrida de toques más fuertes se hizo presente, sobrasaltandome tanto que casi caigo de culo sobre la alfombra. Frunci el ceño con molestia.

-¡Que ya voy!.

Abri la puerta con fuerza, llevándome una sorpresa al divisar quien estaba del otro lado. Mejor dicho, quienes.

Los chicos me miraban con burla y sorpresa, no lo comprendi hasta que Harry me hizo señas con sus ojos y apunto hasta mi atuendo.

Me sonroje.

Llevaba un camisón de Alessandro que yo misma le había regalado, pero se lo había mandado a bordar hacia tiempo y tenía mi rostro en grande. Uno gracioso.

Que vergüenza.

-¿Hola? -. Intento ignorar el hecho de que me vieran de esa manera. Si eran mis amigos tendrían que acostumbrarse.

-Vistete, te necesitamos -. Ordeno Louis.

Observe que solo estaban ellos cuatro. No había rastro de G o Jeff por ningún lado.

La confusión me llenó y me permití congelarme varios segundos más. ¿Ellos estaban buscándome a mí?, ¿sin G?.

Vale..eso era bueno, ¿no?.

-¿Se puede saber para qué soy buena?.

Mi voz no salió tan amable como quería, pero no podían culparme. Estaba recién levantada. Consideraba que aquello era motivo suficiente para que ellos me dejaran actuar como cria.

-Tal vez..

-Ni lo pienses, Niall -. Interrumpió Harry con voz gruesa, algo molesto. El castaño sonrió burlón y levantó las manos, en un gesto de paz.

No les preste demasiada atención. Me di media vuelta dejando la puerta abierta detrás de mí, y dándoles la bienvenida a mi departamento.

Los chicos todavía no lo conocían, salvo por Harry quien ya había estado allí, y no de alguna manera buena. Todavía podía recordar sus quejas por el alcohol en sus heridas, y lo rojo que se encontraba por la furia de la pelea.

A través del espacio de la puerta y los chicos entró una brisa fría y casi cortante que me hizo abrazarme con fuerza a mi misma. Estaba haciendo demasiado frío.

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