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Estaba en la azotea.
Era de noche.
Podía ver a los chicos reír y contar diversas historias de la infancia. Gemma y Jeff estaban juntos en una silla de playa, mientras que los demas estaban esparcidos por el cesped.
Todos menos Harry.
Lo había perdido de vista hacia unos cuantos minutos.
Sonreí cuando divisé a Des besar los labios de Anne desde la mesa arrinconada en el lugar. Ellos hablaban mientras que de vez en cuando sonreían al ver a los chicos.
No había nadie más de la familia Styles, y me parecía excelente.
La brisa fría se mezclaba entre mi suéter corto y me erizaba la piel. No había llevado abrigo, pero no sentía algún frío insoportable, así que no me moví de donde estaba.
De hecho, me sentia bien. En paz. Tranquila. Casi feliz.
Pero también estaba triste por no decirle a mis padres dónde estaba realmente. No podía decirles que no estaba estudiando, mucho menos que estaba en casa de Harry.
Porque era una idiota. Lo sabía, pero no podía dejarlos de lado. Después de todo eran mis padres, y lo único que me quedaba.
-Parece que descubriste mi lugar secreto.
La voz baja y ronca de Harry me sobresaltó a mis espaldas, sin embargo no me giré a verlo. Sonreí.
-Lo lamento -. Pero no lo hacía.
Senti sus pasos acercarse y segundos después su saco negro estaba sobre mis hombros. El perfume impregnado en el me embriagó, y casi me obligué a no quitármelo de encima.
Estaba volviéndome loca.
-No tienes que dármelo.
-De todas formas tengo calor.
Eso es una mentira. No solo lo supe porque era imposible que sintiera calor con aquella temperatura, si no que esta vez lo mire ladear un poquito la cabeza, algo que hacia cuando mentía.
Si, era pésimo haciéndolo, y yo era demasiado detallista.
-Lamento si mis padres te han atosigado.
Su cuerpo cayó junto al mío. Dejo que sus pies colgaran del borde, mientras que yo permanecía unos centímetros más atrás con mi posición de indio.
-En lo absoluto -. Rei -. incluso me siento más cómoda aquí que en casa de mis padres.
Desde atrás aprecié sus sonrisa.
Las luces amarillas del patio daban de lleno en su rostro, haciendo que los ojos le brillarán más de lo normal e hicieran algún tipo de efecto en ellos amarillento.
Mi corazón se apretó.
-Es bueno escucharlo, temía que fueran a exagerarlo todo.
Estábamos susurrando porque la música se había acabado hacia bastante rato, siendo sustituida por las risas y las voces de los chicos.
