HORAM ADAMSConduzco inquieto hasta el aeropuerto, donde se supone que debía estar hace media hora. Me estaciono delicadamente, lo menos que quiero es ganarme otro insulto por rayar el auto preferido de Kian. Bajo rápido y corro hasta la sala de espera, ahí se encuentra un amargado Louis con una cara de querer matarme.
– ¡Hasta que la princesa se digna a escapar de su castillo! –dice para nada contento– ¿Dónde estabas? Te estuve esperando por una hora ¡Una valiosa hora de mi tiempo!. Mi tiempo es oro, así que deja de hacerme gastarlo.
Hago una mueca, eso lo había olvidado completamente.
– Lo siento, estuve en el evento de una nueva campaña que apoya mi padre y tuve un pequeño inconveniente.
Y sí, con "pequeño inconveniente" me refiero a cuando llevé a Stella al pequeño parque y ella me descubrió llorando. Realmente fue un momento muy penoso.
Pero no se lo diría a Louis, al menos no por ahora.
– Haré como si no estuviera interesado en escuchar la historia completa, así que apúrate y llévame a mi casa, Cielo Azul.
Ruedo los ojos por ese estúpido nombre, es imposible que él no me llame así.
– Siempre te lo he dicho y siempre te lo diré: Que apodo más patético elegiste para fastidiarme.
– Deja de hacerte el odioso conmigo, aquí el odioso debería ser yo. ¡Me dejaste aquí tirado por una hora! –exclama sin superarlo aún.
– Luego me contarás qué fue lo que hizo que odiaras tanto el viaje. Vamos –lo empujo para que comience a caminar.
Cuando llegamos al auto, Louis suelta una carcajada.
– ¡No puede ser! Ésta vez te pasaste, Cielo Azul –dice riendo.
Lo miro confundido sin entender de qué habla, él señala una parte del auto y yo casi me desmayo.
– ¡Le hiciste un rayón a el auto nuevo de tu hermano a propósito! –sigue riendo.
– ¡No fue a propósito! Te juro que cuando bajé eso no estaba así.
– Ahora sí te metiste en un problema enorme, amigo.
Suspiro y paso una mano por mi cabello, pienso en el tema por unos segundos y luego me uno a las risas de Louis.
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Me lanzo en el cómodo sofá del apartamento que comparten Louis y su prima Loren.
– Algún día me robaré tu sofá –le digo.
– Inténtalo y te lanzaré a los perros del sótano para que te devoren –dice él señalándome, intentando asustarme.
Comienzo a reírme.
– No tienes sótano, ni tampoco perros.
– Tal vez los consiga cuando decidas robarme mi sofá preferido –se encoje de hombros caminando al cuarto de su prima.
– ¡Sal de aquí, estúpido! ¡¿No sabes que antes de entrar a una habitación primero tienes que tocar la puerta?! ¡Eres un maleducado salvaje! –grita ella molesta.
Puedo ver como Louis intenta disculparse mientras sale asustado y Loren la lanza un tacón, con suerte él logra esquivarlo.
- ¡No fue mi intención entrar así, desquiciada! –dice.
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Sé mi cielo estrellado
RomanceA veces un cielo lleno de estrellas puede darte la misma alegría que sientes al saber que tienes a alguien que pueda devolverte la personalidad que perdiste al pasar por algo devastador. Eso mismo pasó con él, después de tanto esperar por algo que h...