Cap. 5

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¿Creían que al enfrentarme a Lara todo sería color de rosas y que ella no me diría nada?

Pues estaban tan equivocados como yo.

Luego de ese pequeño enfrentamiento, ella se acercó a mí para hablarme "amistosamente" –si es que saben lo que es una charla amistosa con la abeja reina–. Esa pequeña conversación terminó con ella amenazándome de una manera increíble, yo asustada, Horam mirándome con cara "Yo tenía razón" y finalmente Lara me dijo dulcemente que no estorbara en sus planes.

Vaya, en serio soy una tonta por creer que al decirle las cosas en la cara yo sería libre y feliz.

Pero no todo fue en vano, al menos Andrea era la nueva líder del comité de graduación y creo que al fin podrá conseguir su beca.

– Cuando pensé que no podías ser más manipulable, pasa esto –dice Horam alzando las cejas, le doy una mala mirada– Tranquila, no te juzgaré. Seguramente tienes tus razones para acceder tan fácilmente a lo que ella te pide, así que mejor me quedaré en silencio hasta que aprendas a ser menos ingenua.

Ruedo los ojos y recuesto mi cabeza en la mesa.

– Lo menos que quiero es que alguien me recuerde lo patética que soy.

De repente, Horam pone una mano en mi hombro y le da un leve apretón.

– Por eso dije que no te juzgaría ni diría algo más, sé lo que se siente ser así y lo menos que quiero es hacerte sentir peor.

Este chico es muy amable, no entiendo porqué lo critican.

– Gracias por comprender.

– No hay de qué.

Quise seguir hablando con él, pero anunciaron que podíamos irnos a casa ya que la mayoría de los profesores no pueden venir.

Todos se alegran, menos yo. No tengo nada que hacer en casa, prefiero mil veces estar aquí en lugar de estar encerrada en ese silencioso espacio.

– Parece que no te agrada la idea de irte a casa –dice Horam.

– La verdad es que no, nunca me gustó estar tanto tiempo en casa.

– Déjame decirte que ya somos dos, Estrellita.

Luego de que casi todos se van a quién sabe donde, decido ir a visitar a Clarisse. Por suerte, su consultorio queda cerca así que no me cuesta tanto –en realidad sí– llegar.

Saludo a la recepcionista y le digo que voy a pasar 20 minutos, a lo que ella accede.

En cuanto entro, Clarisse me mira sorprendida y me abraza.

– ¡Qué sorpresa! No pensaba verte por aquí. Siéntate, ya estás bastante familiarizada con esto –dice ordenando unos papeles.

– Suspendieron las clases de hoy y ya sabes lo horrible que es estar en casa y aguantar a mi mamá.

Ella suelta una risita.

– Lily puede llegar a ser muy impredecible, me alegra que no te hayas ido varias horas antes a tu casa. ¿Quién sabe? Seguramente te daría un buen regaño sin dejar que le expliques, o tal vez te ignoraría.

– Nunca se sabe qué esperar de ella –digo encogiendome de hombros– Pero si yo no le importo, ella tampoco debería importarme.

Cómo quisiera darle la misma importancia que ella me da a mí.

– Ella te ama, Stella. Quizás no tomó las decisiones correctas, pero hizo todo eso porque te quería.

– ¡Esa no era la forma! ¡Si tanto me amaba no debió quitarme a la persona más importante para mí a base de mentiras! –exclamo. Otra vez estoy llorando por lo mismo de siempre.

– Cálmate, entiendo que aún le tengas rencor, yo también sigo enojada por lo que pasó. Puedes gritar, llorar o liberar lo que sientes, pero nada de eso podrá cambia el pasado –dice de lo más relajada tomándome la mano– Sin embargo, ayudará a que aprendas a sobrellevar la situación.

"No vas a negar que alguna vez quisiste tener el poder de reparar un error ajeno que te afectó a tí. Aunque la triste y decepcionante realidad, es que no hay nada para evitar el dolor que eso te causó. Lo único que puedes hacer, es tener la esperanza de que algún día ese dolor se reducirá hasta transformarse en una lección de vida."

Clarisse tenía un don especial, sus palabras eran tan reconfortantes. Al igual que las de Yhon Duff.

Ambas opiniones me hacían creer que esto algún día mejoraría.

– Gracias por tus grandes consejos, madrina. Si no fuera por tí, ya estaría pensando suicidarme –bromeo al final, pero ella me da una mirada seria– Obvio que no lo haría, tampoco te lo tomes tan en serio.

– Más te vale nunca pensar en eso, porque en serio me sentiría culpable al saber que mis intentos de ayudarte fueron en vano.

Fue lindo saber que alguien se preocupaba por mí.

Seguimos hablando de muchas cosas, incluso me nombró algunas actividades divertidas que podría hacer para no aburrirme tanto.

Obviamente no todo puede ser tan bueno por un rato, porque siempre hay algo que arruina mi felicidad momentánea.

Tuve que irme ya que mi madre se enteró de que tenía el día libre y no estaba en casa. Y como toda loca que es, pensó que quizás yo estaría con unos amigos delincuentes haciendo cosas ilegales.

Es una completa dramática loca cuando quiere, osea, la mayoría del tiempo.

Y cuando llegué, ella estaba esperándome en el sofá para darme un sermón sin sentido.

– ¡Llevo media hora esperándote Stella! Seguramente la mafia con la que andabas no te dejaba venir. Es que eres tan necia y problemática, ¿Qué he hecho de malo para que me lo pagues así? ¡Nada! ¡Lo único que hago es cuidarte y protegerte del monstruo de tu padre! Pero no, tú prefieres ir a reunirte con unos.... ¡Ni siquiera sé con quién te reúnes! Estás castigada.

Eso es a lo que me refiero.

– ¡No estaba con delincuentes! ¡Solamente fui a ver a Clarisse! ¿Qué tiene de malo querer irme con ella en lugar de estar aquí soportandote?.

– No vuelvas a hablarme así, jovencita. Y no te creo nada, tú solo visitas a esa loca una vez al mes. ¡Así que estás castigada todavía!.

Intento no gritar de frustración y subo a mi cuarto, ahí me encierro.

Todo hubiese sido más fácil si ella no fuera una demente controladora que sólo buscaba quedarse con el dinero de mi padre.

Sé mi cielo estrelladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora