Un estruendo cercano al borde del muro llamó la atención del personal médico y de los soldados que estaban cerca, haciendo que algunos tuvieran que retroceder por precaución.
— ¡¿Qué está pasando?! — gritaron los médicos con sorpresa al ver a un grupo de militares que aparecieron repentinamente, provocando un fuerte ruido al caer por la falta de gas.
— ¡Tenemos un soldado herido! — exclamó la capitana Rico Brzenska mientras sostenía el cuerpo de Eren Jaeger con ayuda de Armin y Mikasa.
Los médicos corrieron rápidamente hacia el herido y lo tendieron en una camilla para examinarlo.
— ¡Este muchacho está ardiendo en fiebre! — dijo la doctora con una expresión de sorpresa y preocupación. — No puede seguir aquí.
Mikasa y Armin intercambiaron miradas llenas de angustia e intranquilidad.
— ¿Qué va a pasar con él? — preguntaron los dos amigos del joven inconsciente, al ver como el personal médico cargaba la camilla de Eren Jaeger para transportarlo junto a los otros heridos de gravedad.
— Tenemos que bajar su fiebre lo antes posible, o puede sufrir un daño cerebral. — explicó la doctora antes de acelerar el paso para atender a los demás soldados malheridos.
— ¡Espere!
Mikasa intentó ir con la doctora para preguntarle qué pasaría con Eren; pero Irene Vermilion la detuvo, haciéndole entender que no podían quitarle más tiempo, y menos cuando las vidas de muchos compañeros dependían de ello.
— Eren estará bien, estoy seguro. — dijo Armin, acercándose a su amiga de infancia para tranquilizar su preocupación.
Sin embargo, ninguna de sus palabras podía calmar su inseguridad.
— Capitana Irene. — pronunció la muchacha con cierta tristeza escondida en su voz. — No dejarán que se lleven a Eren, ¿Cierto?
Aquella pregunta tomó por sorpresa a Irene, pero pudo entenderlo mejor cuando unos soldados de la Policía Militar entraron en su campo visual.
— No es una promesa. — dijo la capitana Irene Vermilion, decepcionando a la joven recluta con su respuesta.
Pero no podía prometer algo incierto, ni tampoco crear falsas esperanzas cuando sabía perfectamente que la Policía Militar usaría todas sus influencias para encerrar a Eren Jaeger.
— ¡Señorita Irene, Capitana Brzenska!
Se oyó la voz de Emilio Kargieman, quien se había separado junto a los demás miembros del escuadrón de contraataque para ir en búsqueda del comandante Erwin e informarle cuál era la situación.
— El comandante Erwin y el comandante de la Policía Militar solicitan su presencia. — informó Emilio, haciendo que la sorpresa invadiera momentáneamente a ambas capitanas.
— Iremos inmediatamente. — dijo Irene tras un corto suspiro de frustración que escapó de sus labios al no haber previsto que el enfrentamiento entre las ramas del Ejército hubiese comenzado tan pronto.
— Primero hablaré con el comandante Pixis. — le dijo Rico Brzenska a Irene Vermilion. — Nos vemos luego.
La capitana Brzenska siguió su camino, e Irene hizo lo mismo mientras iba pensando en lo que estaría planeando Erwin ante el inevitable encarcelamiento de Eren Jaeger.
— ¿Y los demás, están bien? — preguntó la líder del escuadrón de contraataque, saliendo de sus pensamientos por solo unos minutos.
— Sí, están apoyando con el traslado de los heridos. — contestó Emilio. — Y también están ayudando con...