Marzo de 1905
Phichit
Era una linda tarde de primavera donde el cielo pintaba con hermosos tonos carmesí las siluetas de las escasas nubes en el horizonte. Una ligera pero fresca briza sacudía levemente la copas de los arboles en armonía y en el caso único, bello y joven cerezo del jardín del Palacio del invierno, el sutil viento provocaba que las delicadas flores rosadas cayeran una a una sobre los dos jóvenes que reposaban bajo su sombra.
–Y bien... –comentó sutilmente Phichit después de un largo silencio, incomodo sin duda para el joven omega a su lado.
Yuuri eludió su mirada olímpicamente, pero el joven moreno no se ofendió, ya se había acostumbrado a tal interacción a lo largo de la semana de conocerse. Incluso aprendió a leer las señales de incomodidad del joven japonés, así como su aroma delataba fácilmente sus emociones. Phichit soltó un suspiro fingiendo resignación antes de agregar:
–Es muy bonito aquí –con una gran sonrisa –. Aunque es algo frío.
El joven rara vez se daba por vencido y gracias a su numerosa familia, se había instruido en la habilidosa capacidad de conseguir lo que quería. Resultaba práctico tener sesenta y seis hermanos con personalidades variadas y géneros (primarios y secundarios) para practicar y compartir por atención y afecto.
Así que la timidez y hermetismo del omega varón y que le parecían adorables a Phichit, no lo iban a disuadirlo tan fácil de obtener la respuesta que buscaba.
–Te acostumbras –respondió finalmente el japonés con reserva.
–¿Japón es frio en el invierno? –peguntó el otro, liberando levemente su propia fragancia para neutralizar el acido aroma timorato de Yuuri. A pesar de ser más joven que él, tenía mucho mejor control de su cuerpo.
–Bastante –contestó Yuuri un poco más relajado –. Pero no es tan frió como San Petersburgo –agregó rápidamente –. Lo fresco de hoy no es ni una pizca de lo frío que puede ser.
Cuando Yuuri le regaló una sutil sonrisa, Phichit supo que iba por el camino adecuando.
–En Bangkok rara vez hace frío –dijo el príncipe recordando su querido hogar –. Es más que nada húmedo... y sofocantes, con selvas por todos lados –comentó dramatizando y ganándose una risita por parte del omega –. Hay muchas plantas que florean, pero nada como este árbol.
En realidad había muchas cosas en San Petersburgo (en Rusia por lo general) desemejante a Siam. El clima era la punta de la montaña de las diferencias; todo era nuevo y excitante para el joven príncipe: las costumbres, los palacios, los paisajes y por supuesto las personas.
Phichit tenía el don para la gente, además de una personalidad extravertida y picante, cualidades por las que se ganó mucho el afecto de su padre el Rama V, Chulalogkorn el grande, así como el acatamiento de mucho de sus caprichos; y al no estar a la cabeza de la línea sucesoria por ser un beta, eso le daba más libertades que sus hermanos alfas que si lo eran.
Por el ejemplo, el viajar a tierras extrajeras por placer era una de esas ventajas que sus hermanos no podía darse el gusto. Y gracias a los maestros ingleses que viajaron a Bangkok, había aprendido hablar fluidamente el idioma, permitiéndole interactuar con las cortes extrajeras.
Ese era su principal razón para aquel viaje en particular, adaptar sus habilidades sociales a las diplomáticas por un futuro prospero para dinastía Chakri. Porque a pesar de las relaciones que había entre Siam y la gran Bretaña, su padre buscaba nuevos aliados extranjeros para mejorar sus opciones.
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El Omega del Emperador (Victuuri)
RomanceEl emperador y autócrata Alexandre Ivánovich Nikiforov, Zar de toda Rusia, ha muerto. Viva el Zar Viktor, nuevo gobernante del zarato ruso. En las voces comunes del ciudadano solo se alababa a su nuevo emperador, pero los susurros de los allegados...