Finales de Abril de 1906
Lilia
En la privacidad de unos de los salones secundarios del ala norte del palacio del invierno, Lilia Baranovskaya se encontraba semi-oculta entre las sombras de la noche, sentada cómodamente en uno de los bellos sillones otomano, en lo que bebía con calma una copa de vino de una vieja cosecha. Su duro rostro solo era perceptible por la poca luz proporcionada por las destellantes llamas de la chimenea, en lo que calentaban sutilmente la habitación.
Era su momento preferido en el día, en que se podía retirarse en su soledad y dedicar sus pensamientos a los sucesos del día. Y esa ocasión no era la excepción, solo que había un doble sentido para haber escogido esa sala en lugar de la acostumbrada.
Sus pensamientos de esa noche estaban enfocados en su ex prometido para su propio desagrado.
Hacía bastantes años y en la cúspide de su carrera, Lilia se había dado el extraño lujo de enamorarse de un hombre; un terrible error. Para las profesionales del arte como ella, amor era un distractor y una pérdida de tiempo.
Así que, como un equipaje estorboso y viejo, eliminó al hombre beta de su vida que resultaba ser más un lastre que ayuda, rompiendo así un compromiso que duro por años. Cuál fue su desagrado y cruel ironía del destino, cuando volvió a encontrárselo sirviendo como uno de los hombres de más confianza del zar. Yakov Fletsman fue la razón por la cual casi rechaza la petición personal del mismo emperador de ocuparse de la educación de las damas omegas del harem.
Al final su orgullo fue más fuerte que sus propios principios y accedió a una oportunidad única en su vida. Y a eso, ya había veinte años.
Veinte años en los cuales ella y Yakov continuaron con su característica lucha de opiniones y diferencias de ideologías, la danza particular de ellos. En un principio tal rivalidad había resultado interesante y excitante, algo que le sorprendía a la mujer alfa en la personalidad de un beta, pero en el fondo esperaba que su género lo llevara seguir su naturaleza mediadora y fuera siempre él el que diera el paso hacia atrás. Eso nunca sucedió.
Debía darle el crédito de ser terco, pero Lilia lo era más.
Ahora nuevamente la enfrentaba en una decisión que no solo ella alentaba, sino que defendía con vehemencia; algo en lo que Yakov había fallado como hombre de confianza del zar, así como principal instructor del zarévich. Y no importaba cuanto se lo recriminara, ella estaba convencida de estar en lo correcto.
Pero mientras se enorgullecía personalmente de sus acciones en la privacidad de su sacro momento entre las sombras y el picor del vino en sus labios, Lilia fue interrumpida al abrirse lentamente la puerta de roble de la pequeña sala, en lo que una menuda figura se adentraba suavemente en la oscuridad y las sombras.
Esa era la razón de la elección de esa habitación en particular, y esa era la persona a la que había estado esperando. Aunque él no lo sabía.
Con dóciles murmullos, el recién llegado comenzó a llamar a un tercero que no se encontraba presente; pero pronto sus palabras se ahogaron en su garganta cuando se topó nada menos con la exprima bailarina sentada en su butaca al fondo de la habitación con un semblante terrorífico ante la poca iluminación de la habitación.
Normalmente la alfa daba miedo, pero así... era terrorífica.
–Molodoy Yuuri –dijo provocando un sobresalto en el pobre omega –, se encuentra muy lejos del lado oeste del palacio, especialmente a estas horas de la noche –agregó en fluido ingles.
–Eh...e-es que me perdí –mintió descaradamente éste siendo muy obvio para la alfa. En cuestión de segundos la habitación se llenó del aroma de estrés del omega.
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El Omega del Emperador (Victuuri)
RomanceEl emperador y autócrata Alexandre Ivánovich Nikiforov, Zar de toda Rusia, ha muerto. Viva el Zar Viktor, nuevo gobernante del zarato ruso. En las voces comunes del ciudadano solo se alababa a su nuevo emperador, pero los susurros de los allegados...