6.4 Colateral

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Principios de 1924

Viktor

–¡¿Por qué hiciste eso?!

Viktor entró intempestivamente a la sala de la familia real, asustando a sus hijos sin intención. Antes de que pudiera decir o hacer algo para corregir sus acciones, Minami actuó de inmediato tomando a los niños de las manos y llevándolos a la habitación contigua.

Yuuri, que había permanecido en silencio, siendo su mirada de sorpresa ante la entrada sorpresiva de su esposo la única reacción de su parte, finalmente respondió cuando sus hijos quedaron fuera de su vista:

–No podía quedarme callado.

El omega se irguió orgullosamente destacando toda su altura y porte. Aún que Viktor fácilmente lo superaba en un palmo, la presencia de su svyazannyy podía resultar para muchos intimidador, especialmente cuando no esperan algo así de alguien de su género.

Generalmente, Viktor se sentía orgullo de él ante aquella posición dominante y segura. Había visto a Yuuri pasar de ser el chico retraído y tímido a imponente consorte del emperador. Y hacía muy buen trabajo en ello, incluso su ruso se había vuelto impecable; pero por desgracia, ese no era el mejor momento para vanagloriar sus actos.

–Ellos no hicieron nada malo o que no hubiera consentido –insistió su amado tercamente.

Viktor literalmente dio un brinco al escuchar tal afirmación. Si era cierto, la situación podía ser mucho peor de lo que se imaginaba.

–¡¿Tú lo consentiste?! –preguntó éste casi atragantándose con sus palabras, mientras sujetaba a su esposo por los hombros.

–¡No! ¡Ni siquiera lo sabía! –se apresuró a explicar Yuuri alterado ante la insistencia de su lyubvi. Claramente alarmado por el cambio de aroma que provocó Viktor en la habitación –. Sí, Guang hong Ji llegó a preguntarme sobre lo que era el estar enamorado de alguien –agregó –. De los sentimientos que invaden cuando te encuentran enlazado con el amor de tu vida –sus últimas palabras fueron más débiles, en lo que leves lágrimas querían asomarse por sus ojos a pesar de su mirada decisiva.

Viktor era sumamente débil con respecto a Yuuri y su corazón cedía ante él al instante. Al ver el estado que había provocado en su svyazannyy, deseó abrazarlo, besarlo y consolarlo por impertinencia. Pero había un asunto muy serio entre manos; tenía que ser primero el Zar, antes que el esposo enamorado.

–Pero nunca me dijo nada sobre el joven De la Iglesia –terminó Yuuri ante el silencio y la mirada intensa de Viktor.

Y el emperador tenía razones para encontrarse tan preocupado. Guang hong Ji, el más nuevo miembro del harem, había cometido alta traición al ser atrapado intentando huir con un extranjero.

Guang hong Ji y Leo de la Iglesia se había conocido una tarde fría durante un paseo por la plaza roja. El americano se encontraba en un viaje de placer por el mundo, uno facilitado por la posición económica de su familia. Fue amor a primera vista, que en otras circunstancias habría resultado muy romántico, pero ante la situación Guang hong era mucho peor.

Habían encontrado la forma de verse a escondidas durante sus paseos en la ciudad, un privilegio que Yuuri había otorgado al harem al tomar control de éste. Se escribieron durante semanas con correspondencia falsa, haciendo parecer que el omega en realidad le escribía a su madre.

Y finalmente la noche anterior, decidieron huir juntos, siendo descubiertos por la guardia del palacio y detenidos en el acto.

–¿Alguien más lo sabía? –preguntó Viktor preocupado por la extensión del problema. Ya que entre más gente lo supiera, más cabezas rodarían.

El Omega del Emperador (Victuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora