11.3 Un sutil secreto

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Finales del otoño de 1914

Viktor

El futuro emperador a coronar de toda Rusia, Viktor Nikoforov, se encontraba de pie junta una de las largas ventanas en un rincón solitario de la catedral del Arcángel en Moscú, lugar de entierro tradicional de los grandes zares anteriores a Pedro "El Grande"; el príncipe estaba perdido en sus pensamientos mientras que su mirada escudriñaba con cuidado a la multitud alrededor del edificio, lamentando la pérdida de un gran emperador como el zar Alexandre Ivánovich Nikiforov.

De acuerdo a la tradición, so se perdía ni un instante después de la muerte del difunto para que fuere embalsamado y ataviado con su uniforme gala oficial. La procesión debía llevarse a lo mucho veinticuatro horas del deceso, siendo dirigido por los miembros del clero con sus ropajes ceremoniales, y terminado por la familia real.

El ultimo adiós al fallecido se realizaba en la hermosa catedral de Arcángel y era enterrado en su criptas, donde podía ser velado y lamentado tanto por nobles, plebeyos y mendigos. La pérdida de un zar, era un golpe muy duro para todo el pueblo ruso.

Los deudos se encontraban de luto desde hacía tres días y continuarían por treinta y siete noches más sus lamentos, junto con las campanadas de la iglesia como marcaban las costumbres. Un gran líder, un gran emperador que había llevado su imperio con fuerza y determinación digna de cualquier alfa, merecía una despedida como tal o aún mayor.

Viktor no se opuso a ninguna de las expresiones de dolor de su pueblo, y hasta en cierta forma los envidiaba.

–Tan pronto terminen los días de luto iniciaremos con los preparativos de la coronación –comentó Yakov Fletsman , la única persona que hacía compañía en esos momentos al gran duque. Viktor realmente apreciaba el apoyo que Yakov le había ofrecido durante esos días, pero no tenía mucho que compartirle en ese momento.

–Viktor, creo que tenemos que hablar... –comentó Yakov interpretando el hermetismo del príncipe – de tus planes...

Pero el otro continuó en silencio, aún con su mirada helada cautivada por los sucesos del otro lado de la ventana.

–No creo que sea buena idea que contraigas matrimonio poco tiempo después de la muerte de tu padre –soltó finalmente Yakov el verdadero tópico que deseaba marcar.

Viktor continuó en silencio, ignorando las palabras de su tutor, protector y mano derecha del gobierno. El beta en cambio rechinó los dientes en frustración ante la actitud infantil de príncipe, por lo que insistió agregando:

–Tal vez habría que dejar pasar un año como mínimo. Que el pueblo y la corte se adapten al cambio.

Pero no hubo respuesta.

–Viktor, es muy radical lo que piensas hacer –insistió Yakov elevando la voz –. No solo quieres casarte con miembro del harem de tu difunto padre, sino también un varón. Saben el caos que provocaría eso, la habladuría.... ¡Recuerda lo que pasó con tu tátara tío! –dijo con fuerza.

Efectivamente, el duque Ivan "El peculiar" (un nombre que no le favorecía en lo mínimo). Un alfa enfermizo pero de actitud terca que se aferró locamente de un omega varón de una clase inferior. Ivan fue uno de los pocos emperadores que reinaron por pocos años y también el único que tuvo un consorte varón a pesar del rechazo de la corte, la familia real y el pueblo de Rusia; siempre se pensó que ambos hechos estaban relacionados.

Aún años después de su muerte, sus acciones eran chismes pecaminosos que se compartían en el palacio de invierno. Algo que el beta no le deseaba al nuevo y futuro zar.

El Omega del Emperador (Victuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora