Abril de 1920
Yuri Plisetsky
Había una verdadera conexión entre Moscú y Yuri Plisetky. No solo donde fue de nuevo aceptado por la corona, sino también su primer hogar como príncipe (aunque haya sido por pocos años de su infancia) y así también su lugar de nacimiento. Y después de cinco años de su regreso, el Kremlin sería de nuevo elegido para su fiesta de cumpleaños.
Una pésima sorpresa por parte de su medio-hermano, el zar Viktor. La discreción no era una palabra adecuada para describir las acciones del emperador. Sin importar cuánto fingirá él, la corte y los sirvientes, no quedaba duda que la razón del viaje a la ciudadela de Moscú era para celebrar su vigésimo cumpleaños.
–Maldito, Viktor –lo maldecía entre diente Yurio con frustración. Pero a final de cuentas no podía quejarse realmente de él, después de todo lo había recibido con los brazos abiertos, agregado a la corte y reconocido como miembro de la familia real.
A Yurio le había entregado nuevamente sus títulos, y su vida había cambiado drásticamente. Pasó de ser el olvidado príncipe desterrado, al envidiable medio-hermano del emperador. Pero la fortuna, títulos y reconocimientos no era nada para Yurio como pertenecer a un hogar.
Sí, el joven rubio tenía mucho para estar agradecido, pero por desgracia, su tiempo bajo la protección de la corona estaba llegando a su fin.
–¿Lo has encontrado? –le preguntó Yurio una vez más a Otabek, la mañana previa a su cumpleaños.
–Sí –dijo éste con su característica seriedad –. Me informaron que se encuentra en los jardines de Alexander –indicando la zona privada de la familia real en la ciudadela –. ¿Es necesario decírselo ahora? ¿No prefieres que Viktor se lo comparta?
–Es mi decisión –respondió el rubio –. Deseo decírselo yo mismo.
Su guardaespaldas y amigo no objetó ante sus deseos, simplemente asintió con la cabeza antes de seguirlo a los jardines.
Largas extensiones de pasto verdes, decoradas con esculturas, luminaria barroca y setos podados a la perfección, distinguían los jardines del Kremlin, pero el destino de Yurio estaba mucho más lejos, completamente fuera de la vista de los mirones y visitantes. La persona en particular que buscaba, era tan solo una motita en la distancia comparada con el gran recorrido que debía cruzar para llegar hasta él.
Era bien sabido que el consorte del emperador prefería la privacidad cuando entrenaba, ni siquiera el harem o sus hijos eran la excepción; solo aceptaba la compañía de su asistente personal beta. El molestarlo en su momento privado no era la costumbre, pero Yurio haría la excepción ese día por primera y última vez.
Durante el largo recorrido por los jardines hacia su destino, el joven príncipe se preguntaba mentalmente una y otra como le explicaría a Yuuri sus intenciones. La duda ante la posible reacción del omega le preocupaba lo suficiente para imaginarse escenarios inverosímiles donde obtenía como respuesta el rechazo de una de las personas que más le importaban.
Como fue curioso el destino con Yurio en respecto a Yuuri, desde su peculiar encuentro en el tren durante su llegada, hasta la similitud de su nombre. El joven rubio recordaba, con algo de remordimiento, como los primeros meses la relación entre ambos había sido sumamente áspera. Yurio no había tenido el placer de conocer un omega antes, mucho menos un varón y extranjero de tierras lejanas.
Todo de Yuuri resultaba extraño para él y como todo alfa inexperto e inmaduro con problemas de temperamento, su principal respuesta a lo desconocido era con rechazo y agresividad. Eso no solo lo llevó a tener problemas con Viktor, la corte y Yakov (persona que se hizo responsable de su instrucción), sino que provocó en él mismo una pérdida de la confianza.
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El Omega del Emperador (Victuuri)
RomantizmEl emperador y autócrata Alexandre Ivánovich Nikiforov, Zar de toda Rusia, ha muerto. Viva el Zar Viktor, nuevo gobernante del zarato ruso. En las voces comunes del ciudadano solo se alababa a su nuevo emperador, pero los susurros de los allegados...