El día cero (0)

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París, Francia.

Son casi las 9 de la mañana cuando entro a mi café favorito en el centro de la ciudad.

El olor a café recién hecho me recibe al instante en que abro la puerta, y lo agradezco porque eso es todo lo que necesito para despertar un poco. Es invierno, y el frío en París se hace notar. Es que el invierno es mi estación del año preferida y...

No, no. La verdad es que era mi estación preferida. Ahora solo me trae malos recuerdos, pues solía compartir mi amor por la nieve y el frío con alguien a quien amé mucho.

Es una mierda, ¿cierto? Es como cuando dedicas tu canción favorita a alguien especial, pero por razones jodidas la vida termina haciendo que odies a esa persona, y entonces, la canción se convierte también en la que más odias. Y así, de escuchar la canción y sonreír al recordar cosas bonitas, pasas a escuchar un solo segundo de ella y cambiar bruscamente de emisora radial. Bueno, como dije, una mierda.

Y es que cuando amas a alguien con tanta fuerza y lo pierdes, llegan a tu vida un montón de cosas que te hacen pensar en ese alguien. Cosas que nunca imaginaste que te harían pensar en esa persona. Cosas que son un poco infantiles, o tontas, pero que te hacen ir al pasado, a los momentos precisos cuando todo estaba bien. Si solo hubiésemos sabido que todo cambiaría, ¿no? Cómo nos gustaría que las personas vinieran con una especie de trailer o una vista previa para saber si vale la pena el arriesgarnos o no.

Lo que sé con seguridad es que de haber visto el trailer de ella, me hubiera arriesgado mil veces más. Porque me arriesgué. Maldición, sí que lo hice.

Saliendo de mi ensimismamiento, camino hacia el mostrador, parándome al final de la corta fila de clientes esperando ser atendidos. Mientras espero mi turno, disfruto de la música suave que suena por el local, la que identifico como algún tipo de Jazz mezclado con Bossa Nova. En el futuro, si me llego a convertir alguna vez en el dueño de una cafetería como esta, esta sería la elección de música que pondría todo el día. Es relajante, no te impide concentrarte si así lo deseas, pero también le agrega buena vibra y un buen ambiente al lugar.

Tomo mi teléfono y me muevo por la pantalla, buscando el número de mi hermano. Se supone que nos juntaríamos aquí para hablar sobre negocios, pues me dijo que tiene una idea de un proyecto que quiere desarrollar con mi ayuda, pero no lo veo por ninguna parte. Y eso no es normal, puesto que él siempre llega antes que yo a todas partes. Aunque no siempre fue así, pues solía ser muy inpuntual. Pero aprendió con los años a ser responsable al respecto. 

Marco el número de Simon y espero a que conteste, sosteniéndolo apoyado en mi oreja.

La fila se acorta, y solo queda una persona antes que yo. Mi mirada se posa inconscientemente en esa persona. De espaldas veo que la mujer tiene el pelo igual a como lo solía tener ella. Espera, es... es idéntico. La forma de su espalda, las curvas de su cuerpo, su postura corporal, su altura.

Me trato de convencer de que estoy loco, que es mi mente haciéndome recordarla. Pero entonces se gira con un café en su mano, y cuando me mira por una milésima de segundo, noto que son sus ojos, su nariz, sus labios. Quedo estupefacto y atónito cuando veo que tiene la misma pequeña cicatriz en la frente, igual a la que tenía mi mujer. Observo que tiene sus facciones, su color de piel, todo de ella. Aunque ella parece no reconocerme, pues pasa por mi lado en dirección a la puerta, como si yo fuera solo una persona más en ese lugar. ¿Qué...?

—¿Aló? —escucho la voz de mi hermano por el otro lado de la línea—. Perdona petit frère*, estoy a cinco minutos de la cafetería. El tráfico está jodido hoy, ya sabes, por la nieve... ¿Aló? ¿Estás ahí?

Pero mi voz no parece salir de ninguna parte. Estoy en estado de shock, tanto así, que me cuesta unos segundos darme cuenta que la empleada del café me mira con el ceño fruncido, con clara molestia por estar estorbando en la línea de clientes.

—Si no vas a pedir nada, sal de la fila, amigo. ¡Siguiente, por favor!

Me muevo a un lado con torpeza, con los ojos bien abiertos y costándome hasta respirar. No, no estoy loco, estoy seguro que lo que vi era real. No lo imaginé.

Ma belle...

—¡Alex! ¿Estás bien? Te escucho respirar. ¿Pasó algo? —dice Simon por el teléfono.

—Ella —articulo con voz átona—. Era ella.

—¿Quién? —pregunta confundido—. Me estás asustando, Alex.

—Mi mujer. Era ella, la acabo de ver...

Mi mujer está viva.

Acaba de aparecer en mi café favorito.

No parece haberme reconocido.

Y justo ayer se cumplieron dos años desde el día en que se supone había muerto.

¿Y tú? ¿Qué estarías dispuesto a hacer para recuperar al amor de tu vida?

- - - -

*petit frère: hermano pequeño. Ese es el apodo que Simon tiene a su hermano Alex, el protagonista.

N.A. ¡Hola! ¡Nueva novela! Y si ya me conocen, saben que me gusta el drama🤭 Uy, hay mucho aquí que descubrir. Las invito a hacerlo y añadir esta historia a sus bibliotecas, porque juro que no se arrepentirán. Un besote, Val.

Olvidado Amor (en pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora