-1.372 (Parte 2)

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''Me gustas. Me gustas mucho''.

A lo que ella ladeó su cabeza, formó una hermosa sonrisa en su bello rostro y dijo:

—¿Quieres que te cuente un secreto?

Asentí con la cabeza porque no confiaba en mi voz. Ella, sin perder su sonrisa, acercó su rostro al mío, pero se dirigió a mi oído y susurró:

—Tú también me gustas muchísimo, Alex Blanchett.

Soltó una risita de niña pequeña, y tomó mi mano, tirando de mi para seguirla y continuar mirando la vista panorámica. Creo que mi sonrisa no podía ser mas grande justo en ese momento. Mierda, me vuelve loco.

Luego de estar casi una hora arriba, bajamos nuevamente por el ascensor y fuimos a buscar algo para comer. Encontramos un carrito de comida de Medio Oriente, y compramos dos shawarma, comida muy conocida por su sazón y por lo especial que tiene su forma de prepararla.

Caminamos y paseamos por los parques y jardines que rodean a la torre. Conversamos sobre mi familia, nuestra vida en Francia y nuestra llegada a Estados Unidos. No hay tanto que contar, pero ella parecía muy interesada en saberlo todo. Aunque intenté saber más sobre su familia, se notó que no era un tema muy agradable, por lo que pasamos a hablar de otra cosa.

Terminamos de pasear y se puso helado, por lo que volvimos a casa. Afortunadamente no había ruido, por lo que todos debían ya estar durmiendo.

Ahora estamos en mi habitación, siendo casi las 1 am. No tenemos nada de sueño, sin embargo.

Nos hicimos un té y nos sentamos en el suelo apoyados en un costado de mi cama. Tengo la guitarra apoyada en mis piernas, y toco algunos acordes mientras ella me guía con letras improvisadas. No suelo crear yo las melodías, pero diría que lo que está resultado es relativamente bueno. No he anotado nada hasta el momento porque lo estamos grabando todo con la grabadora de voz de su celular. Luego me preocuparé de pedírsela y tomar notas.

—Entonces, esta parte es: lalalalaa... —tararea la melodía—. Creo que sé que puede seguir a esa línea —comenta luego de un rato.

—¿Si?

—Si. Dale, toca. Yo cantaré.

Comienzo a tocar y ella canta bajito:

Bonita, te confieso

que siento fuego

tus labios son lo que anhelo🎶

—¡Hey! Eso está muy bien. Me gusta, me gusta —admito.

Debo admitir también que no canta taaaaan mal después de todo. No es como para ser cantante, pero salva bastante.

—¡Gracias! A veces me fluyen las palabras —dice con una sonrisa tímida.

—Eres muy talentosa —comento—. Tienes un don con las palabras.

Ríe suave pero su sonrisa no llega a sus ojos. Algo va mal al respecto, lo puedo notar.

—¿Qué ocurre?

—Es solo que... mi padre siempre se burló de lo que hago. Nunca me apoyó con mis escritos, siempre dijo que eran estupideces, que no tenía talento —suspira—. Entonces ya no sé si soy suficiente como para hacerlo, o si quizás simplemente lo hago como una mera distracción y el talento jamás lo tuve...

—Eso no es verdad —digo un poco enojado, pero no con ella, sino con ese hombre—. No debes dejar que jamás nadie te haga creer que no eres suficiente.

Olvidado Amor (en pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora