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-1.392 días atrás.

Pues... obviamente perdí en el pool. ¿Cómo no hacerlo? Es decir, una cita con ella es mucho más interesante que leer sus escritos. No es que no me interese leerlos, es solo que... ah, mierda.

Hemos estado muy ocupados entre nuestra rutina para no ser descubiertos, la Universidad y los pequeños conciertos en el bar, los quehaceres de la casa... pero planeamos ir en esa cita pronto.

Me gusta. Ella me gusta mucho, y no puedo evitarlo. He intentado dejar de pensar en la forma que me miraba mientras tocaba y cantaba hace algunos días atrás, pero no he podido sacar ese momento de mi mente. Y que ella esté en mi habitación justo ahora... no ayuda a distraerme en lo absoluto.

Hoy es miércoles y es un día festivo en Estados Unidos, por lo que no tuvimos clases. Por lo mismo, no podía dejar que ella estuviera todo el día en el sótano sin hacer nada. Durante el tiempo que lleva viviendo aquí le he pasado libros, a veces le presto mi computador, pero imagino que estar ahí sola debe ser aburrido. Por eso le dije que subiera sigilosamente hasta aquí y que viéramos una película juntos para pasar el rato.

—No... no puede ser... —murmura ella con voz triste—. No puedo creerlo.

—¿Estás llorando? ¿En serio? —digo burlón.

—¡Acaba de decir que le volvió el cancer! ¿Por qué tú no estás llorando?

—Porque es solo una película —exclamo divertido.

—¡Pero él no es solo cualquier personaje! ¡Es Augustus Waters!

Me estiro en la cama hasta alcanzar el paquete de pañuelos desechables en mi velador. Se lo paso y ella saca un montón para secarse las lágrimas y sonarse. Uh, adorable. Me río bajito para no parecer insensible, pues se nota que está afectada por toda la trama de la película. Es basada en un libro y se llama Bajo la misma estrella.

La película termina y el final es bastante triste, eso debo admitirlo. Ella está llorando aún más.

—Toda la película pensé que sería ella quien moriría. Dios, odio llorar por peliculas así. Odio llorar, en general. ¿Por qué me resulta tan fácil llorar contigo? Aún no lo entiendo —se suena la nariz y me pide más pañuelos.

—No sé —respondo pasándole más papel—. Pero está bien que llores, es completamente normal.

—De ahora en adelante solo veremos películas de comedia, ¿ya?

—Bueno —digo con amabilidad. Cierro la aplicación de Netflix del computador y bostezo. Tengo mucho sueño, y no sé por qué si dormí mucho hoy.

—¿Te molesta si me quedo aquí un rato más? Está abrigadito y tu cama es muy cómoda.

—Eres bienvenida a quedarte todo el tiempo que quieras.

Se acomoda mejor en la cama, y yo prendo el televisor para ver Los Simpson. Pasan unos minutos y siento como la respiración de ella está tranquila y suave. Se quedó dormida, y noto como hizo su cuerpo un ovillo y tiene la piel de gallina.

Me paro con lentitud intentando no despertarla y tomo una manta de mi clóset. La tapo con ella, asegurándome que no pase frío. Me acuesto nuevamente a su lado, y ella abre los ojos. Mierda, la desperté.

Sin decir palabra estira su brazo hasta que su mano toma la mía, entrelazando nuestros dedos. Su piel suave se siente fría en comparación con la mía. Se acomoda hasta que su cabeza se apoya en mi hombro, sin soltar nuestras manos. Huelo el olor de su shampoo, y es muy agradable.

El sentir su respiración tranquila y pausada hace que me relaje, y sin darme cuenta... me quedo dormido también.

****

Escucho la voz de mi madre a lo lejos, y parece estar retando a mi hermano por algo. Abro los ojos acostumbrándome de a poco a la falta de luz en la habitación. Debe ser hora de cenar, supongo. Hace frío, la televisión está apagada, y cuando intento prender la lámpara en mi velador, no funciona. La luz de la luna y del alumbrado de la calle entra por la ventana, haciendo que no esté del todo oscuro.

Ya logrando ver mejor, giro mi cabeza a la derecha y entonces la veo. Ella está a mi lado, durmiendo en absoluta paz. Se ve muy tierna durmiendo con el pelo revuelto y los labios hinchados en una especie de puchero. Sin evitarlo sonrío al verla, pues es muy bonita.

Escucho que la voz de mi madre se acerca, y entonces caigo en cuenta. Ella está durmiendo a mi lado. Aunque ese no es el gran problema.

Todo sería diferente si les hubiera avisado antes a mis padres que ''ella vendría a verme''. Pero se me olvidó, no lo hice. Y sé que el que ella esté aquí durmiendo en mi cama sin haberle dicho nada a nadie, hará que mi madre se enoje mucho conmigo.

Intento despertarla con rapidez, a lo que ella abre los ojos y me mira asustada.

—Mi madre está en el pasillo —articulo con voz ronca—. Debes esconderte.

Asiente y se para de la cama a paso veloz mientras yo le gesticulo que entre al clóset.

Dos golpes suaves suenan en la puerta seguidos de un intento de abrirla, pero que no resulta puesto que está con seguro.

—¿Alex? —habla mi madre—. ¿Por qué la puerta está con seguro? Sabes que no me gusta que te encierres así, puede haber un temblor o terremoto y entonces...

Quito el seguro y abro la puerta de mi pieza cuando ya ella está dentro del clóset.

—¿Hablabas con alguien? —dice mi madre. Su mirada pasa por toda mi habitación, y tiene el ceño fruncido.

—No. Es decir, si, con Francisco. Por teléfono —intento explicar, pero no salieron oraciones fluidas. Dios, miento muy mal.

—Ah... bien. Dale mis saludos, entonces —me mira fijo un momento y luego se da vuelta y sale de mi habitación, cerrando la puerta.

Cuando ya creo que el peligro pasó, mi madre vuelve a abrir la puerta sin siquiera tocar.

—Perdón, se me olvidó decirte que se cortó la luz. Obviamente la calefacción no funciona, pero tu padre está intentando arreglar el problema. Por mientras puedes bajar a hacerte un té o algo para abrigarte, se siente el frío.

—Bueno, gracias mamá —respondo.

Me sonríe a boca cerrada y luego se va. Esta vez sin volver a abrir la puerta.

—¿Se fue? —susurra ella, asomándose por la puerta abierta del clóset.

—Si. Estuvo cerca.

—Muy cerca —concuerda—. Creo que rompí algo dentro de tu clóset al entrar y pisar por todos lados sin ver nada.

—No importa, solo hay ropa vieja ahí —digo restándole importancia—. ¿Tienes hambre?

—La verdad no —hace un ademán de tener frío—. ¿Se cortó la luz?

—Si. Mi padre arreglará el problema pronto —informo—. Iré a buscar algo para comer y tomar. ¿Quieres un café?

—Eh... no. No me siento muy bien.

—¿De verdad? —pregunto preocupado—. ¿Te sientes enferma?

—Si, tengo mucho frío y me siento extraña...

—Te ves muy pálida —me giro hacia el clóset para buscar algo de ropa para que se ponga—. ¿Cuándo fue la última vez que comist...?

Entonces lo escucho. Un ruido sordo de algo caer contra el piso. Específicamente, es ella, quien parece haberse desmayado.

Mierda.

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¡Hola! Por favor, si leen la historia háganme saber su opinión con un comentario o un voto😊 Se los agradecería un montón. Que tengan una linda semana,
Val.

Olvidado Amor (en pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora