-1.372 (Parte 3)

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—¿Esto es tuyo? —pregunta mi madre, con tono seco.

Joder. Joder. Joder.

La chica de ojos avellana a mi lado asiente con culpabilidad mientras se coloca su camiseta. Tiene las mejillas sonrojadas, e imagino yo debo lucir igual.

—Los espero abajo. Ambos tienen mucho que explicarme.

Y así sin más, mi madre y su expresión llena de enfado salen de la habitación. Se escucha como baja las escaleras con pasos pesados, lo que confirma aún más que esta furiosa. ¿Cuánto sabrá? ¿Qué conclusiones habrá sacado de lo que vió? Mierda.

—Alex... —susurra ella, mirándome con ojos llenos de miedo—. Lo siento, no quería que tu madre se enojara, lo que menos quería era dar problemas y yo...

—Hey, tranquila. No pasa nada.

Tomo su rostro con ambas manos, y hablo con toda seguridad, haciéndole entender que voy muy en serio con lo que digo.

—Cuando te ofrecí venir a quedarte aquí sabía que en algún momento tendría que decir la verdad. Mi madre nos descubrió, pero no pasa nada. Bajaremos y hablaremos con ella, ¿está bien? Estoy seguro que entenderá si le explicamos la situación.

—Bien —asiente con pesar—. Es hora de decir la verdad.

Una vez ambos estamos un poquito más calmados, bajamos al primer piso de la casa, en donde mi madre nos espera sentada en la cocina. Mi padre también está ahí, al parecer mi madre le contó sobre lo que descubrió y ambos nos esperan para conversar.

Esto será intenso.

—Bien. Creo que merecemos una explicación, ¿no creen? —habla mi madre—. ¿Por qué estaba esta mochila en el sótano, junto a otras cosas que no son nuestras?

—Son mías. Esas cosas son todas mías —habla la chica a mi lado—. Lo siento, lo siento tanto. No quería aprovecharme de ustedes, les juro que...

—Espera —la corto—. No debes disculparte por nada. El que cometió el error fui yo, no tú.

—¿Error? A ver, no estoy entendiendo nada. ¿Qué está pasando aquí? —quiere saber mi padre.

Normalmente cuando hacemos algo malo y nuestros padres nos descubren, es mi mamá quien siempre se enoja mucho. Mi padre es más relajado, más racional y menos impulsivo. Normalmente es quien entiende que somos jóvenes después de todo, y que ellos también lo fueron alguna vez.

—Le ofrecí que podía quedarse a dormir aquí por un tiempo, no es gran cosa... —digo yo, tratando de restarle importancia al asunto. Es que tampoco es taaan grave, ¿no?

—¿Ella ha estado durmiendo aquí? —pregunta mi padre.

—¿Un tiempo? ¿Cuánto tiempo? Dios, Alex, no puedo creerlo. ¡Y no nos dijiste nada!

Mi madre comienza a alzar la voz, y sé que será difícil hacerla entender.

—Mamá...

—Señor y Señora Blanchett, déjenme explicarles, por favor —suplica ella.

Mi madre suspira exasperada, pero asiente.

—Bien, explícanos.

—Viajé a Estados Unidos porque la situación con mi familia en Francia era insoportable. Bueno, algo de eso les conté ya. Me inscribí en la Universidad de Seattle gracias a un crédito, y todo iba bien, pero... me quedé sin dinero —suspira.

—La encontré durmiendo en la biblioteca, no tenía ni donde pasar la noche. Le ofrecí quedarse aquí en el sótano por el tiempo que necesitara —comento yo, esperando que se entienda el punto.

Olvidado Amor (en pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora