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Una vez que llegaron al apartamento, al cerrarse la puerta, Catra acorraló a Adora contra la pared. Ya no lo aguantaba más. Sujetó las muñecas de Adora sobre su cabeza, miró su boca por unos segundos, y la besó. Siguió besando su cuello, y mordiéndolo suavemente, haciendo que Adora jadeara.

Usando sus garras, rasgó su vestido desde su pecho hacia abajo. Se tomó un momento para observar el trabajado cuerpo de Adora. Luego siguió recorriendo con besos húmedos su cuello y su pecho, hasta que decidió rasgar su peto, liberando sus pechos, los que acarició gentilmente antes de lamerlos.

Adora no podía contener sus gemidos para ese momento. Por fin comprendía sus sentimientos, y los de Catra. Su cuerpo reaccionaba a cada caricia, a cada lamida. Se liberó del agarre de Catra, y la llevó de la mano a su cama. La felina estaba embriagada con el olor que despedía Adora, ella sabía que estaba excitada.

Una vez que estuvieron en la habitación, Adora comenzó a desvestir a Catra, mientras la besaba con impaciencia. Catra la ayudó, y también terminó de desvestir a la rubia. La empujó a la cama, donde volvió a besarla con voracidad. Había estado esperando mucho tiempo por ese momento, y ahora que había liberado sus sentimientos, estos parecían guiarla a demostrarle su amor a Adora con besos y caricias.

El olor de Adora le llamaba, y se posicionó frente a su sexo. Sonrió, mirando a la rubia a la vez que introducía su lengua en su interior. Estaba muy húmeda. Su sabor era maravilloso, no entendía cómo podía haber perdido tanto tiempo. Aquellos dos años le hubieran sido más que suficiente para conocer el cuerpo entero de Adora.

Agarró sus muslos con fuerza, y comenzó a darle lametazos mucho más rápido. Se enfocó en su clítoris, así que Adora comenzó a gemir cada vez más fuerte, gritando su nombre a intervalos. Sin darse cuenta, estaba rasguñando a Adora, pero esto, en vez de asustar a la rubia, la excitó aún más, moviendo sus caderas descontroladamente. Su mente estaba en blanco, sólo era capaz de sentir el placer indescriptible que le brindaba la hábil lengua de Catra.

No transcurrió mucho tiempo hasta que Adora alcanzó el orgasmo. Fue intenso, y la dejó agitada por un rato. La felina disfrutaba la vista de su cuerpo, que brillaba por el sudor. Se deleitó en sus delicadas curvas, en su abdomen marcado, en sus muslos firmes. Recorrió con una mano desde su muslo hasta su pecho, que aún estaba agitado. El cuerpo de Adora era hermoso, y era perfecto para ella.

Adora miró a sus ojos bicolores. Catra notó que en su mirada ardía el deseo que sentía por ella. Aún le asombraba ser correspondida. La rubia se acercó a ella, besándola por un rato. Sus lenguas danzaban en perfecta sincronía, y la felina pronto se sintió en las nubes otra vez. Felicidad, y calidez. Eso era lo que sentía con el beso de Adora, como si aquello hubiera estado destinado a suceder.

Adora se posicionó sobre ella, y el contacto con su piel hizo que Catra se estremeciera. La rubia necesitaba más, quería más, nunca había estado tan segura de desear tanto algo en su vida. Mientras la besaba, posó sus manos en sus pechos, amasándolos con suavidad, arrancándole uno que otro gemido a la felina, que sentía su piel arder con el toque de Adora.

La rubia notó que sus pezones se endurecieron, y entonces decidió lamerlos. Catra gimió su nombre ante el acto, y eso hizo que Adora los lamiera con mayor devoción, al ver que a la felina le gustaba. Con su muslo, la rubia notaba que la humedad de Catra crecía más y más, así que aventuró una mano en su búsqueda. A pesar de todo lo que estaban haciendo, la rubia aún no podía creer que aquello no fuera una fantasía, o uno de esos tantos sueños acalorados que nunca le pudo confesar a Catra.

Su mano encontró la húmeda entrada, y deslizó un par de dedos al interior. Catra se aferró a ella, clavándole sus garras en la espalda. Adora gimió en el pecho de la felina, pero contrario a lo que pensaba, aquello la encendió aún más. Comenzó a mover sus dedos en un ritmo pausado, Catra gemía más fuerte, y Adora veía fascinada sus expresiones faciales. Aumentó el ritmo, e incluso agregó otro dedo más, la felina estaba cada vez más mojada.

Sus garras se deslizaron por la espalda de Adora, quien jadeó, pero no dejó de satisfacerla, la rubia la mordió con fuerza en el cuello, tal como Catra le había hecho hace un rato atrás. La felina arqueó levemente la espalda, clavó un poco más profundo sus garras en Adora, hasta que finalmente alcanzó el clímax mientras la espalda de Adora sangraba.

Cuando Catra logró calmar su respiración, se volteó a ver a Adora, quien estaba recostada boca abajo al lado de ella. Entonces vio su espalda ensangrentada a causa de sus rasguños. Su rostro hizo una mueca de horror y culpa.

—Oh no. Lo siento mucho, Adora, no quise...

—No te preocupes... yo... estoy bien...

Catra se incorporó en cuatro patas encima de Adora, examinando su espalda. Se acercó a las heridas y comenzó a lamerlas lentamente.

—¡¿Catra?! ¿Qué estás haciendo?

—Me hago cargo de tus heridas, ¿te molesta? —preguntó en tono preocupado.

—No es... eso —respondió con dificultad la rubia.

—Oh... ya veo.

Catra sonrió. Adora se estaba esforzando por no gemir. Por alguna razón, que Catra le lamiera las heridas le estaba excitando.

—No... —masculló Adora.

—No es necesario que te contengas, amor —susurró Catra en su oído, y Adora sintió el roce de sus pechos en su adolorida espalda, lo que le envió una corriente eléctrica por todo su cuerpo, e hizo que se mojara también.

El calor que emitía el cuerpo de Catra, su lengua recorriendo sus heridas, aquello estaba volviendo loca a Adora. La palabra "amor" se repetía en su mente una y otra vez, y aquella voz seductora sonaba demasiado bien. Catra, quien vio que la rubia levantó levemente su trasero, decidió retraer sus garras e introducir unos dedos en su interior, que estaba cálido y húmedo.

Adora mordió las sábanas intentando ahogar sus gemidos, pero era inútil. Catra dejó de lamer sus heridas que habían dejado de sangrar para besar sus hombros y morderle. Sintió cómo la rubia se desbordaba en su mano. Lamió su cuello, y mordisqueó su oreja, Adora gemía más fuerte a causa de las mordidas, le excitaba que Catra le clavara sus colmillos.

La cola traviesa de Catra le producía cosquilleos en los muslos, mientras que los dedos de la felina se movían cada vez más rápido dentro de ella, eran demasiadas sensaciones al mismo tiempo. Adora gritó el nombre de Catra entre las sábanas antes de alcanzar por fin el orgasmo. Catra retiró gentilmente sus dedos, y los limpió con su propia boca, saboreando con placer la esencia de Adora.

La felina notó que el olor de la habitación había cambiado, el aroma de Adora con el de ella estaban mezclados, lo que le hizo sonreír con satisfacción antes de recostarse al lado de Adora. La rubia se acomodó, quedando frente a frente con la felina. Catra se perdió en sus ojos, en esa tímida sonrisa que Adora le brindaba. Estaba enamorada de ella. Siempre lo estuvo, y había sido una estúpida por no hacer algo al respecto antes.

—Catra... creo, que estoy enamorada de ti.

Unas pequeñas lágrimas asomaron a los ojos de Catra. Se acercó para besarla, y Adora la atrajo más hacia sí misma agarrándola del cuello. Fue un beso intenso, cargado de sentimientos. La rubia se pegó más a la felina, sentía la necesidad imperiosa de tocar la piel de Catra, de sentirse envuelta en su calor. Quería hacerle el amor una y otra vez, y que la luna fuera testigo de su pasión.

Más cerca de ti - CatradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora