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—Aquí tienen, la mejor hidromiel del universo —sonrió Netossa, mientras les entregaba un cacho con el líquido tanto a Adora como a Catra, quienes lo examinaban con curiosidad.

Estaban en una gran sala que contenía un variopinto banquete, con mesas llenas de delicias y bebidas de todo el universo, para todos los gustos. Había una gran cantidad de cadetes uniformados, como otros miembros de la Federación que estaban celebrando.

Mermista miró con recelo el trago que le ofrecían, pero lo probó de todas maneras, mientras que Bow y Glimmer estaban probando pasteles encantados. Sea Hawk se bebió la hidromiel en dos tragos y animó a Mermista para que bebiera también. Adora y Catra se miraron un momento, y decidieron probarla. Era dulce y agradable, pronto estuvieron pidiendo más.

En un par de horas todo el grupo estaba muy alegre y animado, parecían haber olvidado porqué estaban ahí, y que el resto de sus compañeros estaban en algún lugar de la nave buscando lo que fuera que Summa buscara.

—¿Dónde está la música, Netossa querida? ¡Sin música no hay fiesta! —gritó Sea Hawk de pronto. Algunos cadetes aplaudieron, otros rieron, pero Netossa lanzó una mirada a Spinerella, quien se encargó de traer músicos para animar la celebración.

Sea Hawk pronto invitó a bailar a Mermista, Glimmer hizo lo mismo con Bow. Adora miró de reojo a Catra, quien le sonrió traviesa, y la tomó de la cintura, acercándola a sí misma, lo que sorprendió a la rubia, quien rio torpemente.

—Vamos a bailar, amor —dijo Catra, sin vergüenza alguna.

—Oh, parece que se le soltó la lengua al gato —dijo riendo Adora.

—Dale las gracias a esa hidromiel —sonrió la felina en respuesta.

Bailaron con sus frentes apoyadas en la otra, en un ritmo lento, Adora apoyaba una mano en el hombro de Catra, y la otra estaba entrelazada con la de la felina, quien seguía sujetándola por la cintura.

—Estaba pensando...

—¿Puedes pensar? —la interrumpió Catra con sorna.

—¡Oye! Que sea más impulsiva que tú a veces no quiere decir que no piense, gatita.

—¿Cómo me dijiste?

—Gatita —Adora se echó a reír a carcajadas, haciendo incluso sonidos raros, lo que acabó contagiando a Catra.

Cuando acabaron de reír, se besaron con tanta naturalidad, que olvidaron que estaban rodeadas de personas. Sus amigos las miraron de reojo, sorprendidos por la súbita muestra de afecto en público, ya que no había sucedido antes.

—Lo supe desde que las vi —le dijo Netossa a Spinerella, quien sólo le dio un suspiro como respuesta.

Cuando se separaron, ambas se tomaron unos segundos, mirándose fijamente, hasta que fueron interrumpidas por Bow y Glimmer.

—Estoy muy feliz por ustedes chicas —soltó Bow, lo que sobresaltó a Catra, haciendo soltar una risilla a Adora.

—Pero tal vez la hidromiel les afectó un poco, recuerden que estamos en una misión... encubierta —dijo susurrando Glimmer.

—Yo estoy completamente bien —dijo Adora.

—Estoy bien, sólo me siento... un poco... ¿alegre? —respondió Catra.

Los tres se quedaron viendo a Adora, que se servía más hidromiel de un gran barril, parecía tener sed por alguna razón. Catra se sintió algo culpable por haberla provocado. Se encaminó de inmediato hacia ella, ignorando a los otros dos. La tomó del hombro para llamar su atención.

—Hey, Adora, creo que tal vez deberías dejar...

—¡Catra, estás aquí! Quiero probar algo contigo, he visto que las parejas cuando beben algo hacen algo así con los brazos, toma, tengo un cacho servido para ti.

—Eh... pero... ok.

—Hay que beberlo hasta el final —le dijo con una sonrisa Adora, una a la cual Catra no podía resistirse.

Bebieron todo el contenido, y ahora Adora parecía sentirse más liviana, también mucho más feliz. Catra la observaba con cierta preocupación, a la vez que pensaba en que sus expresiones eran inexplicablemente adorables. Sonrió sutilmente, la rubia parecía muy animada, la tomó de la mano para arrastrarla al centro del salón, ya que quería volver a bailar.

Atrajo a la felina hacia sí misma con más fuerza de lo habitual, lo que hizo que perdiera un poco el equilibrio, tambaleándose levemente hacia atrás.

—¿Estás bien? —preguntó con tono preocupado Catra, sujetándola.

—Oh, ¿estás preocupada por mí? ¿Entonces sí te gusto? —Adora sonreía bobamente.

—¿Qué? Es obvio que me gustas, tonta —respondió desviando la mirada Catra.

—¿Cómo? Yo pensé que me amabas, y yo que te amo tanto... —dijo con fingida tristeza Adora.

—Adora... tu sabes que te amo, estúpida.

—¿Dijiste algo? No te escuché —respondió riendo la rubia.

La felina sólo soltó un "Agh" como respuesta, hastiada, ya que no le gustaba hablar de sus sentimientos, menos frente a desconocidos. Luego volvió a mirar a la rubia, que se reía tirando su cabeza hacia atrás, como una idiota. La sujetó de la nuca, temía que se cayera de espaldas, aunque tal vez debería dejarla caer, por hacerla decir cosas que no quería.

Pero cuando se reincorporó, y sus ojos azules se encontraron con los de Catra, sólo una cosa pasó por su mente, haciéndola sonreír.

—Eres una idiota, pero te amo por eso —le dijo a Adora antes de besarla.

Ambas seguían con los ojos cerrados cuando escucharon el estruendo. Parecía que había explotado algo cerca, y de pronto todo se volvió confuso. Todos los que estaban en el salón comenzaron a correr, empujándose unos a otros, y en el caos, Catra y Adora se separaron.

—¡Catra! —gritó con desesperación Adora.

—¡Adora! —oyó una lejana respuesta la rubia.

—¡Está aquí! —resonó la voz de Summa en sus mentes— ¡No olviden...!

Fue lo último que escucharon, antes de que un resplandor blanco las cegara por completo, y luego todo se volviera oscuro.

Más cerca de ti - CatradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora