8

3.5K 315 66
                                    


Entrapta y Bow no tenían buenas noticias para el equipo. Cuando por fin lograron traducir la desconocida lengua, comenzaron a filtrar los datos para encontrar lo que buscaban; la ubicación de los laboratorios. Pero en el proceso, Entrapta encontró unos registros antiguos, que confirmaban lo que se temía: el planeta Titán había sido corrompido por el ejército que había llegado.

Comenzó a indagar más en esos registros, mientras Bow se dedicaba a buscar las ubicaciones de los posibles laboratorios. En un principio no entendía nada, porque todo estaba narrado en primera persona, como si lo hubiera escrito una sola persona en un largo periodo de tiempo. Hasta que, al leer un registro anterior al arribo a Titán del ejército que estaban investigando, lo entendió al fin.

Los clones no eran clones como tal, ya que no tenían conciencia propia. Eran, por así decirlo, receptores de una sola mente, una sola entidad. Y esa entidad, era tan poderosa, que podía controlar a millones de clones a la vez, y no tenía una forma física como tal. Antes de invadir Titán, estaba en otro planeta, donde llegó a controlar a la totalidad de sus habitantes.

Manipuló a esos habitantes para crear a los clones a los que se enfrentaban, para hacerlos más compatibles con su mente, más moldeables, más fuertes. Una vez que creó a los suficientes clones, vagó por el espacio hasta encontrar Titán. Era el lugar perfecto para asentarse. Sometió a los titanes con facilidad, ya que eran simples comerciantes, no guerreros.

Summa, el cual era el nombre de la entidad, ganó poder en algunos años, hasta hacerse con el control completo de Titán. La República ignoró la situación por mucho tiempo, ya que no era una gran amenaza, aun siendo un planeta neutral y traficando armas. Pero Summa, quien buscaba tener más poder, para que nadie se le opusiera, se encontró con Etheria, un planeta no muy lejano que era una antigua arma mágica muy poderosa.

Fue entonces cuando la República le ofreció protección a Etheria, porque ya era demasiado tarde para que la Federación Estelar interviniera. Una especie de consuelo ante lo inevitable. Etheria vivía en constante guerra, pero jamás había sido considerado parte de la República, hasta que apareció la amenaza de Summa, en esa instancia, la lástima los llevó a ofrecerles un trato, un trato casi imposible de cumplir.

Todo el mundo se quedó en silencio luego de la larga explicación de Entrapta. Parecía imposible vencer a Summa, y la pequeña esperanza que había en sus corazones se había extinguido.

—Pero, no todo es tan malo. Ahora sé que estos registros, son en realidad los recuerdos de Summa. He estado trabajando en un algoritmo que nos permita acceder a sus memorias de forma más ordenada, para así encontrar el punto débil de sus receptores o clones, así podremos destruir sus laboratorios de clonación más rápido y retrasar su ataque hasta que se nos ocurra algo.

—Tienes razón, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Por lo menos deberíamos ganar algo de tiempo —comentó Mermista.

—¿Cuánto tiempo crees que te tome encontrar estos registros? —preguntó Catra.

—Sólo serán un par de horas —respondió la científica.

—Hemos localizado la totalidad de los laboratorios, son 4 en total, pero de una gran superficie bajo tierra. No va ser tan fácil destruirlos —señaló Bow.

—Lo más seguro sería destruirlos con bombas de tiempo —dijo Sea Hawk entusiasmado.

—Pero primero necesitamos saber el punto débil de los clones, para no perder tiempo con ellos —dijo Catra.

—Entrapta, ¿crees que DT siga vivo? —preguntó Perfuma.

—Sus probabilidades son bajas, pero puede que siga vivo si es que logra descubrir que los clones no son más que receptores. Pero hay una gran posibilidad de que Summa se dé cuenta que no es un clon.

Pasaron el resto del tiempo ideando una estrategia que les permitiera destruir los laboratorios al mismo tiempo, mientras Sea Hawk se dedicaba a la construcción de las bombas. Catra aprovechó el momento para pedirle un favor a Entrapta, ya que necesitaba esa pastilla, o el celo podría extenderse más tiempo por la cercanía de Adora.

—Claro que puedo hacerlo, pero no tengo todos los componentes, tendrás que pedirle ayuda a Perfuma con eso.

Avergonzada, fue a hablar con Perfuma, quien le prometió que le conseguiría lo que le pedía, y se lo entregaría directamente a Entrapta. Luego fue a buscar a Adora, porque quería descansar un par de horas, y la encontró en la tienda de Glimmer, riéndose con ella.

Los celos no tardaron en aflorar, pero intentó disimular una vez que captó la atención de la rubia.

—Deberías dejarla descansar un poco, Catra —le dijo en tono amistoso Glimmer.

Catra respondió con un gruñido y se llevó de la mano a Adora. Se fue directamente a la nave, necesitaba dormir, sobre todo la rubia, pero no podía hacerlo sin ella. Su olor le tranquilizaba, al igual que escuchar el ritmo tranquilo de su respiración, era su hogar en aquel horrible planeta.

—Catra, ¿aún estás enojada?

—No, no lo estoy.

—¿Me vas a decir qué te pasa entonces?

La felina suspiró. Sabía que Adora no se quedaría tranquila hasta que le explicara.

—Ayer estaba buscando mis pastillas de regulación hormonal. Son las que evitan que entre en celo. El celo se vuelve más fuerte para los de mi especie si tenemos la pareja indicada.

—Espera, ¿soy la indicada para ti?

Catra suspiró con hastío. Adora no se enteraba de nada al parecer. Aunque en cierta forma, era porque ella ya no le contaba todo como cuando eran cadetes. Había creado una coraza alrededor de sus sentimientos, hasta que ya no pudo más. Observó su rostro, se dio cuenta que le gustaba todo de ella, sus pestañas, sus labios, sus cejas, su frente, sus ojos, todo.

Y era la única persona en la que confiaba plenamente, al igual que ella. Adora tiró de su brazo para atraerla hacia sí y abrazarla.

—Hey, ya no tienes que guardarte todo, Catra. Estoy aquí para ti, puedes confiar en mí. Sabes que te amo, y no haría nada que te lastimara. Sólo quiero estar cerca de ti.

Catra se hundió en su cuello, ronroneando suavemente. Su olor y calidez le relajaban, le hacían olvidar que estaban en una misión casi sin futuro.

—Deberíamos descansar Adora, creo que lo necesitas —dijo sonriéndole con picardía.

Entraron a la nave, y escogieron otro cubículo, donde durmieron abrazadas, con una agradable sensación de confianza y serenidad, que ninguna de las dos sabía que pronto desaparecería.

Más cerca de ti - CatradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora