Avance 2ª Parte (2)

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«No es bueno dejar heridas abiertas»

-Desconocido

 HERIDAS ABIERTAS.

Bostezo, estirándome como una felina en la cama y froto mis ojos para despejarme. Las sábanas estás prácticamente intactas, no sé cómo he llegado hasta la cama y eso me preocupa. Siempre recuerdo lo que hago, quizás tenga que reducir la dosis. Recuerdo haber tirado las llaves en la cesta metálica de la mesa de la entrada. Recuerdo haber sacado las cosas de la mochila y haberlas colocado en la mesita de café del salón. Recuerdo haber encendido un cigarro mientras caminaba hacia la nevera a por la botella de vodka del congelador. Recuerdo haber intercalado las caladas del cigarro con chupitos y luego haberme tumbado un raro. Recuerdo haber estado intentando ordenar mis sentimientos y no haberlo conseguido. Recuerdo haberme tomado las dos pastillas y haber cerrado los ojos un momento.

El repiqueo continuo de unos nudos contra mi puerta terminan de despejarme. No me molesto en ponerme los pantalones del pijama, me dirijo a la puerta con una camiseta que me llega hasta la mitad de los muslos y miro por la mirilla. Cuando lo veo, abro la puerta con una rapidez asombrosa.

-Ayla... -Creo que he olvidado como se respira.

-¿Cómo has llegado hasta aquí? -pregunto aturdida.

Él avanza despacio, como un depredador observando su presa. Yo retrocedo lentamente, invitándolo silenciosamente a pasar. Sin apartar sus iris color caramelo de los míos esmeralda, cierra la puerta y se detiene, como mi corazón.

-Jenna me ha dicho donde vives, princesa. -Una descarga eléctrica me haría temblar menos que tenerlo delante, hablándome a un escaso metro de distancia.

-¿No deberías estar con tu novia?

-¿No deberías llevar pantalones? -Un gruñido ronco se escapa de sus labios cuando sus ojos repasan la fina tela que apenas disimula lo que hay debajo.

-Estoy en mi casa. -consigo decir con voz pastosa.

-Ya veo.

Avanza hacia mí y coloca su dedo índice sobre mi clavícula, acariciando el trozo de piel desnuda hasta llegar al borde de la fina tela que desliza por mi hombro muy despacio. Deposita un beso en mi hombro y un suspiro traicionero escapa de mi boca. Asher sonríe contra mi piel y sus labios se mueve húmedos por el camino de piel que conduce hasta mi mandíbula. Se detiene especialmente en el punto que hay justo debajo de mi oreja, ese pequeño fragmento de piel tan sensible que me hace volver a suspirar cuando sus labios se posan ahí.

-Quizás deberíamos ir más lento. -Sugiere.

-Sí.. -Creo que digo emborrada por su presencia.

-Pues más lento será.

Sus labios quedan presionados contra el maldito punto sensible. Mientras las hábiles yemas de sus dedos bajan tortuosamente lentas por la erizada piel de mis manos hasta rozar mis dedos y enredarse con ellos. Un escalofrío nació en los dedos de mis pies y murió en el punto donde sus labios se unían a mi piel.

-No te imaginas lo mucho que te he extrañado, princesa. -Sus palabras acarician mi piel y me recorren la piel despertando todos los rincones de mi cuerpo-. Déjame demostrártelo.

Si desenredar nuestros dedos, lleva mis manos tras su espalda para acercarme a él. Cuando su cuerpo se pega completamente al mío, sus labios también se une a los míos. Al principio, sus labios acarician los míos con tanta ligereza que las diminutas descargas eléctricas que siento en mi interior parecen demasiado potentes para un roce casi tan inexistente como este. La punta de su nariz acaricia mi mejilla y nuestros alientos se besan, mientras sus manos deshacen el lento camino andado por la piel de mis brazos hasta acabar a ambos lados de mi rostro.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora