«Llorar no es de débiles. Nacimos llorando porque llorar es tomar aire, sacar lo que nos duele y seguir adelante»
-Anónimo
CAPÍTULO 21. PERDÓN POR EL DESORDEN.
Acompañé a Jenna a su habitación antes de volver con los zapatos en la mano y los pies descalzos a la mía. Era bastante tarde, pero deambulé por mi cama sin una pizca de sueño que hiciera pesados mis párpados. La mente me iba a mil por hora imaginando que podría estar haciendo Asher en aquel momento. ¿Estaba bailando con Amada u otra chica? ¿Había sentido el mismo cosquilleo en la piel que yo cuando nos acercamos en la fiesta? ¡Pensaba en mí de la misma manera que yo en él o, quizás, seguía cumpliendo su promesa? Una de la que me arrepentía haberle hecho jurar.
Aunque en la lista de arrepentimientos no ocupaba el lugar más alto. La lista estaba encabezada por "salir con Eric". No podría creer que mi mayor sueño había sido pasar el resto de mis días con él, cuando, en ese instante, lo único que deseaba era no volver a verlo cada vez que cerraba los ojos. No quería recordar todas las lágrimas que había derramado en su nombre, ni todos los pensamientos que había gastado en un amor tan frágil como irreal. Porque, por entonces, ya sabía que mi temor a perderlo y la certeza de que no teníamos futuro era fruto de mis subconsciente, advirtiéndome de que me había enamorado de una mentira.
Compré un príncipe azul y me dieron una rana a la que yo me empeñé en poner capa y corona.
Había pasado una semana ya desde la última vez que lo vi, días desde la última vez que dio señales de vida y solo faltaban horas para volver a verlo. El reloj restaba con lentitud los minutos que quedaban para mi indeseado reencuentro con Eric. Sabía que Jenna tenía razón, podía haber cortado con él por teléfono y me ahorraría el temor a su respuesta. Sin embargo, sabía que existía la posibilidad de que decidiera buscarme y yo no quería ser encontrada. Si hablaba con él, quizás, entendiera mejor el final de una relación que empezó con dudas, se volvió ciega y terminó con algo roto. Conmigo rota.
Él se llevó partes de mí que no sabía que existían, partes que no creí poder echar de menos y, en cambio, dejó todas las partes que no quería. Se llevó todo el amor propio, la poca seguridad que tenía y el escaso valor que apenas tuve tiempo de descubrir. Y esos aspectos solo volvían con una persona, hecho que me aterraba de una forma distinta que Eric; a quien había descubierto que, aún habiendo restos de mí que lo querían, otros tantos lo odiaban y muchos más lo temían.
Pasé la noche sin pegar ojo, debatida entre el deseo de huir, quedarme y buscarme a mí misma. La llegada de Eric no despertó nada salvo una repentina angustia cada vez que me tocaba o mirada. Nada salvo la necesidad de compararlo con otra persona, desde el opuesto color de su pelo hasta la diferencia de compostura. Eric siempre parecía políticamente correcto, no era demasiado expresivo y su tema de conversación siempre giraba en torno a él. Antes me habría quedado embobada con el profundo tono autoritario de su voz, embelesada por sus hazañas e interesada en su persona. Sin embargo, aquella noche, mis ojos viajaron a todos los puntos del restaurante menos a él y la carta de poster me pareció increíblemente más interesante que su monólogo sobre sí mismo que, por el contrario, parecía encantar a sus amigos; quienes no disimularon las penetrantes miradas que me dirigían.
—Disculpadla, no tiene modales. —Se excusó Eric, insultándome.
Quería salir de allí corriendo. Había sido un error ir al restaurante y lo único que quería hacer era volver a mi habitación para esconderme debajo de las sábanas; aunque era plenamente consciente de que eso era imposible porque Eric nunca me permitiría abandonar el restaurante sin montar un número del que yo saldría perdedora. Cuando el camarero anotó nuestros postres, me excusé diciendo que tenía que ir al baño y me marché antes de que cualquiera de los presentes soltara cualquier frase que me impidiera moverme del sitio.
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Efímero
Teen Fiction¿Conoces la sensación de no encajar en ninguna parte? ¿De ver como todo el mundo sigue hacia delante y tú te quedas estancada en un mismo punto? Así me sentí yo cuando mi madre murió, pensé que las cosas cambiarían a mejor tras su muerte; pero topé...