«La mente que se abre a una idea, jamás volverá a su tamaño original»
-Albert Einstein.
CAPÍTULO 15. ALGUIEN DIFERENTE.
Segundos antes de decidir abrir los ojos, mi nariz captó su aroma; pero no quedaba nada de él, salvo su perfume y una nota que me informa de su marcha durante toda una semana por cuestiones de trabajo. Pese a estar cursando en la universidad, su padre siempre lo obligaba a participar en los asuntos de la empresa. Me alegraba por él, pero me daba pena que pasara la semana de mi cumpleaños lejos de mí, ni siquiera se había acordado de felicitarme. Amanda tampoco contestaba a mis mensajes y, aunque intenté convencerme de que no me estaba ignorando, sabía que estaba enfadada conmigo por no haber ido a la fiesta. Así que me vestí, decidida a ganarme el perdón de mi amiga con unos dulces de la pastelería más próxima al campus del internado. De camino al exterior, continué mensajeando tanto a mi amiga como a mi novio; pero ninguno daba la menor señal de vida.
—¿Huyendo del castillo, princesa? —Su voz se unió a mi terrible mañana—. ¿A dónde vas?
—¿Qué te importa? —respondí de malhumor sin levantar la vista del teléfono.
—Alguien se ha levantado con el pie izquierdo —canturreó Asher—. ¿Qué ocurre? —Parecía preocupado, pero descarté ese pensamiento al recordar que no éramos amigos y jamás lo seríamos—. Es tu cumpleaños, debería ser el mejor día de tu vida, ¿no?
—¿Cómo sabes qué...? —Me interrumpí—. Facebook, lo recuerdo. Acosador. —Él sonrió.
—Feliz cumpleaños, Ayla.
—Cuántas veces tengo que repetírtelo. No me llames prince... —Lo miré—. Espera, ¿qué? —De pronto me sentí avergonzada—. Lo siento, creí que ibas a llamarme otra vez princesa. Esto, gracias.
—No acepto tus disculpas —Abrí la boca para protestar, pero él fue más rápido—. A menos que tú aceptes que te acerque en coche a la ciudad —entrecerré los ojos—. Has marcado el número de un taxi —señaló la pantalla desbloqueada de mi móvil. Aún no había llamado por culpa de Asher, quien, como siempre, estaba en medio—. No te has criado entre lujos, seguro que aún consideras una estafa gastar más de veinticinco libras en un taxi para cruzar la ciudad; así que dudo que vayas más allá. Si te fueras lejos, además, seguro que los Daley te han asignado un chofer. Por otra parte, es tu cumpleaños y los pasteles de la cafetería serán todo lo orgánicos que quieran, pero están asquerosos a menos que te consideres un rumiante y te encante pastar porque sabe a césped; así que supongo que vas a comprar alguna tarta.
—¿Lo de acosar a la gente te viene de familia o es un hobby personal tuyo? —cuestioné—. Voy a la pastelería, sí; pero voy a ir sola, no me pienso subir en un coche con un extraño.
—Ni que conocieras a todos los taxistas del planeta.
—No, pero son profesionales.
—Sí, la mayoría lo son. Sin embargo, no tienes ni la menor idea de quién puede aparecer. Podría ser un asesino en serie, un pervertido, un secuestrador...
—O un acosador pesado como tú, ¿no? —Asintió con la cabeza—. Creo que tomaré ese riesgo.
—Vamos, tendrás que esperar al menos un cuarto de hora a que venga el taxi. Yo tengo que bajar de todas formas —Levantó la mano izquierda y puso la derecha sobre su corazón—. Prometo no hablar a menos que quieras, incluso puedes sentarte en el asiento trasero mientras viajamos incómodamente en silencio —Bajó las manos y yo me mordí el interior de la mejilla para evitar sonreír—. Será como viajar en un taxi, pero gratis. Tómalo como un regalo de cumpleaños.
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Efímero
Fiksi Remaja¿Conoces la sensación de no encajar en ninguna parte? ¿De ver como todo el mundo sigue hacia delante y tú te quedas estancada en un mismo punto? Así me sentí yo cuando mi madre murió, pensé que las cosas cambiarían a mejor tras su muerte; pero topé...