Cuando despertó a la mañana siguiente, el otro lado de la cama estaba vacío.
Rodó en el colchón, tallándose los ojos, y sintiendo en las sábanas el calor desprendido por el cuerpo de Kongpob. Se fundió en él desvergonzadamente, ronroneando como un gatito, hundiendo su rostro en la almohada y llenando sus pulmones con el aroma del vampiro.
Las memorias de la noche anterior no tardaron en llover.
Igual que un diluvio, borrosas y repentinas imágenes se acumularon en su cabeza, las sensaciones recobrando vida y adueñándose de cada rincón. Las mejillas de Arthit se tiñeron con rojo, a la vez que sus ojos se ensanchaban con vergüenza y su corazón palpitaba fuerte dentro de su pecho.
¿Había sido real?
Casi sin aliento, revisó su ropa, percatandose de que estaba intacta. Ningún rastro de lo que posiblemente había ocurrido, ningún signo de humedad, ni siquiera estaba removida. Una decepción ilógica le hizo suspirar al darse cuenta, convenciéndose de que el incidente había sido un simple sueño demasiado vívido.
No obstante, cuando se adentró al baño y enfrentó su reflejo, las vio.
A esa distancia se podían apreciar perfectamente las dos marcas pequeñas que manchaba su cuello. Sus dedos tocaron la visible herida, los orificios dejados por los colmillos del vampiro, rojizos y sin embargo limpios, causándole un escalofrío placentero cuando se dio cuenta de lo que significaban. Lo había mordido... Había bebido de su sangre, rechazando sus propios deseos de protegerlo para tomar egoístamente de él.
Un sentimiento indescriptible se asentó cerca de su estómago, como si cientos de mariposas orgullosas revoloteaban en su interior. Arthit no estaba seguro de por qué las sentía, pero no le molestaban en lo absoluto.
Era una emoción similar a la... ¿felicidad? Tal vez.
No duró mucho en su estado dubitativo, siendo éste inmediatamente reemplazado por alegría cuando la puerta de la cabaña sonó. ¿Kongpob había vuelto? Sus desapariciones durante la mañana no eran del todo extrañas. Aunque, sí debía ser honesto, esperaba que se hubiese quedado después de lo sucedido. Arthit de verdad necesitaba entender ciertas cosas, unas que aún le inquietaban pese a su edad.
Sus pies lo condujeron hacia la entrada, preparado para saludar al pelinegro con un buenos días. Sin embargo, la sonrisa en su rostro se borró tan pronto el animal inmóvil entre las manos de su Kong se hizo visible.
¿Qué?
— Ah, ya estás despierto — Las palabras de la boca de Kongpob brotaron con desinterés y una punzada presionó el pecho de Arthit al oírlo — Perdona — dijo sin molestarse siquiera en verle. Alzó al animal en el aire — Llevaré esto afuera.
Volteó, mas no alcanzó a girar el pomo cuando Arthit se acercó a él, indispuesto a dejarle ir —¿Por qué cazaste un conejo?
La conducta distraída del pelinegro se esfumó al instante, sus hombros tensándose al percibir el enfado latente en la voz del menor. Se giró para verle y Arthit sostuvo su mirada, rabia y celos quemándole las venas.
Apenas escuchó la respuesta del contrario— Tengo que comer ¿no?
— No — sentenció, sonando firme más las manos temblándole — No necesitas cazar para beber sangre cuando puedes beber de la mía.
Exhaló, aliviado al sentir como un peso se levantaba de sus hombros, pero al mismo tiempo otro se agregaba. Kongpob le miraba perplejo, un poco descolocado por el repentino cambio de actitud. Se relamió los labios y Arthit no pudo evitar evocar en su mente aquel momento en que la noche anterior había lamido su cuello con esa lengua.
Se había sentido tan... importante. Y ahora era rebajado, a tal nivel que un conejo tenía mejor sabor.
— No sabes lo que estás diciendo — dijo Kongpob, intentando ser suave, más las palabras abandonando su boca como una advertencia.
Arthit era consciente de lo que aquello implicaba. O al menos eso creía, por lo que no dudó ni un segundo en ponerse a sí mismo frente al vampiro, dispuesto para que lo devorara. Estiró su cuello y tiró hacia abajo el borde de su camisa.
— Hazlo — espetó. Su respiración era pesada — Sólo me necesitas a mí.
Los nervios lo hicieron sentir como una infinidad, pero las manos del vampiro tardaron mili segundos en posarse sobre él, agarrándolo posesiva mente por la cintura y sacándole un ruidito sorprendido de la garganta.
Arthit se mordió el labio inferior, para ahogar un gemido cuando sus cuerpos chocaron, el calor de Kongpob extendiéndose a través de él y haciéndole temblar. Ahí va, pensó, aturdido por la brusquedad de sus movimientos, la desesperación con la que Kongpob hundió su rostro en el cuello de Arthit y mordió, enviándole escalofríos. La satisfacción de ser escogido por sobre un animal cualquiera.
El vampiro levantó al pequeño y los condujo hacia sillón, sentándose sobre éste y Arthit quedando encima del pelinegro a horcajadas. Apoyó sus manos en los hombros ajenos para sostenerse, perdiéndose en la manera que Kongpob chupaba su sangre, lamía su piel, tocaba su cuerpo.
— Kong — gimió. Le encantaba, lo amaba. No podía creer que se hubiera abstenido de esto durante toda su vida. Duchas frías y las noches solitarias en las que debía esperar a que el vampiro volviera de cazar... No quería eso de nuevo.
Se acercó más, fundiéndose en Kongpob. Disfrutando la sensación de sus colmillos mordiéndole, quitándole. Cuando su miembro se endureció bajo sus pantalones, un gemido mortificante se escapó entre sus labios. ¿Ahora?
— Los colmillos de los vampiros secretan una sustancia cuando muerden a su presa — murmuró Kongpob sobre su piel. Sus dientes ya no estaban enterrados, pero su boca continuaba probando de su cuello — La sustancia hace que la mordida sea placentera, y la muerte más soportable.
Arthit con suerte encontró su voz — ¿Placentera? — suspiró confundido. Sus ojos cerrados, estaba tan ido. Sintió la sonrisa de Kongpob contra él.
— Si. Te gusta. Disfrutas ser mordido. Es por eso que esto — dijo tocando el bulto entre sus piernas. Arthit soltó un gemido vergonzoso — reacciona.
— Kong... — Sollozó, restregándose sobre él, buscando, necesitando la fricción en su ingle. Los dedos de Kongpob jugaban con el elástico de su pantalón — Por favor, Kon, por favor.
— Tranquilo, dulzura — Escabulló su mano dentro de la ropa y Arthit volvió a gemir, deleitándose con el toque de Kongpob sobre él — Cuidaré bien de ti.
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Este cap se la dedico a @hal_ima4 <3
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¡Vamp, Kong! [KongpobxArthit]
Vampire"Tus colmillos no son aterradores. ¡Pareces un gatito!" ۩ Todos los créditos a @myonlyway- ۩ ■ Kongpob top & Arthit bottom ■ Cuento con el permiso debido para hacer esta adaptación. ► Link de la historia original: https://my.w.tt/MhL7ndaas7