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Maratón Final [3/9]

La voz de Kongpob retumbó en las paredes de la habitación.

— Así que te irás.

Con la mente nublada por la preocupación, Arthit fue incapaz de percibir el leve tono inusual que teñía la palabras del híbrido. Arthit estaba demasiado agitado, demasiado urgido, por la noticia que Adrien había traído consigo al cuarto, para detenerse en aquellos detalles.

— Claro que iré — Guardando en un pequeño bolso lo que consideraba necesario, se colgó el tirante al hombro. Arthit se giró sobre sus talones, su mirada hallando la del híbrido en poco tiempo — Me necesitan.

— Los tuyos — susurró Kongpob. Arthit se encogió ligeramente de hombros.

— Un asesinato no es algo menor. Sobre todo considerando que Khaofang ha llamado a Adrien... No lo sé. Esto me da mala espina ¿sabes?

— Lo sé, amor — El pelinegro acarició el rostro del menor con sus nudillos, intentando borrar de su rostro la expresión abatida. El semblante de Arthit se suavizó bajo el cálido toque.

Se inclinó hacia el contacto, queriendo poder quedarse para besar a Kongpob todo lo que se le diera la gana. Pero habían responsabilidades y un problema que requería ser resuelto. Arthit debía marcharse, y mientras más pronto, mejor.

No obstante, nada impedía que Kongpob fuese a la ciudad con él ¿verdad? Sólo por un par de días. Nada muy arriesgado. Si le daba hambre, siempre podía ofrecerle su cuello y que bebiera de su sangre.

Tentado por la idea, estuvo a pocos segundos de que las palabras brotaran de su boca, mas se ahogaron en su garganta, cuando Kongpob presionó un pulgar muy suavemente detrás del oído de Arthit.

— No vayas.

Arthit parpadeó, descolocado por la cruda honestidad en la voz de Kongpob, por la mirada intensa que sostenía la suya y que le empezaba a revolver el estómago.

— ¿No quieres que...?

— Tú mismo dijiste que te daba mala espina — continuó Kongpob, sonando razonable, con la mandíbula apretada y los músculos tensos — No quiero que corras peligro. Quédate.

— Yo... No puedo... quedarme — susurró lentamente, deshaciéndose de la mano de Kongpob que acunaba su mejilla — No puedo quedarme de brazos cruzados cuando...

— ¿Por qué te importa tanto? — bramó — No debería importar. Ellos están allá y nosotros acá. Estaremos bien mientras no nos acerquemos al resto.

— Hubo un asesinato — Arthit ni siquiera se sentía enfadado. Solamente confundido, sobre todo por la hostilidad que emanaba del híbrido — Y es probablemente Inter especie. Esto podría generar una guerra en la ciudad. Donde vive Adrien, mis amigos, yo-

— ¿Tú? — le interrumpió Kongpob. Frío. Casi vacío. Observó cómo el pelinegro daba un paso hacia atrás. Si no fuese tan bueno escondiendo sus emociones tras una cortina hermética, Arthit hubiera jurado ver un atisbo de dolor en sus ojos.

— Tengo un departamento — Estaba siendo objetivo — He vivido allá por los últimos dos años. Es mi hogar. 

— Pero regresastes — reprochó Kongpob, odiando lo inestable que sonaba su voz — Estás aquí ahora. Estás a mi lado... Estás...

Conmigo.

¿Pero realmente lo estaba?

Se sintió como un balde de agua fría, darse cuenta de la realidad que todo este tiempo estuvo frente a sus ojos, mas que no se detuvo a racionalizar, por algo que se parecía mucho al temor.

¡Vamp, Kong! [KongpobxArthit]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora