XXIX

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Maratón Final [2/9]

Adrien se sentó sobre la cama, sopesando sus opciones.

La investigación era extensa, no tenía caso fingir que era una tarea simple, mas lucía que pronto le iban a dar el cierre que merecía. Kongpob continuaba en la traducción del diario de May y Adrien estaba orgulloso de los descubrimientos fisiológicos sobre la especie híbrida.

Kongpob tenía tanto debilidades como fortalezas al ser descendiente de un humano y de un vampiro. Sus habilidades para moverse, para desplazarse con velocidad, incluida su fuerza muscular; eran características propias de los vampiros, que indicaban inequívocamente que éste era notoriamente el gen dominante.

El poseer un aroma perceptible para los humanos y sangre tibia recorriéndole las venas, era por otro lado, lo que le confería su parcial mortalidad. Probablemente en ese paquete también estaba su capacidad inesperada de empatizar y sentir, inusual para cualquier ser que carecía de un alma.

Pese a ello, Adrien también había podido reconocer que entre sus cualidades, se presentaban ciertas peculiaridades, las cuales se veía imposibilitado a atribuir a alguna de las dos especies, sino más bien, a la combinación de ambas.

Mientras que los vampiros eran vulnerables a la plata y podían ser heridos perjudicialmente con el uso de ésta, Kongpob demostraba ser completamente inmune. Adrien desconocía si existía un elemento que fuese capaz de dañarlo físicamente, mas por ahora, aquella diferencia le daba una significante ventaja.

Tampoco podía ignorar lo que claramente estaba sobre la mesa. Pues a diferencia de los vampiros, Kongpob había vivido con un humano por una cantidad severa de años, sin beber de él hasta matarle. Se había contenido indudablemente, pero los vampiros comunes eran incapaces de hacerlo sin una adecuada dosis de supresores.

Kongpob no requería de los supresores para abstenerse de beber sangre humana. Tenía el control suficiente sobre sí mismo como para establecer límites, lo que era, nuevamente, otro de los motivos por los cuales se hallaba otro nivel por encima de los inmortales.

Era genéticamente superior en todo aspecto, y a la vez, podía entender lo que era ser un vampiro y lo que era ser un humano.

En los días que habían compartido bajo el mismo techo, Adrien había observado su comportamiento con detención. Tranquilo y centrado. Nada de ser impulsivo o perder los estribos, aún cuando Adrien le molestaba adrede.

Era ideal para ser el moderador.

Aquella persona que velaba por el bien de ambas especies. Adrien sabía que el ser híbrido causaría un revuelo y probablemente desencadenaría un par de problemas, mas si se explicaba adecuadamente a las autoridades y a la prensa, estaba seguro de que Kongpob recibiría el apoyo de la ciudad y de los distritos, considerando que los vampiros lo sentirían parte de ellos y los humanos también.

Tal vez se estaba emocionando demasiado con la idea de tener un moderador que por fin acabase las disputas políticas que se habían originado desde la creación de los supresores. Sin embargo, era difícil no hacerlo, con la posibilidad enfrente.

Por supuesto, la existencia de Kongpob no suponía una solución global, mucho menos una segura y confiable. Habían numerosos motivos por los cuales necesitaba desechar aquella idea, considerando lo riesgosa y problemática que ésta era potencialmente.

Adrien suspiró hondo, sintiéndose sobrepasado por la situacion, que parecía imponerse sobre él con creces. Tan jodidamente complicado...

Su mente inundada por los pensamientos que rondaban en torno a Kongpob, se despejó cuando un ruido inesperado provino del comunicador. Una interferencia, que si bien pudo ser consecuencia de otro comunicador, también podía ser Khaofang intentando alcanzarlo.

¡Vamp, Kong! [KongpobxArthit]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora