VII

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VII: La figura del pasado.

A mediados de la siguiente semana, Olivia acompañó a Jonah a su reunión con Enrique, el dueño del estudio y amigo de los padres de la chica. Él iba con su cuaderno de dibujo bien guardado en la mochila y unos nervios que le impedían decir una frase entera seguida. Su acompañante estaba muy emocionada, deseando que aquello saliese bien.

Llegaron a un local enorme, bastante lejos de donde vivía Jonah y sus amigos, pero la comunicación directa del metro era una gran ventaja. El edificio tenía cuatro anchas plantas y su fachada estaba pintada de color azul oscuro, resaltando las blancas ventanas. Parecía muy moderno y cuando entró lo confirmó.

Nada más entrar, se encontraron en la izquierda con una mesa donde una recepcionista daba la bienvenida a quien entrase, además de apuntar nombres en una lista y escribir de vez en cuando en un ordenador, aquellos de última moda de la época. Al saludar a la mujer y apuntar sus nombres, avanzaron a una amplia sala con sofás de terciopelo azul, delante de cada uno una mesilla blanca, con revistas o plantas encima. Esa habitación conectaba con dos ascensores.

—¿Has estado alguna vez aquí? — preguntó Jonah a Liv. Ella negó con la cabeza y la boca abierta, sorprendida y encantada con lo que estaba viendo.

—Ojalá hubiese entrado antes.

Entraron en el primer ascensor que llegó y pulsaron el botón que tenía un 3, el cual tenía una etiqueta a su derecha que decía: "Artes". Jonah se fijó en los otros tres botones y en sus correspondientes etiquetas: 0- "Ocio"; 1- "Terapia"; 2- "Gimnasio"; 3- "Artes". Le daba la sensación de que aquel lugar servía para las relaciones sociales.

Al llegar al tercer piso, aparecieron en una sala parecida a la que había en la planta de abajo del todo, solo que ahí los sofás eran de terciopelo rojo y las paredes estaban decoradas con cuadros abstractos. Se sentaron ahí a esperar.

—¿Tienes algún dibujo en específico que quieras enseñarle? — preguntó Olivia, intentando que su amigo se tranquilizase un poco.

Él le entregó la mochila, sin apartar los ojos del frente.

—No te pusiste así al hacer la entrevista para la cafetería. — comentó ella mientras abría la mochila, sacaba el cuaderno y empezaba a ojearlo.

Entonces Jonah la miró a ella, con los ojos abiertos como platos.

—No es... lo mismo. Lo de tu trabajo... fue espontáneo y.... esto lo he estado preparando... además de que es mi sueño dedicarme a la pintura... es normal que esté nervioso... ¿no?

Perfecto, está inseguro, pensó Olivia irónica. Jonah no solía ser inseguro, pero al parecer, en los últimos días le estaba dando una buena racha.

—Entiendo... Pues relájate que lo único que tienes que hacer es enseñarle estas obras maestras. Tienes el talento y las ganas y eso es lo más importante para Enrique.

El chico volvió a fijar su vista al frente y, cuando un par de minutos después, el reloj que había en la estancia marcó la hora exacta de la reunión, apareció un chico pelirrojo. Llevaba una ropa bastante moderna y, seguramente, cara, compuesta de una chaqueta y pantalones elegantes de color blanco, una camisa por debajo con círculos y cuadrados de colores y unos mocasines naranjas, increíblemente relucientes. Jonah pensó que vestía un tanto hortera, pero, aun así, creyó que aquel chico estaba hecho para esa clase de vestimenta. Irradiaba felicidad e incluso, si te fijabas, la energía que transmitía parecía la de un niño.

—Bienvenidos a EACOM, o Estudio de Artes, Cuerpo, Ocio y Mente. Cuánto tiempo que no te veía, Liv. - dijo antes de abrazar cariñosamente a Olivia.

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