XV

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XV: La calma antes de la tormenta.

1984; Verano

—Espero que hayáis pasado un buen curso, sobre todo estos últimos meses que he estado con vosotros y os haya ayudado. El año que viene espero poder volver a daros clase ya que ha sido una gran experiencia profesional y personal, de verdad. — dio una palmada, suspiró y sonrió a todos los alumnos. — ¡Que paséis un buen verano!

Dicho eso, todos los alumnos de la clase de Jonah de la EACOM rompieron el silencio y empezaron a hablar animadamente entre ellos y con Jonah. Michael, Vanesa, Leire, Gonzalo, Killian, Ana, Teresa, Javier, Samuel, Claudia... todos ellos emocionados por el inicio de las vacaciones de verano.

En cuanto a Eva, desde hacía un par de meses había decidido volver a las clases y mantenía un estado de ánimo verdaderamente feliz y alegre, lo cual le ayudó a ella a olvidarse de los problemas familiares o de los dolores que había empezado a sentir desde unas semanas atrás. El médico le dijo lo de siempre, le dio unas pastillas para el dolor y le prometió que empezarían cuanto antes a realizar pruebas a sus familiares para ver si eran compatibles.

Pero bueno, aquella semana fue realmente importante ya que sucedieron numerosos acontecimientos.

Las clases en la EACOM habían terminado, tanto las de terapia como las de dibujo y lo celebrarían yendo al concurso de dibujo de la compañía, en el cual Jonah participó. Te adelanto que ganó el primer premio con un precioso retrato de Eva tocando el violín en el conservatorio, enfrascada en la melodía que emanaba del instrumento y el sentimiento que expresaba el rostro de la violinista. Ese primer premio consistía en la inscripción gratuita para el curso siguiente y en un kit de dibujo del cual Jonah se quedó enamorado.

También fue la semana en la que Eva vivió una de las experiencias más importantes de su vida; su graduación universitaria. Había conseguido sacarse el título en Administración de Empresas y se había puesto un largo vestido granate aquel día. También le prestó un traje a Jonah para que la acompañase y pudiesen hacerse incontables fotos. Realmente fue un día maravilloso.

Los amigos de Eva y ella se fueron a celebrarlo a una terraza de Gran Vía, donde se quedaron hasta las ocho de la madrugada y después Jonah, muerto de sueño, fue a recogerla con el coche que había alquilado Álex. No supo distinguir si estaba borracha o somnolienta, pero se quedó dormida en el coche y fueron a casa de Jonah. Al tumbarse, ambos se sumieron en un profundo sueño al instante.

Ahora, aunque no lo creas aquí empieza una nueva historia, una que sigue a día de hoy, a falta de algunos personajes, pero continúa...

La última semana de junio, Jonah y Eva decidieron pasarla en el pueblo del abuelo de ella en Villarreal, esta vez de verdad. Alquilaron una pequeña casa junto al lago y allí aprovecharon para descansar de todo el lío de los últimos meses. Hasta les dio tiempo a improvisar una obra de teatro que a Eva le gustaba un montón, al ser un pueblo pequeño no había mucho que hacer, pero lo pasaron en grande haciendo la obra. Como seguramente ya he mencionado antes, a Eva le encantaba el teatro y aquel momento de estrellato como actriz, aunque fuese entre cuatro paredes y dos personas, le pareció perfecto. A petición suya, Jonah dibujó su escena favorita pero siendo ellos los personajes. La verdad es que quedó estupendo.

El caso es que cuando Eva pretendía vivir al máximo cada instante, por si su situación con los riñones se torcía o lo que fuese, no contaba con los pequeños imprevistos de la vida y uno en especial le llegó en esos cinco días en el pueblo.

Un día, de repente, se levantó con unas terribles náuseas, tantas que se quedó toda la mañana con la cabeza metida en el váter, literalmente. Supuso que era por haberse comido esas asquerosas ostras el día anterior al pasar frente aquel puesto en el mercadillo. Al volver a Madrid no había mejorado mucho, así que preocupados de que hubiese pillado algún virus, acudieron al médico cuanto antes.

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