Epílogo

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Epílogo: La carta del pasado, presente y futuro.

1984: Otoño.

"Querida Alaia,

¡Feliz cumpleaños! Te dije que iba a contarte el final, ¿no? Aunque no siempre haya podido cumplir mis promesas, esta sí que necesito cumplirla.

Te voy a ser sincero, sé que cuando vuelvas de tus vacaciones no voy a estar aquí, y si estás leyendo esto es que tengo razón y que es el momento de poner el punto final.

Creo que me quedé en el momento de la operación, así que, sin más rodeos, continuaré desde allí:

Jonah tuvo que marcharse a Estados Unidos para llevar a cabo el trabajo que el señor Otara le había pedido, el cual siguió a rajatabla, pero no todo lo que Mikel le había contado fue verdad acerca de su estancia allí, como, por ejemplo, lo de que tendría un teléfono a su disposición fue una completa y dura mentira, ya que siempre que intentaba ponerse en contacto con Eva, un agente de seguridad que iba con él a todas partes le cortaba la llamada y no le dejaba acercarse a un teléfono o una oficina de correos, siempre que conseguía pillarle dirigiéndose a uno. Tampoco recibió dinero por el trabajo, no vio ni un centavo, lo cual empezó a cabrearle bastante. No entendía qué estaba sucediendo en España y le mataba la incertidumbre.

En cuanto a su salud, se recuperó bien de la operación y los médicos investigaban su caso del corazón, esas anomalías extrañas a las cuales no encontraban solución ninguna, al menos en aquellos últimos meses de 1984.

Septiembre pasó rápidamente y sin noticias de nadie, al mismo tiempo que empezó a vivir malamente, ya que el agente de seguridad le obligaba a comer cuando a él le apeteciese, no le dejaba salir del pequeño apartamento que la familia Otara le había prestado y se quedaba sin dinero a una velocidad que daba miedo, ¿cómo? Pues no lo sabía. No compraba nada que no necesitase y sólo iba al supermercado cuando al agente se le olvidaba llevarle comida por una semana.

También se sumó el hecho de que estaba terriblemente preocupado por su familia, por Eva y por su hijo. Deseaba saber cualquier cosa. Lo que fuera.

La incertidumbre continuó hasta que en noviembre recibió una carta a nombre de Kelly. La abrió nada más ver la correspondencia y se quedó de piedra al leer lo que decía. Le acusaba de ser un cobarde por haber dejado a Eva tirada y con un crío a la vuelta de la esquina, de haber desaparecido sin dejar rastro y hacer creer a los demás que había fallecido, cuando no era así. No podía creer lo que estaba leyendo. Según Kelly, la madre de Eva, Lorea, le había confesado a la chica y, posteriormente, a su hija que Jonah no quería cuidar de su familia y había decidido huir a América, para evitar cualquier tipo de responsabilidad y que no tuviese que sufrir una "pronta" pérdida. Naturalmente, era mentira. Ahí fue cuando entendió el odio que Kelly empezó a sentir hacia él. Un odio imperdonable por una mentira bien construida.

Sabía que se encontraba solo en aquella batalla, que el padre de Eva quería que se convirtiese en un don nadie de la calle. Tristemente, lo consiguió con mucha rapidez y facilidad. Solo bastaron un par de ilusiones falsas para conseguir eliminar del mapa a aquel muchacho.

Más tarde se enteró de que su abuela falleció a causa de la edad y su madre se marchó del pueblo, ¿a dónde? Tampoco lo supo nunca. Habría ido a cualquier lugar de la costa a disfrutar de la soledad hasta sus últimos días o quién sabe. A su padre le pudo la enfermedad a los pocos años, pero qué más daba.

La última carta que recibió en el apartamento, antes de que le embargasen la casa, informaba de que Eva no había superado el parto. Hubo una complicación con los riñones y la fuerza, tensión y dolor del parto que derivaron en una hemorragia imparable. Resultaba que, al tener Jonah un corazón débil, sus riñones resultaron siéndolo también, aunque no había prueba que probase aquello. Un problema llevó al otro y así terminó.

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