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—Pensé que no vendrías.

Lo que más destacaba de Jaime era sin duda alguna su altura. No se ve muy a menudo un chaval rubio, de ojos claros de 1,94 por las calles de Los Santos, y mucho menos tomando un café solo a las seis de la tarde. A simple vista dirías que su alma es transparente, cariñosa y amable, pero cuando ésta enfada, podría hasta transformarse en el mismísimo diablo. Aquella fue la causa principal por la que Amber decidió cortar con él.

—Ya, ni yo. No sé ni porqué he venido, la verdad —respondió Amber, tratando de transmitir un aire despreocupado, pero que sin embargo, pese haber hecho teatro desde los seis años, ese falso sentimiento no hizo más que acentuar su nerviosismo e inseguridad. Juró a sus adentros por no saber controlarse.

—Pues yo sí, has venido porque no tienes ni idea a qué te vas a dedicar en un futuro, podrías hacer un grado superior de medicina o qué sé yo, pero todo eso te parece "estupideces inservibles" así que... por qué no presentarse a las oposiciones de policía, ¿verdad?

Amber no respondió, miró al suelo y volvió a fijar su mirada en Jaime.

—A tu hermano le pasó algo parecido, ¿por qué haces un drama cuando se trata de mí?

Jaime suspiró y pidió al camarero que pasaba cerca de su mesa dos tazas de café, una con muchos hielos.

—Me estás malinterpretando, aunque seas mi exnovia no te tengo por qué tratarte como la mierda, ¿no te parece? Ahora, por qué no te sientas y hablamos tranquilamente del tema, seguramente pueda servirte de mucha ayuda si te dejas llevar.

Amber se sentó sin decir nada al respecto, sólo deseaba salir de aquella maloliente cafetería con la información necesaria para saber realmente si todo aquello que estaba pensando acerca de su futuro merecía realmente la pena.

—Veamos, ¿ya sabes realmente de qué trata el mundo de la policía y eso?

Amber negó, sintiéndose al instante avergonzada al no haber leído siquiera un miserable artículo sobre aquel extraño mundo. Para su alivio, Jaime no hizo ningún comentario acerca de su respuesta, es más, asintió como si ya supiera de antemano lo que Amber le iba a decir.

—Entiendo, empecemos por lo básico, ¿te parece? Como bien sabrás, o eso espero, hay requisitos que debes cumplir sí o sí. Tú cumples con todos ellos, así que no tendrías problemas. De todas formas, debes presentar una declaración en la que te comprometes a portar y usar, si fuese necesario, un arma de fuego, eso es lo único que te falta.

Amber asintió, ansiosa de saber más.

—Por otra parte, tú tienes suerte, a diferencia de muchas personas: tienes una resistencia física impresionante, así que las pruebas físicas no te resultarían el menor problema, al igual que los exámenes tipo test, entrevistas, segundo y tercer idioma... En eso tienes ventajas, pero no quita que sea fácil ni mucho menos, tendrás que currártelo mucho, y cuando digo mucho, es mucho.

Amber asintió otra vez, y se atrevió a preguntar

—A tu hermano... ¿cómo le fue? No pretendo estar estudiando años para presentarme a las oposiciones... es más, estoy planeando, si es que verdaderamente estoy convencida de ello, presentarme lo antes posible. No puedo perder más tiempo -dijo, de pronto impaciente.

Jaime la contempló durante unos segundos, como si la estuviera viendo por primera vez. Recordó cuando la vio entrar a su clase hace cuatro años. El pelo castaño le llegaba hasta los hombros, sin embargo, ahora rojizo, lo llevaba sujeto en una larga trenza que caía a un lado de su pecho. Pronto se convirtió en la sabelotodo de la clase, incluso del curso, pero la gente no parecía hacer un drama de ello, o eso parecía. Era más bien un ejemplo a seguir para todos. Jaime estaba verdaderamente contento de poder volver a verla tras las grandes discusiones que tuvieron semanas atrás.

—Voy a serte sincero, estoy seguro de que llegarías al aprobado raspado si estudias los seis módulos en tres semanas. Pero eres demasiado perfeccionista, así que en dos meses llegarás como mínimo al ocho.

—De... ¿de qué son los módulos exactamente?

—Bueno, todos y cada uno de ellos tienen relaciones entre sí, por ejemplo... -Jaime aguardó unos segundos, indeciso de por dónde empezar-. Tienes los Derechos Constitucionales, como la Constitución Española del 1978, ya sabes, el rollo ese de la transición. También el quinto módulo que, por ejemplo, trata sobre la circulación de vehículos a motor, seguridad vial... Si de verdad te interesan esos temas los aprenderás en un periquete y además disfrutarás con ellos, por lo menos así le fue a mi hermano.

—Entiendo...

—Qué, ¿qué vas a hacer al final? ¿Te he ayudado en algo? Di que sí, anda, tuve que estar atento de las diferencias horarias para poder hablar con mi hermano sin que ambos pareciéramos zombies.

—Sí, sin duda alguna me has ayudado, gracias —dijo Amber, mientras sacaba cinco euros de su bolso.

—Me alegro, ¿te apetece quedar otro día? Si tienes alguna otra duda mi hermano estará encantado de que te la resuelva —Jaime se levantó, dejando otro billete de cinco sobre la mesa, mientras ayudaba a Amber a salir de entre las sillas.

—No creo, estaré muy ocupada estudiando para las oposiciones.


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Ohh, nuestra amiga Amber finalmente ha decidido ir a por ello... veamos qué tal le va. Y qué majo Jaime, ¿no? ¿Qué os parece todo esto que va sucediendo?

Conway, Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora