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Amber's POV

Permanecí varios segundos en silencio, escuchando los pasos de Michelle alejándose cada vez más, fundiéndose con mis agitadas respiraciones, mientras asimilaba todo lo que acababa de pasar.
No sabía el significado de aquella conversación, y mucho menos las palabras que había dicho Michelle antes de salir por la puerta del despacho, las cuales, me trajeron sin cuidado.

Conway parecía estar pensando lo mismo, porque cuando me giré, éste permanecía en su sitio, paralizado, con la mirada perdida, sin embargo, él sabía el motivo de todo esto. Yo no.

Me acerqué hacia él y me puse delante suya.

—¿Qué está pasando, Conway? ¿Puedes por favor decirme a qué coño viene todo esto?

Él me miró, pero no dijo nada.

Esperé varios segundos para recibir una respuesta por su parte, pero ésta no apareció, y lo que menos me apetecía en esos momentos, era esperar a que Conway terminara por decir algo.

Frustrada, cogí mi bolso y anduve hasta la puerta, tratando de mantener la calma, pero fallando en el intento. Agarré el tirador con manos temblorosas y abrí la puerta. Creí escuchar la voz de Jack llamándome, pero al girarme, vi que seguía igual de frío y quieto que antes. Suspiré y salí del despacho, con pequeñas lágrimas comenzando a recorrer mi rostro pálido y frío.

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Cuando llegué a casa, lloré.

Lloré por Conway, lloré por Ivanov y lloré por mí.

Tendida sobre las sábanas de mi cama, me di cuenta de que Michelle estaba en lo cierto; el ligar con jóvenes ya no estaba de moda en Los Santos, sin embargo, al cerdo de Conway no pareció importarle. Había visto la oportunidad de aprovecharse de mí, porque el muy gilipollas llevaba seco demasiados años, y qué mejor que escoger a una jovencita que no tiene ni puta idea de la vida.

Sin embargo, lo que más me molestaba era que, yo creí por unos momentos que Jack me amaba de verdad. Cuando me dijo al oído que me quería, lo creí, porque vi sinceridad en sus ojos... o quizás era yo la que estaba tan tontamente enamorada que me creí su estúpida mentira.

Me arrepentí de haberle hecho cambiar de opinión sobre permanecer en el CNP; me arrepentí de haber hecho las oposiciones y me arrepentí de haber abandonado a la gente que me amaba de verdad. Mi familia, amigos... Jaime.

Cuando me mudé a este apartamento, hice un pacto conmigo misma: comenzaría una nueva vida, y eso quería decir, que todo aquel sujeto que no fuera relevante en ésta, desaparecería.

Pero me sentía muy sola.

Tan sola, que tuve que recurrir a alguien que me había hecho daño anteriormente, pero, que sin embargo, quise creer que era la única persona que seguía queriéndome, y la única que estaría dispuesta a ayudarme en estos temas tan complicados pero a su vez sencillos.

Marqué el número de Jaime, mi exnovio, en el teléfono, y sólo tuve que esperar tres tonos para que me cogiera.

—¿Amber? ¿Qué tal? ¿Estás bien?

Había olvidado por completo cómo era la voz de Jaime. No era tan grave y rasposa como la de Conway; era dulce, sugerente y tranquila, y me agradó escucharla de nuevo.

—Jaime... no, no estoy bien. Estoy hecha una puta mierda, básicamente.

—¿En serio? Dónde estás, ¿A quién tengo que partir los huevos?

Conway, Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora