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Estudiar para los oposiciones le resultó al principio más complicado de lo que le parecía.
No por el temario ni su dificultad.
Si no por dónde, con quién y cómo.

Amber probó con distintas clases online que le había recomendado Jaime y su hermano, pero, o los profesores no sabían explicarse adecuadamente, o eran demasiado lentos para su forma de estudiar y aprender.
Por lo tanto, decidió estudiar por su cuenta.
Con descargarse cientos de pdf's que encontró en zonas diferentes de Google le sirvió, y en menos de tres meses, se aprendió los módulos de "pe a pa"

—Venga, la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de Protección de la Seguridad Ciudadana.

—Veamos... "La seguridad ciudadana es la garantía de que los derechos y libertades reconocidos y amparados por las constituciones democráticas puedan ser ejercidos libremente por la ciudadanía y no meras declaraciones formales carentes de eficacia jurídica..."

Sin su hermano George, el estudio le habría sabido a mierda porque había muchos temas que no le interesaba para nada. Sin embargo, tuvo que reconocer que pasó noches y madrugadas muy entretenidas al estar estudiando y aprendiendo cosas que mucha gente desconocía, como clasificación de las drogas, las últimas tendencias en el consumo de drogas en la sociedad... Temas que en un futuro desde luego le servirían y tendría que estar poniendo en práctica constantemente.

No se arrepentía para nada haber pasado aquel verano estudiando, y sus padres se sentían más orgullosos que nunca.

—Te dije que hicieras lo que hicieras, harías lo correcto, y aquí estás, a dos semanas de presentarte a las oposiciones. Si no eres la mejor, estarás desde luego entre los diez mejores.

Amber agradecía a uno de los pilares más fundamentales de su vida; la familia. Los cafés que su padre le preparaba durante las largas noches de estudio, avivaron sus ganas de seguir hasta que el sueño llegaba a las puertas de su cerebro, cayendo finalmente rendida por el cansancio.
Las mañanas las aprovechaba para hacer deporte, tratando cada día de hacer más kilómetros en menos tiempo, consiguiéndolo conforme pasaban los meses.

Sin embargo, los resultados fueron mejorando hasta que llegó el día de las pruebas físicas.

Las dominadas pillaron a Amber por sorpresa.
Un simple tirón en el cuello convirtieron aquellos minutos de tensión en una terrible pesadilla, pero que sin embargo, logró salir finalmente airosa de la situación, eso sí, con un terrible dolor en el cuello.

Lo mismo pasó con la parte teórica.
Hubo preguntas que Amber no había leído en su vida en los pdf's que había descargado ilegalmente en Google, pero el destino se puso en este caso a su favor, consiguiendo un total de 97 aciertos de las 100 preguntas que había.

Todo aquello no era ninguna coincidencia, se decía de camino a casa una vez hubo visto los resultados de las pruebas.

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—¿Y ahora qué?

Era el tercer café que se tomaban Amber y Jaime, y el temblor de manos de ambos era ahora ya notable.

—¿Ahora? Ahora mismo eres una policía alumna, es decir, no vales una mierda. Deberías irte a Ávila nueve meses en el Centro de Formación de la División de Formación y Perfeccionamiento, pero mi hermano podría de cierta manera acortar esos nueve meses... No te serviría de nada estar nueve meses allá, tienes un potencial demasiado alto para perder nueve meses de tu vida estudiando prácticamente lo mismo.

—¿Nueve meses en Ávila? ¿Desde cuándo se hace eso?

—Pues no tengo ni idea. Sólo sé que te pagan 500 euros una vez terminas el plazo, es decir, basura. Por eso no pienso que esto sea lo más adecuado para ti: mi hermano ya te conoce en cierta manera, y no es que le haya hablado precisamente mal de ti, mejor dicho, le he hablado demasiado bien, entonces supongo que estará encantado de echarte un cable.

—Jaime, no tienes por qué...

—No digas estupideces, me comporté como un gilipollas desde el primer momento en el que empezamos a salir, y pienso borrar todos aquellos malos rollos así.

—Eso no es cierto, siempre fuiste un encanto conmigo... no quiero recordar lo que pasó pero, de verdad me hiciste muy feliz, y mucho más ahora. Gracias.

Conway, Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora