Ink sólo quería tenerlo a su lado.
Lo deseaba.
Amigo o amante - No importaba.
Sólo no quería tener a Error como un extraño.
***
-¿Sabes que hay algo que se llama "obsesión"?
-Sip. Y esa solo es otra de mis locuras. Hola y bienvenido.
******
Ésta obr...
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Sans sintió que su alma latía demasiado rápido. Luchó para tomar una decisión: ¿a quién salvar y cómo? Casi consideró que la elección era imposible, cuando de repente se dio cuenta de la simple pero cruel verdad.
¿Por qué debería salvar a Papyrus?
Llegaría un reset y su hermano lo llamaría para el desayuno. Además, ese pulpo, al parecer, no podía retener un anfitrión a través de un reset, por lo que de todos modos no le pasaría nada a su hermano. Tal vez, Papy se despertaría, vería a la criatura púrpura y la aplastara como una cucaracha, para luego lamentarse de matar a un espécimen tan interesante previamente no descubierto.
Eso sería un desperdicio. Un desperdicio de parásito. Quizás la criatura podría ayudarlo a escapar del ciclo interminable, o, al menos, podría ayudarlo a aprender más sobre el fenómeno, porque el parásito había sobrevivido de alguna manera al reset y mantuvo su memoria, al igual que Sans. . . ¡Necesitaba investigar esto! ¡Ese parásito tenía que ser salvado!
-Escúchame. -susurró el esqueleto enojado- Detrás de esa puerta hay una criatura que nos aniquilará a los dos. Yo sufriré pero volveré en la próxima línea de tiempo, pero no estoy tan seguro de ti. Eres un invitado, y quién sabe lo que piensa Perro sobre los invitados no invitados. Estoy bastante seguro de que no los sienta en una mesa para alimentarlos con espagueti.
El pulpo llegó rápidamente a algunas conclusiones. Papyrus abrió mucho la boca, y el pulpo se arrastró, saltó sobre Sans y se escondió debajo de su ropa. Justo a tiempo.
Antes de que Sans pudiera temblar de asco, se sintió abrumado por una emoción diferente. Observó a su hermano convertirse en polvo, y lo único que podía sentir era arrepentimiento. Su hermano moría con demasiada frecuencia, cubriendo los dedos del esqueleto más viejo con una capa de polvo demasiado gruesa. Sus muertes solían ser demasiado aterradoras.
Una muerte tan silenciosa y calmada casi destrozó el corazón de Sans. Se arrodilló junto a la pila de ropa que se estaba enfriando y recogió un poco de polvo, lo frotó entre sus dedos, lo lamió sin pensar y se rió, dándose cuenta de que finalmente se había vuelto loco.
-Veo que tengo un mal momento. -el Perro estaba dentro de la habitación-
La puerta permanecía cerrada, por lo que debía haber usado un atajo. Olfateaba inquieto el aire, sintiendo un hilo delgado de aroma alienígena, no le gustaba ese aroma. El Perro ya había revisado a Sans, su casa y su laboratorio, pero aún no había encontrado la fuente, lo que significaba que lo que estaba sucediendo en este mundo requería medidas más radicales de lo habitual.
-Si. -Sans ya no podía controlar su expresión; estaba atrapado en una sonrisa dolorosamente amplia de psicópata- Acabo de salvar a mi hermano del sufrimiento.
El Perro se sentó, inclinó la cabeza hacia un lado y miró sorprendido la mandíbula del esqueleto: todavía quedaban algunas motas de polvo.
-Tengo una propuesta, científico. -dijo Perro, mirando fijamente al esqueleto con sus extraños ojos-
