Capítulo 29

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Capítulo 29:  los sentimientos pueden ser un suave lecho, o una almohada de piedra.

No soy alguien que se quiebre tan fácilmente. Me considero bastante fuerte, de hecho, alguien que soportaba el dolor con facilidad, me bastaba conmigo mismo para resolver ciertas cosas sin la necesidad de ser explícito con mis sentimientos. Últimamente, no me funcionaba. Todo se escapaba de mi control.

      Era de esperarse que yo me mantuviera perdido en mi propia cabeza, incluso cuando las personas a mi alrededor querían tenerme en la tierra.

     — ¿Tú qué quieres comer, TaeHyung?

     Mis ojos se detuvieron fugazmente en NamJoon, que me miraba impaciente con media sonrisa, mostrándome el menú. Yo simplemente apunté lo primero que vi, y él me asintió. Estábamos en un tipo de reunión, entre nosotros cuatro, los mismos de siempre. Ellos al final de cuentas dejaron de preguntarme demasiadas cosas cuando les dije que ya no quería hablar del tema. Insistieron en salir conmigo y les dije que estaba bien. Sinceramente, ya no quería lidiar con JungKook y con todo lo que mi corazón albergaba.

      Jin apuntó unas papas y algo más como un postre. Después de eso, vi desaparecer a NamJoon seguido de YoonGi detrás. Recargué la cara en la mesa del lugar, sin importarme mucho. Escuché a SeokJin hablar suavemente.

     — Sé que no quieres hablar de él —menciona tranquilamente—. Pero a veces los sentimientos son tan fuertes que necesitan salir, de lo contrario... Te acaban.

      — Lo sé.

     Esa era mi respuesta para la propuesta. Me puse a pensar por un segundo en todas las cosas que les conté a mis amigos. Sí. Una vaga descripción de mis sentimientos, unas palabras tan poco importantes que fácilmente pasarían como sentimientos efímeros. Ni yo sabía cómo describir el dolor en mi estómago, el dolor en mi pecho, o al mismo JungKook.

     Por otro lado, SeokJin, tan callado como reflexivo con sus amigos. Mis ojos fueron hasta él y él me observó de reojo.

     — Si quieres que me quede callado mientras hablas, está bien.

     Entrecerré los ojos, fijándome bien en el rostro de él, que lucía bastante desinteresado, pero sabía que era para no incomodarme. Quería decir algo sobre las verdaderas cosas que se albergaban en el fondo de mi corazón, esas que especialmente eran las que me permitirían soltar lágrimas, o darme cuenta cuan problemática se tornaba la situación. JungKook... Ese idiota.

     — No sé... Qué... No sé con qué empezar.

      — ¿Quieres una pregunta para que inicies, TaeHyung?

      — Sí.

      SeokJin bajó el celular un segundo, ojeando la lejanía del lugar, buscando alguna cuestión que me sirviese como inicio. Miró su teléfono de nuevo y asintió.

     — ¿Qué es para ti JungKook?

     — Él me gusta.

     — Más allá de eso, TaeHyung.

     Al inicio solo podía pensar en lo confusa que la situación se volvía. ¿Qué debía decir? ¿Qué era lo que Jin quería escuchar? ¿Una confesión más allá de dos bonitas palabras? Cerré los ojos desde mi lugar, con la mejilla pegada a la mesa, e imaginé a este sujeto tan molesto. ¿Cómo describiría a JungKook? ¿Qué era exactamente él para mí? Tantas palabras para un solo individuo.

      Alegría, porque siempre estaba conmigo e intentaba seguirme el paso a donde sea. Unidad, amistad, porque él procuraba ver la manera de estar con quienes quería, poniéndolos encima de todos. Deseo, eso iba más para mí mismo, lo quería a mi lado, tratarlo como si solo tuviera ojos para mí. Celos, rencor, porque nuestros encuentros se volvieron tan contados desde que él se "centró". Decisión, confusión, lo quería tanto y me resiganaba a ponerlo encima mío. Alma, suspiros, alguien lleno de vida que me hacía sentir como si fuese especial, porque él me eligió para ser su amigo.

      ¿Cómo pude acomodar aquellos frágiles sentimientos en dos palabras? "Me gustas", qué patético.

     Jamás quería volver a sentirme idiota por ignorar lo que sentía. Estaba harto de pensar en el futuro más que en mi presente, odiaba no ser egoísta e imaginar mis consecuencias, antes de seguir lo que mi corazón me decía. Incluso cuando él estuvo lejos mío y yo lo extrañé, porque sentía que me faltaba, pidiendo que regresara, esperándolo, añorándolo, anhelando tener a esa persona que, por tanto tiempo, me hizo tan feliz y yo ni siquiera lo sabía.

     Porque temía aceptar mis sentimientos, y me costaba darme cuenta de quien en verdad me quería.  Ese fue el punto quiebre de alguien que se creía fuerte.

      — TaeHyung —habló despacio SeokJin tocando mi hombro. Abrí los ojos, mirándolo con dificultad—. ¿Estás bien?

     Deseé dejar de sentirme perdido. No lo logré. Mi cuerpo lo necesitaba porque era así de difícil darte cuenta de la verdad, y más cuando eras alguien como yo. Siempre encerrado en un cuarto mental, de paredes sin nada en ellas, intentando retener cosas importantes, viviendo el momento sin la suficiente conciencia.

      — Estoy bien —digo, asintiendo—. Me perdí un momento.

      El resto del día transcurrió como cualquier fin de semana con amigos, comimos un poco, también fuimos a divertirnos al árcade, pasamos comprando dulces, helado, y ya. Nada más. Lograba distraerme por momentos, la otra mitad del tiempo pensaba en JungKook, a veces en San, o me regresaba a mis amigos. No importaba cuánto quisiera estar por completo, en mente y forma, con mis amigos, yo simplemente estaba embelesado.

     Al final del día, me encontraba en mi cama recostado, mirando el techo. Pensando en cosas que jamás me sucederían, pretendiendo cambiar mis estupideces de sentimientos e imaginando regresar en el tiempo para poder remodelar mis acciones. Imposible. Todo lo que pensaba era imposible. Lo peor fue cuando JungKook llegó a impactarme tanto que su imagen que ya podía reconocer bien, lucía vívida ante mis ojos. Como dije, un simple anhelo de mi alma, el querer tenerlo a mi lado en momentos donde ni yo mismo me soportaba.

     Lo imaginé recostado a mi lado, mirando el techo a la vez que su mano se detenía bajo su nuca. Sin decir nada, callados. Disfrutando de esa compañía que solía ser tan común y que, en esos momentos, estaba obstaculizada por los vagos y estúpidos sentimientos. Esos que me hacían añorar su personalidad, y repudiarlo al mismo tiempo.

     Ah, sentimientos necios, que me revuelven el estómago, haciéndome sentir tan enamorado de él.
    

    
    

    
    

     

Hated Friend » KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora