2. Contra - ataque

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No comprendo la actitud de Lorraine, ni la de Paul, hacia a Adam y hacia mi. Siento que Adam no me ha dicho todo, que los lazos que lo unen a su familia deben ser peculiares. Si no, ¿por qué elaborar planes tan complicados? Me muero por conocer lo que se esconde detrás de esta relación, las preguntas se
multiplican en mi cabeza pero nunca
encuentro el momento adecuado para abordar el tema con Adam. Me gustaría que se abriera un poco más, que me tuviera confianza. A veces me pregunto si estoy a la altura de todo eso. Si él no quiere contarme, ¿es tal vez porque piensa que no me incumbe? Sin embargo, esta noche, a su lado, en sus brazos, en plena tormenta, siento que formamos un equipo. Lorraine intenta separarnos pero obtiene el resultado opuesto: estamos más unidos, más que nunca.

− ¿No quieres quedarte esta noche?,
me pregunta Adam acariciándome el
cabello.
− No he traído nada conmigo…
− Quédate, necesito estar contigo, en
calma. Podrías pedir a Claire que te
prepare algo de ropa, envío a mi chofer para recogerla.

¡Claro que tengo ganas de quedarme
contigo! ¡Sobre todo cuando me hablas con esta voz tan suave, que me aprietas en tus brazos con tanta dulzura…!

«De acuerdo.»

Envío un SMS a Claire.

[¡Hola! Me quedo con Adam esta
noche. Aviso de tormenta aquí. ¿Me
puedes preparar una maleta? Su chofer pasa a tomarla. Te contaré.]
     [¡¿Nada grave?! Ok por la maleta.]
     [No lo sé, pero estamos bien. Nos
vemos mañana. ¡Gracias!]

Mi segunda noche en el Mandarin es mucho más tierna que la primera. Los recuerdos de nuestra primera vez me provocan una sonrisa y algunas
palpitaciones en el vientre, pero siento a Adam en otro lugar. Ha multiplicado los gestos tiernos, feliz de no verme ir. Efectivamente me he tranquilizado y pienso que Adam nunca podrá mentirme en el futuro. No después de todo esto. Nos adormecemos tiernamente, enredados en los brazos uno del otro. Le acaricio la cara, su bella cara. ¡Oh!Cuánto me gustaría poder borrar sus preocupaciones con este sencillo gesto…

Adam ha tenido que levantarse
temprano esta mañana. Cuando abro los ojos, lo escucho en la sala de al lado discutir vivamente. Ya son las 8:00, yo también tengo un programa cargado. Me levanto y, sin darme cuenta, camino naturalmente hasta el cuarto de baño. No es hasta que me encuentro en la ducha que me doy cuenta que no he tomado mi bastón. Miro mis piernas. No siento ninguna molestia.

¡Genial!

Me apuro a prepararme, quiero
enseñarle a Adam este enorme progreso. En el momento de entrar al salón me paro en seco. Adam no está solo.Conrad, el hombre que me había
conducido aquí la vez pasada, este hombre del que tan seguido he
escuchado hablar, está aquí, él también. Los dos hombres mueven la cabeza hacia mí. Sus expresiones concentradas, se detienen al verme. Adam se apresura viniendo hacia mí y me abraza.

− Ah, Éléa, espero que no te hayamos
despertado.
− No, era necesario que me levantara
de todas maneras…
− ¿Te acuerdas de Conrad?

Adam se voltea hacia su hombre de
confianza. Conrad se ha aproximado a nosotros y me aprieta la mano con
mucha suavidad. Encuentro esta misma impresión de benevolencia en su rostro.

− Buenos días, señorita Haydensen,
estoy contento de verla de nuevo en tan buen estado después de su accidente.
− Gracias. Y gracias también por
haber contactado a mis familiares.
− Te esperábamos para el desayuno,
interrumpe Adam. Conrad ha venido esta mañana para que podamos hablar de lo que ha pasado ayer.

La mesa del desayuno está
efectivamente puesta y parece
pantagruélica.

− ¿No les gustaría quedarse solos
para hablar de negocios? Los puedo
dejar, digo yo cortésmente.
− No, no, está bien que estés aquí.

TODO POR EL MULTIMILLONARIO & DOMINADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora