Capítulo 51 {Luna}

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"Dime cariño qué hacer sin ti

Si tu reflejo es mi refugio

No queda más, nada que decir

Si mi destino es el tuyo"

-Los Mesoneros


     Bailaron bajo las estrellas al compás de la brisa fresca que les revolvía el pelo y les refrescaba la piel enardecida. Hicieron el amor hasta que sus respiraciones se ahogaron y Carolina cayó rendida en sus brazos. La noche había enfriado y decidió que era momento de regresar a la habitación. Parecía ser bastante tarde. Irónico que no se hubiese fijado en la hora, si traía nuevamente un reloj atado a la muñeca.

Cuando la llevaba cargando en sus brazos una sensación de Déjà vu lo asaltó. Esa noche tenía tintes vívidos, como si hubiera sido ayer, pero a su vez los colores parecían haberse difuminado.

Le parecía insólito encontrarse en ese punto. Era como si todo estuviera alineado perfectamente, como le gustaba, pero la línea estuviera torcida. Era difícil de explicar, y si Carolina estuviera despierta estaría de acuerdo que aquella impresión tenía perfecto sentido, que se trataba de un caos ordenado. Así era como ella los definía. «Somos contradictorios, pero de algún modo nuestros bordes rugosos embonan con precisión. Es impresionante ¿no crees?», dijo mientras entrelazaban los dedos de sus manos y sus almas enamoradas.

Más que dar un giro de 180 grados a su vida, fue como haber encontrado la pieza faltante que no sabía que existía. Sin embargo, su lado racional lo ponía en modo alerta. Tanta felicidad no era posible. Luchaba contra esos pensamientos negativos. Sentía que si cerraba los ojos se habría dado cuenta que al abrirlos, todo había sido un sueño.

Fue en ese momento, al contemplar su tormenta tropical particular en fase de calma, que durante las últimas semanas, pese a los obstáculos, las había vivido en un estado de alegría plena y expectación perpetua. Y si un día llegara a perderla o a ocurrirle algo, su vida perdería por completo el sentido, y sabía que nunca más lo volvería a encontrar. Estaría perdido sin ella.

Estaba claro que el insomnio le iba a coquetear el resto de la noche. Sacó su celular para revisar sus mensajes y correos. Sobre todo estaba interesado en saber si habría noticias de Soni. Para su desgracia todo seguía igual: sin novedades. Pero un mensaje de voz que le había dejado su padre lo sorprendió. Lo esperaban el domingo para la congraciada comida familiar, tenía algo urgente que comunicarles a todos.

Arrastrado por un pensamiento impulsivo se encontró preguntándose lo que pasaría si llegara con Carolina aferrada a su mano. ¿Sería un buen momento para presentarla formalmente ante sus padres? Si esperaba que las cosas se calmaran, ese día podía tardar en llegar. Si algo había aprendido de Carolina era darle rienda suelta a la espontaneidad. ¿Qué podía pasar? Sus padres eran demasiado educados para decir algo ofensivo frente de ella, los reproches eran un privilegio exclusivo a puerta cerrada.

Lo mejor era preguntarle y dejarle la decisión a ella. Jamás la obligaría a hacer algo que Carolina no deseara.

A pesar de no haber pegado el ojo en toda la noche, las horas se habían ido volando. Eran cerca de las diez de la mañana. Se acercaba la hora de partir y Leo se preguntó cuándo sería conveniente compartirle sus planes. Tal vez llegando al departamento sería lo mejor. No había prisa, todavía faltaban algunas horas. Le había enviado un mensaje a texto a su padre confirmando su llegada a las tres. También le envió uno a Alix para alertarla.

Ahora, entonces y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora