Capítulo 48 {Planeando el tiempo}

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"Y llevo tiempo planeando cómo decirlo

Y tiempo tratando de resistirlo

Y tiempo queriendo

Yo llevo tiempo queriendo"

-Elsa y Elmar


     Carolina no supo cómo se las arregló para no soltar la caja que tenía entre las manos cuando tuvo que sostenerse del marco de la puerta para no caerse. Apretó los ojos intentando disipar la inexplicable quemazón que se extendía por su pecho y luchaba por salir convertida en reclamos. Se refrenó al encontrarse dividida entre la línea que indicaba hasta dónde llegaban sus derechos y la sorpresa generada al encontrar a esa mujer en el estudio.

Le daba vergüenza admitir que sabía perfectamente quién era ella. Cuando recibió el email anónimo, Celina y ella, impulsadas por la curiosidad, decidieron rastrear a la exnovia de Leo. ¿Quién más podía tener un motivo para enviarlo? Fue mínimo el esfuerzo que requirieron para encontrarla. ¿No era esa una de las razones por las que Facebook había ganado tanta popularidad?

Sin embargo, en la fotografía donde la vio por primera vez, lucía sonriente y enamorada abrazando a Leo, muy diferente a la mujer que tenía enfrente. A pesar de su aspecto impecable y los rasgos delicados de su rostro, parecía un animal acorralado esperando ser atacado y poder sacar sus garras.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —la cuestionó sin meditar que la provocación podría hacerla reaccionar de modo volátil. Sus tripas y su cabeza se debatían a muerte en su interior y no podía predecir cuál proclamaría la victoria.

Con una sonrisa petulante, Soni sacudió su llavero.

—No eres a la única que le dio una llave.

Carolina la observaba con ojos entornados, una que otra vez se preguntó si algún día sus caminos se cruzarían. Pero encontrarla husmeado los cajones del escritorio de Leo no era un escenario capaz de imaginarse.

Y pensar que, hasta hacía unas horas, estaba dándole el beneficio de la duda acerca de sus decisiones poco atinadas y las razones que la habían impulsado a andar por ese camino minado.

—Tenerla no te otorga el derecho de entrar sin permiso.

—¿Eso crees tú? ¿Que no tengo permiso?

Era evidente que las intenciones de esa mujer era destilar un poco de veneno. Aunque debía darle crédito por su manera segura y confiada de comportarse. Si otra fuese la situación y no supiera de lo que era capaz, hubiera creído en sus palabras.

—¿A qué has venido? —dijo igualando el tono firme y decidido de la mujer que tenía enfrente. No le daría el gusto de verla nerviosa—. Si estás buscando a Leo, pierdes tu tiempo.

Soni rodeó despacio el escritorio y se recargó en una esquina. La observó de arriba a abajo con superioridad, que la hizo sentir incómoda, y al terminar extendió una de sus manos para mirarse  las uñas. Al parecer, no era lo suficientemente digna para merecer una respuesta.

Carolina se preguntó qué había visto Leo en ella. No se refería a su apariencia física; porque atestando lo obvio, en persona, Soni parecía modelo de anuncio de revista de moda con su cabello sedoso y sus piernas largas. Una bola incandescente de celos se instaló en su estómago al reconocer que esa mujer alguna vez ocupó el lugar que ella tenía ahora en la vida de Leo.

Ahora, entonces y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora