Capítulo 49 {Tú sí sabes quererme}

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"Tú sí sabes adorarme, mi amor

No te vayas, quédate por siempre, para siempre

Para siempre amarte"

-Natalia Lafourcade


     «Todo está perdido», se lamentó mientras recorría los pasillos casi desérticos del taller de maquila. Podía contar con una mano a los trabajadores que ayudaban a concluir los pedidos restantes. A estas alturas no podía costear mantener su nómina completa. Textiles Santillán estaba acabada. No necesitaba un plan de rescate, ni que su hijo le confirmara, con números elaborados, lo que ya sabía y temía admitir. Solo bastaba hacerlo oficial.

Aunque le causaba satisfacción saber que la culpable acabaría tras las rejas, aquello no cambiaba nada. Se estaría mintiendo si no admitiera que él mismo fue quien colocó a la empresa en una posición vulnerable. Esa mujer, por infortunio, lo golpeó en el lugar donde más lo haría sangrar.

Para estas horas del lunes quedaría redactada su solicitud para declararse en bancarrota, reflexionó con enfado. Tendría que vender parte del edificio y la maquinaria para cubrir la mayoría de los gastos y las cuentas por pagar. Le desagradaba no poder darles la liquidación que se merecían los empleados que habían estado con él desde el principio.

Se encaminó hacia la oficina que usaba el supervisor del taller y el penetrante olor a tinta le agitó los recuerdos. Le había tomado veintiocho años levantar esta empresa. Su empresa. Aún recordaba la ilusión con la que había llegado el primer día de trabajo. En ese entonces no era nadie. La ironía recaía en que se encontraba en la misma posición cuando empezó. Como si el tiempo se hubiese regresado, pero sin darle la oportunidad de empezar. Se había quedado vacío.

Desde algún tiempo atrás se había dado cuenta que ya no sentía la misma pasión y dedicación que lo impulsaba a seguir y a ser mejor. Su alma se había desgastado con los años y ahora se sentía cansado.

El día que llegó esa chica a su vida, sin siquiera saberlo, ella había despertado en él algo que ya no recordaba: lo que era ser joven y lleno de vitalidad. Su intención al contratarla era mantenerla a la vista y seguir resguardando ese secreto que había estado oscureciendo su corazón. Ahora no sabía qué hacer con todo esto que sentía dentro carcomiéndolo lentamente.

La había juzgado mal y en medio de la tempestad se había dejado guiar por el viento impulsado por su pasado, el que no había dejado ir por completo.

Encima de todo estaba ella, de quien se empeñó en negar su existencia. ¿Cómo podría perdonarse algo así? A pesar de lo desolador que resultaba esa visión estaba decido a rectificarlo. Lo intentaría cada uno de los días que le restaban de vida. Se lo debía.

Se lo debía a ella.


***


—¿Ya me vas a decir a dónde vamos? —preguntó una vez más desde que Leo le pidió que no desempacara la maleta que había preparado.

Partirían temprano hacia un destino desconocido, al menos para ella. Aparentemente se estaba convirtiendo en un hábito sorprenderla de ese modo, y a él parecía divertirle hacerla refunfuñar. Carolina era demasiado inquieta para tolerar la incertidumbre, pero prefirió dejarse llevar. Al final, sus ideas habían resultado ser experiencias inolvidables. Siempre eran pensando en ella, en lo que a ella le gustaba, haciéndola sentir deseada de principio a fin.

Ahora, entonces y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora