El Sentimiento Que Madura

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Se separo de su rostro respirando agitado, incluso su boca aun estaba abierta.

Veía esos cabellos rosas revueltos por toda su cama, el busto de ella subiendo y bajando acelerado entregándole a sus pulmones el aire antes contenido. Sus ojos brillaban, sus mejillas rojas delataban que le gustaba la situación tanto como a él.

Su piel blanca tenia marcas rojas de sus caricias, las cuales él gozaba haciendo, marcando su territorio, haciéndola suya y escuchando cada gemido escaparse de la boca de ella. El sudor hacia que su piel brillara con la luz de las ampolletas de su recamara, él también sudaba, mucho, tanto que sentía las gota caer por su barbilla y su cabello pegarse a su cuello. Sus ojos lo miraban brillando, una torcida sonrisa apareció en el rostro de ella, al igual que en el de él.

Seguía dentro de ella, sentía el semen antes liberado aun dentro de su cuerpo, sentía los aun aquellos espasmos ocasionados por el orgasmo recién vivido, sentía todo aquello aun en su cuerpo y en el de ella.

Era increíble, desde el momento en que la toco, en que se tocaron, cuando con su lengua toco cada parte de su piel hasta la zona más sensible y luego su boca, cuando ella le empujo en la cama comenzando a chupar a su amigo como si fuera un dulce de sus favoritos

Cuando sintió como se corría en su boca en primer lugar, luego cambiando los papeles empujándola a ella a la cama y adentrándose en ella sacándole un gemido del más profundo placer de su garganta. Moviendo ambos las caderas de forma acompasada hasta volverse salvaje.

Derramándose dentro de ella, de ese perfecto cuerpo, una y otra vez, había perdido la cuenta de cuantas veces ya se había corrido, dentro y fuera de ella, en su trasero, en su vientre, en sus senos, en su boca, sobre su estomago, en todos lados donde ese cuerpo se lo permitiera.

Las manos de ella se posaron en su cuello acercándolo a ella y besándole con salvajismo el cual él correspondió de la misma manera, dejándose llevar ambos por los instintos, ambos por lo más primitivo de sus cuerpos.

Aun estaba dentro de ella cuando sintió su miembro volverse a endurecer.

Mierda.

No sabía cómo esa mujer lo excitaba tanto, como podía complacerlo hasta el tope y volverlo a excitar con solo un beso, como lograba saciarlo y con solo un roce con su cuerpo hacerlo necesitar volver a penetrarla y volverse a correr en su cuerpo.

Necesitaba desesperadamente besarla

Tocarla

Lamerla

Hacerla suya

Correrse dentro de esa mujer

Ya ni siquiera recordaba cuantos orgasmos habían alcanzado, cuantas veces habían hecho lo mismo durante la noche, cuantas veces tocaron el cielo coordinadamente, sintiendo las paredes internas de ella apretar su palpitante miembro dentro de ella y dejarle correrse y liberarse sin protesta alguna, no, no recordaba cuantas veces

Ni le importaba hacerlo tampoco…

Despertó sin saber porque, mirando a todos lados, dirigiendo su vista hasta su lado y ver la cama vacía. Aun estaba medio adormilado, miro por la ventana reconociendo que aun era de noche así que dirigió su vista hasta el reloj de su mesa de noche y ver que eran como las cinco de la mañana.

En busca del Primogénito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora